La odisea de salir de gira teatral y quedarse varados

La odisea de salir de gira teatral y quedarse varados

Ezequiel Nasci y Julieta Ascárate estaban en Perú cuando el covid-19 alteró sus planes. "El arte fue lo que nos mantuvo fuertes”. Proyectos.

EN EL CAMINO. Julieta Ascárate saluda al sol arriba de La Caprichosa, el nombre dado a su vehículo de 1994. EN EL CAMINO. Julieta Ascárate saluda al sol arriba de La Caprichosa, el nombre dado a su vehículo de 1994.

Una gira artística por América Latina se transformó en una odisea en tiempos de coronavirus, que llevó a reformular todo el proyecto original y a crear una nueva forma de expresarse, con nuevos contenidos.

A principios de año, los teatristas tucumanos Ezequiel Nasci y Julieta María Ascárate decidieron lanzarse a las rutas del continente, para conocer nuevas culturas y llevar sus obras a otros territorios. “Convertimos nuestra camioneta Renault Trafic modelo 94 en un motor home y cargamos todos nuestros trabajos para salir de viaje. El 15 de enero comenzó esta aventura”, relata Nasci.

Al vehículo lo bautizaron La Caprichosa, porque se comportó de una manera particular y demandante casi desde dejar el garage. Todavía en territorio tucumano, a apenas 70 kilómetros de su casa, se detuvo por primera vez. Para evitar gastos y sorpresas (como la que estaban teniendo) se habían preparado en nociones básicas de mecánica y lograron sortear el primer desafío. Hubo más durante el viaje, que desde el vamos se anunciaba como desafiante.

Las valijas estaban cargadas de ideas y de puestas en escena: “La otra cara de la moneda”, “El extraño caso de la mujer incógnita” (inspirada en la historia de Marita Verón y publicada en libro), narraciones infantiles, trabajos para espacios abiertos como “Ñeco, fragmentos de una clown” y “Romeo y Julieta en clown”, una caja de títeres individuales con la técnica lambe-lambe, música, equipos de fotografía, propuestas de talleres y muchas opciones más.

“Primero realizamos funciones en Salta y luego en Jujuy hasta finales de febrero. Con la llegada de marzo y el comienzo de una nueva temporada, emprendimos camino hacia el exterior. Cruzamos a Chile por el Paso de Jama y de ahí nos fuimos directo a Tacna, en Perú. El apuro en llegar era que ahí nos esperaba una familia de teatristras con funciones ya programadas, tanto en salas como en calle, y para el dictado de cursos y seminarios teatrales. Logramos realizar todo lo que estaba ya programado y acordar muchas otras actividades en colegios y en distintos lugares, como Cusco, Arequipa, Lima o Trujillo”, describe el director.

Pero (en toda narración siempre hay un pero) llegó la pandemia. “Lamentablemente se fue cayendo de a poco todo lo previsto. Al ver que la situación se agravaba, tomamos la decisión de volver a Tucumán, pero ya era tarde. Las fronteras se habían cerrado y en todo Perú estaba declarada la cuarentena. Primero fueron 15 días, luego otros 15 días más y así todo fue extendiéndose como ya sabemos. No teníamos cómo volver, y la idea de dejar la camioneta allá, con todas nuestras cosas, para ser repatriados por avión no era una opción. Por suerte una familia amiga de Tacna nos dio hospedaje y entre todos nos ayudamos para afrontar lo que nos tocaba vivir”, recuerda.

Esa convivencia se extendió por tres meses y medio antes de poder encarar el retorno a la Argentina, tiempo suficiente como para crear material audiovisual que fueron compartiendo por las redes sociales y por su canal de YouTube. “Al principio fue una alternativa laboral, pero después entendimos que la idea principal era compartir, de forma pública y gratuita, nuestras expresiones artísticas para hacerle frente al malestar que provoca el encierro y aportar humor para levantar el ánimo, al mismo tiempo que concientizar sobre la importancia de cuidarnos. Junto con ello, subimos material educativo para los más pequeños. Fue nuestra forma de no caer en la depresión, ni abandonarnos como artistas. Si, definitivamente el arte fue lo que nos mantuvo fuertes”, remarca.

“Fueron muchos los trámites que tuvimos que hacer para poder volver al país, pero nunca bajamos los brazos y colmándonos de paciencia lo logramos. Ya en Argentina, decidimos continuar con nuestro proyecto audiovisual y seguir explorando este mundo virtual que nos interpela: por ese motivo nos encontramos desarrollando nuevas ideas que nos acompañan hoy y cuando todo pase. Nos resulta emocionante pensarnos como una productora que actúa en el mundo real con las obras que ya teníamos y con otras nuevas, y en el mundo virtual con cortos animados o de títeres, con música y con toda producción audiovisual para ese entorno”, detalla.

Una experiencia de este estilo implica un cambio profundo, que en el caso del grupo implicó hasta el nombre: “decidimos llamarnos Nómades Artistas Itinerantes, porque el arte es libertad, puede estar aquí, allá, en todas partes. También porque nos consideramos artistas que viajan entre las distintas expresiones, como ser el cine, la música, el dibujo, la poesía, la fotografía o la dramaturgia, pero principalmente somos el teatro que recorre libremente los escenarios del mundo”.

Pareja en el arte y en la vida, volvieron a Tucumán y concretaron otro de sus objetivos: se casaron recientemente, en pleno pico de contagios de covid-19 en la provincia. Se quedarán acá hasta “que vuelva la normalidad y luego la idea es hacer giras por Córdoba y provincia de Buenos Aires”, adelanta Nasci.

“Lo que ahora estamos analizando es cómo organizarnos con los tiempos, dado que venimos trabajando en varios proyectos nuevos, algunos de salida más rápida y otros que se estrenaran el año que viene. Queremos ser positivos y hacernos a la idea de que en 2021 podremos salir a la calle y hacer funciones en todos los lugares posibles”, augura, con la energía de confiar en un futuro cercano lleno de risas y sueños compartidos.

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