28 Septiembre 2020
Pablo Acuña
Ex jugador y entrenador de Los Naranjas
Son varios factores. En Tucumán, el rugby es un fenómeno social muy fuerte, gracias al trabajo de mucha gente a lo largo de muchos años. A partir de la década del 70, los clubes de la provincia comenzaron a destacarse en el país, pero eso no terminaba de reflejarse en el seleccionado, porque no había la organización necesaria. Ya en los 80, y con el trabajo de dirigentes con visión, como Lisandro Carrizo, llegó el mayor éxito de los Naranjas. Eso coincidió con una época en la que muchos equipos del mundo salían de gira, porque la competencia internacional todavía no estaba tan bien organizada, y varios de ellos vinieron a Argentina y pasaron por Tucumán. Eso le permitió a nuestro seleccionado medirse contra los mejores, lo que contagió más a la gente. Acá jugaron los All Blacks, Francia, Inglaterra, Australia, y equipos como Auckland o Queensland. Con la llegada del profesionalismo, eso cambió.
Y en cuanto al Argentino, creo que se fue perdiendo porque las otras uniones no tenían el mismo sentimiento por su seleccionado como lo tiene Tucumán. Acá, los chicos tienen una escalera de objetivos: jugar en las juveniles de su club, después en los Naranjitas, llegar a la Primera del club y de ahí a los Naranjas. Eso es lo que veo yo, al menos. También tuvo que ver que muchos chicos se volcaron a otras disciplinas que fueron apareciendo. En este tiempo de pandemia, muchos jugadores están haciendo mountain bike, por ejemplo. Recuperarlos será un desafío.
Será también por eso que se observa menos gente en las canchas. Quizás no estemos haciendo las cosas del todo bien y haya que replantearnos en qué podemos mejorar.
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