26 Octubre 2020
FRONTAL Y VISIBLE. Así debe ser el etiquetado de los alimentos para que el público sepa qué está consumiendo.
No sólo los alimentos frescos pueden producir efectos adversos en la salud; los procesados y envasados también pueden atentar contra ella. Por eso, entre las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS) figura la implementación del etiquetado nutricional de los alimentos. Y Argentina acaba de dar un gran paso en esa dirección.
“Es sumamente importante -destaca Laura Cordero, nutricionista y doctora en Salud Social y Comunitaria-. Argentina, como el resto del mundo, sufre otra pandemia, la de obesidad. El etiquetado frontal y bien visible implica darles información confiable a los consumidores y esa información (igual que el hecho de saber de dónde viene lo que comemos) los empodera para el ejercicio del derecho a la salud”.
“Sabemos que el etiquetado nutricional es -justamente- la forma que tiene la industria alimentaria de comunicarse con el consumidor, pero dicha comunicación muchas veces es ilegible y confusa -destaca el abogado y sociólogo Claudio Iglesias Darriba, especialista en Propiedad Industrial, en el sitio web del Sistema Argentino de Información Jurídica (SAJI). Para evitar esa confusión se busca la incorporación de sistemas de ‘etiquetado frontal de alimentos’ (EFA), una forma de asegurar que los alimentos contengan determinadas características y no otras”.
“Debemos aclarar que nos referimos a ‘etiquetas’ como aquellos signos colocados en el producto por un tercero ajeno al productor o fabricante. Justamente, esa característica del certificador (su carácter de ‘tercero’) le confiere confianza”, añade.
Lo que se busca es que se indique con señales explícitas y claramente visibles si en los alimentos envasados hay, por ejemplo, altos contenidos de sodio (sal), azúcares, grasas saturadas, grasas totales y calorías, en función los límites máximos establecidos por el Perfil de Nutrientes de la Organización Panamericana de la Salud.
México, Chile, Perú y Uruguay ya implementaron sistemas como este. Según el sitio saludconlupa.com, a principios de 2019 en Argentina se inició un debate sobre la propuesta de etiquetado claro para alimentos procesados. En junio de ese año, el entonces secretario de Salud, Adolfo Rubinstein, declaró que se estaba elaborando un proyecto y que saldría a fines de 2019, pero no fue publicado.
Avances
El miércoles, una nueva iniciativa logró dictamen a favor en el plenario de las comisiones de Salud e Industria y Comercio de la Cámara de Senadores -informa Télam-. El proyecto se debatirá la semana que viene en el Senado (si se aprueba pasará a Diputados) y establece la colocación de una serie de sellos frontales en los envases de alimentos.
Además de advertir sobre la presencia de sodio, azúcares, cafeína, grasas saturadas, grasas totales y calorías, los alimentos pensados para niños que tengan edulcorantes deberán tener una leyenda, debajo de los sellos, con el texto: “Contiene edulcorantes, No recomendable en niños/as”.
Organizar: cada cosa tiene su sitio en la heladera
El clima dentro de la heladera es como fuera de ella: diverso. No hace el mismo frío en todas partes. Y no es casualidad: sucede que cada una de las cosas que se guardan allí tiene necesidades diferentes. En las heladeras convencionales con refrigeración estática, el aire frío desciende. Por eso el estante superior y los de las puertas conviene usarlos para botellas de bebidas, mermeladas abiertas y aderezos, manteca... Carne y pescado para uso inmediato después de la compra. El estante de abajo es la zona más fría. Y, aunque te resulte extraño, debajo de ellos, las verduras. ¿Por qué, si el frío excesivo daña los vegetales (salvo que decidas freezarlos, pero esa es otra historia)? Porque por encima de los cajones verduleros hay un separador que mantiene la temperatura moderada.
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