

La producción de biocombustibles genera para la cadena agroindustrial cuatro elementos claves: desarrollo sostenible y amigable con el ambiente, valor agregado, desarrollo regional y soberanía energética, según indicó Patrick Adams, director ejecutivo de la Cámara de Bioetanol de Maíz, en una columna publicada por La Nación.
“¿Por qué gastar nuestros pocos dólares importando energía contaminante cuando se puede cubrir ese faltante con energía renovable proveniente del sector más competitivo de nuestra economía?”, se pregunta. Contó que en sólo 15 años, la industria de los biocombustibles invirtió en Argentina unos U$S 3.000 millones para construir, desde cero, una industria federal, cuyo valor de mercado es hoy similar o superior al de YPF y que permitió ahorrar millones de toneladas de CO².
“En vez de asustarse y de atacar las energías limpias, los refinadores de petróleo deberían incorporar a su vocabulario palabras como cambio climático, solidaridad intergeneracional, sustentabilidad, economía circular, y bioeconomía. No pueden seguir comportándose como si nuestros hijos y nietos no tuviesen derecho a la vida”, afirmó.
Indicó que actualmente el corte de un 12% de las naftas con bioetanol es muy bajo respecto de su potencial y representa menos de la mitad de las mezclas de Brasil o Paraguay. “Con sólo un 5% de las 50 millones de toneladas de maíz que produce Argentina al año podríamos llevar la mezcla al mismo nivel que nuestros vecinos, generaríamos inversiones de más de U$S 1.000 millones, miles de empleos, desarrollo regional, sustitución anual de cientos de millones de dólares en importaciones de naftas, además de cuidar el ambiente y preservar la salud de la población”, finalizó.







