Hojeando el Diario: el intendente, el cura y la natación

Hojeando el Diario: el intendente, el cura y la natación

El párroco Zueco de Montserrat desafió al arquitecto Diambra a una carrera.

SALUDO PREVIO. Los competidores se dan la mano ante la vista del novel arbitro el ingeniero Alvarez. SALUDO PREVIO. Los competidores se dan la mano ante la vista del novel arbitro el ingeniero Alvarez.

“Nadie lo podía creer. Apenas el arzobispo de Tucumán, monseñor Blas Conrero echó agua bendita a la flamante pileta que inauguró el Colegio Montserrat, aparecieron en traje de baño el intendente municipal, Dante Diambra y el párroco de esta zona, Vicente Zueco”, de esta manera se informaba sobre el evento en el reconocido e histórico establecimiento educativo de la zona oeste de la capital tucumana. Estamos hablando de un desafío deportivo que trastocó el acto previsto para aquel 21 de setiembre de 1970. La tarde se presentaba con buen clima para la natación ya que las temperaturas estuvieron entre los 22 y los 31 grados centígrados. Personal del colegio, maestros, profesores, padres, estudiantes y miembros de la comunidad religiosa fueron los testigos de aquella carrera que ya es parte de la historia del colegio.

Sigamos con la crónica: “hubo una conmoción. Muy pocos sabían que cuando el padre Zueco invitó al intendente a asistir al acto, se concretó un desafío, correr una carrera en las aguas purísimas, recién bendecidas. El arquitecto Diambra sin siquiera pasar revista a los kilos de más con que lo había condecorado el tiempo, como a todos, se acordó de sus veinte años, cuando el 21 de septiembre significaba la mágica posibilidad de picnics sobre la hierba, de estentóreos chapoteos en el río, de confidencias y de promesas”. El desafío ya estaba realizado ahora es interesante conocer la forma en que el funcionario llevaba la ropa de baño para no llamar la atención del los presentes en el acto. No llevaba bolso y a seguir el cronista indicaba “cuando salió del caserón de la avenida Sarmiento, tenía un brillo pícaro en los ojos y se ajustaba, por bajo el cinto, el pantalón de baño que iba a ser su vestimenta protocolar en el acto. Quería darles un gusto a la barriada de Villa Muñecas y Esteban Echevarría, de tener una pileta de natación”. Como vemos Diambra de ninguna manera quería llamar la atención sobre la ocurrencia que habían pergeñado con Zueco, quien como estaba en su casa y con sotana no tenía problemas con la vestimenta.

El momento

Todo estaba listo. El público tras la sorpresa inicial de ver a los competidores comenzó a sonreír y la expectativa creció fuertemente. “Bajo un sol de brillo enrarecido por la tierra que cubre desde hace varfios días a la ciudad, el arquitecto Diambra estrechó la mano del párroco, delante del secretario de Obras Públicas, ingeniero Víctor Manuel Alvarez, circunstancial árbitro de la insólita puja”, continuaba el relato. Se habían acabado las palabras, los nadadores tomaron sus puestos de largada y el público calló a la espera de la largada. El ingeniero Alvarez tomó esa responsabilidad y dio la voz “ya” con lo que se inició la competencia. El cronista a cargo de la cobertura demostró equidistancia sentimental de ambos competidores y demostrando un equilibrio justiciero al escribir: “más hábil o más zorro Zueco se zambulló primero y cómo un torpedo se lanzó hacia la meta. Académico impecable, el intendente hendió a su vez las aguas. El chapoteo tuvo el alma en vilo a la multitud apiñada sobre los bordes de la pileta; se destacaba la sonrisa plácida del padre Joaquín Cucala Boix, director del Colegio y propulsor incansable de obras”.

PICARDIA. Vemos al intendente en el aire mientras el párroco ya estaba en el agua. La multitud sorprendida.  PICARDIA. Vemos al intendente en el aire mientras el párroco ya estaba en el agua. La multitud sorprendida.

Todo el mundo alentaba a los competidores, pero el corazón de la mayoría estaba con el párroco, que llevaba la delantera por esa salida “pícara”. El cierre de la competencia fue apretado pese a la diferencia inicial. “Con el corazón en la boca, el arquitecto menos de un metro detrás del párroco” y al salir de la pileta “encantado, chorrreando, dijo entre jadeos: Con los curas no se puede”. Las risas contagiaron a todos que festejaron el triunfo del crédito local que dejó en alto la divisa del establecimiento que a partir de ese momento contaba con una piscina que iba a beneficiar a todos los chicos de la zona.

Recordemos que Diambra no fue la única autoridad que fue parte de enfrentamientos deportivos o culturales. En los inicios de su mandato el ex presidente Carlos Menem disputó partidos de basquetbol con figuras de la época que eran transmitidos por televisión. O nuestro ex gobernador Ramón “Palito” Ortega que en algunas oportunidades cuando se realizaron actos por alguna fecha especial tomó la guitarra y cantó para la multitud presente recordando sus tiempos de cantante de moda años antes, actividad a la que volvió años después de su incursión en política.

En el marco de la concreción del gran proyecto del Centro Histórico Monumental que iba a cambiar la fisonomía del área de la Casa de Histórica tenía como eje la Avenida Central que iba a unir el Palacio de Tribunales con la plaza Independencia. El proyecto no se concretó, pero de aquella avenida solamente quedó una cuadra, el pasaje 2 de Abril. En referencia a ello Nuestra crónica de junio de 1937 expresaba, bajo el título “Comenzó la demolición de las casas expropiadas para abrir la Avenida Central”, lo siguiente: “conforme lo había resuelto el Departamento Ejecutivo de la Municipalidad, se procedió con el auxilio de la fuerza pública, a dar principio a los trabajos de demolición de las propiedades de la calle General Paz al 400 que fueron expropiadas por la Comuna para abrir la Avenida Central”. Estando presente el intendente Roque Raúl Aragón llegó la noticia sobre la muerte de su madre, Manuela Gancedo, y tuvo que irse con urgencia. La ceremonia siguió sin él, pero días después regresó para dar uno de los golpes con la piqueta para comenzar a derribar una de las casas.

La fiesta de Julio

No sólo los políticos tenían participación espacial cuando se inauguraba una obra o se realizaban presentaciones deportivas. Las fiesta de Julio como se es decía antaño a las fiestas de la Independencia implicaban una serie de actividades donde se incluían las deportivas y culturales. En 1928 una de las actividades trascendentes de aquellas fiestas fue la visita del campeón de 1927 San Lorenzo de Almagro, que jugó con San Martín y la Federación Tucumana. Los encuentros, que se disputaron en el estadio de San Martín en La Rioja y Bolívar, contaron con un espectador muy especial: el padre Lorenzo Massa, que ofreció el lugar donde nació el club que lleva su nombre allá por 1908. El padre Massa llevó a la cancha a los alumnos de los establecimientos bajo su dirección para alentar, no sabemos si todos a los azulgranas, pero seguramente muchos a las divisas tucumanas. Además Massa tuvo a su cargo dar el puntapié inicial para el encuentro disputado entre el santo tucumano y el santo porteño que terminó con el triunfo de los locales 4 a 3. “Entraron los delegados de ambos clubes acompañados por el padre Massa para que diera el puntapié inicial. Al notar el público la presencia del distinguido sacerdote, fundador del club visitante, lo hizo objeto de una calurosa aclamación”, rescataba la crónica. Massa lanzó la pelota al jugador azulgrana Maglio. El padre había sido la cabeza de playa del grupo salesiano que desembarcó en nuestra provincia 12 años antes para iniciar la obra de Don Bosco.

Los actos inaugurales de diversas actividades llevan a algunos personajes a quedar en la historia en áreas que no le son tradicionales. En este sentido podemos hablar de Juan Heller, que desempeñaba la presidencia de la Sociedad Sarmiento en septiembre de 1923 cuando se produjo la primera transmisión radial pública en nuestra provincia, a quien le correspondió el honor de ser la primera persona en esta región del país en hablar por radio. Él fue quien abrió aquella transmisión que comenzó las 22 del primero de septiembre de 1923.

En aquella primera Fiesta de la Zafra de 1942 el gobernador Miguel Critto le correspondió el honor de coronar a la primera reina Nelly Elsa Orti y fue quien encendió la llama votiva tras la entrega de la antorcha por parte del famoso maratonista Raúl Ibarra que ganó la competencia previa.

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