Gustavo Ibáñez, fútbol puro en La Ciudadela

Gustavo Ibáñez, fútbol puro en La Ciudadela

El "Ratón" las vivió a todas en San Martín. Logró varios ascensos, marcó muchos goles y fue feliz; pero también mordió el polvo.

LA FOTO MÁS ACTUAL. En 2019, “Ratón” visitó la redacción de LA GACETA, antes de sumarse a San Pablo, el club que lo vio nacer. LA FOTO MÁS ACTUAL. En 2019, “Ratón” visitó la redacción de LA GACETA, antes de sumarse a San Pablo, el club que lo vio nacer.

Siempre soñó con ser futbolista y por eso desde muy chico se la pasaba pateando la pelota en la canchita de su barrio, Villa Rosario, en San Pablo. Gustavo Ibáñez llegó a San Martín gracias a un conocido que tenía contactos con los directivos, luego de haber hecho una pretemporada con Atlético. Defendió esa camiseta en todas las categorías -también marcó goles en todas- ganó varios ascensos, se transformó en ídolo y referente de la institución, pero se fue por la puerta de atrás y hasta el día de hoy esa es una espina que no puede sacarse. “No haber podido retirarme en San Martín es un dolor muy grande, inmenso”, afirma “Ratón” en diálogo con LG Deportiva.

Llegó en 2002 cuando el club estaba en ruinas, fue un estandarte en la escalada de la Liga a Primera entre 2004 y 2008 y decidió quedarse a poner el pecho cuando el equipo descendió al Argentino A en 2011 y la institución se caía a pedazos. Por eso, su inesperada salida en 2014 lo dejó algo herido. “Creo que merecía mayor respeto por todo lo que le di al club. Pero ya está, a San Martín le debo todo”, afirma intentando dejar atrás el problema y sin rencores, claro.

Prefiere acordarse de todo lo bueno; de los goles, de los ascensos, del cariño de los hinchas. Fiel a su estilo, no quiere entrar en polémicas; por eso desea archivar los tiempos oscuros. “La gente me muestra su cariño en todos lados, me dice que soy un ídolo y eso es hermoso. Creo que es por todo lo que logré en el club”, dice quien desde que dejó de defender la camiseta “santa” sólo volvió en dos ocasiones a La Ciudadela. “Fui a los últimos dos partidos contra Sarmiento; el 5-1 del ascenso a la Superliga y el 2-0 de este año. Me da mucha nostalgia estar en la tribuna y ver cómo la gente alienta. ¿Sabés lo que daría por volver a estar ahí adentro?”.

Pese a haber conseguido casi todo lo que se propuso, durante su última etapa en Bolívar y Pellegrini Ibáñez no la pasó nada bien. Desde aquel descenso en 2011 contra Desamparados fueron casi todas pálidas. Desorden institucional, crisis económica, malas campañas; pero él siempre estuvo al pie del cañón. “Ese descenso se produjo por una sumatoria de cosas. Perdimos partidos clave y en el club las cosas no estaban bien. En ese momento todas las patas estaban mal y lo psicológico juega. Esa fue una gran contra. Después, una vez en el Argentino, era difícil tener la cabeza en lo futbolístico. Lo institucional estaba mal y lo futbolístico no funcionaba”, sostiene “Ratón”, que en aquellos años lanzó una declaración que causó revuelo.

Cuando se rumoreaba que Atlético lo quería y que podía formar dupla con el “Pulga” (Luis Rodríguez), él declaró no tener problemas en cruzarse de vereda. Sin embargo, hoy asegura que eso nunca podría haberse dado. “Fue un momento de calentura, una confusión, y se armó todo un circo”, explica sobre un tiempo en el que la mano venía dura en La Ciudadela. “Igual que con ese rumor que hicieron correr diciendo que soy hincha de Atlético. La gente habla por hablar; siempre fui hincha de San Martín y nunca hubiese jugado en Atlético. Eso siempre lo tuve claro. No como otros que dicen que nunca jugarían en un club y después terminan yendo. Yo nunca hubiese traicionado mi amor por San Martín”.

Pero antes “Ratón” logró transformarse en “Súper”. Marcó goles clave y fue referente de equipos que le devolvieron el brillo al club. “Carlos Roldán fue el mejor entrenador de mi carrera. Sabía sacar lo mejor de cada jugador y era muy exigente. Por eso conseguimos tantas cosas”, dice el “7” bravo, ese que tenía en la mira a Atlético, equipo contra el que siempre brillaba. “En la semana previa a los clásicos me mentalizaba en dar lo mejor. Yo tengo bien en claro lo que representa jugar con el rival de toda la vida y por eso entregaba un plus. Siempre aspiraba a destacarme en esos partidos”.

Si bien hace tiempo que se fue, Ibáñez sigue de cerca a San Martín. Está feliz porque el club recuperó la buena imagen y cree que ese crecimiento fue lo que le permitió lograr cosas importantes durante los últimos años. “Hoy está mucho mejor que cuando yo jugaba; se lo ve mucho más preparado para jugar en Primera. Económicamente tienen bien a los planteles y a los empleados y eso es fundamental. Por eso ascendió a Primera y por eso hizo la gran campaña este año. Cuando una institución está bien, los resultados llegan solos. Es así”, remata antes de meterse de lleno en el problema con AFA. “Es una injusticia, una cosa de locos. Si hubiese sido un equipo de Buenos Aires el que estaba primero ya lo hubieran hecho ascender. San Martín fue el mejor, deberían otorgarle el ascenso”, sentencia.

No sabe qué será del futuro, pese a que quiere jugar un año más y ni siquiera hizo el curso de DT. Hoy Ibáñez sólo piensa en ayudar.

En el club Villa Rosario de su barrio todos los días les da la merienda a los chicos; y los sábados, el almuerzo. “Armé lo del merendero junto a mi sobrino Antonio. De chico la pasé mal, por eso hoy intento que los chicos del barrio tengan comida. Me hace bien ayudar y por eso trato de seguir adelante con eso”, destacó.

Ibáñez logró todo en San Martín y pese a que su salida no fue nada linda, él está dispuesto a todo. “Si me llaman, voy corriendo”, dice entre risas el ídolo “santo”, ese que derramó lágrimas por esa camiseta; en las buenas y en las malas.


En números

4 ascensos consiguió Ibáñez en San Martín. Logró subir desde la Liga Tucumana hasta Primera.

2 goles convirtió en finales: a Patria en el Argentino B y a Racing de Córdoba por el Argentino A.

5 camisetas defendió durante su carrera: San Pablo, San Martín, Quilmes, Iquique y Antoniana.

41 años tiene actualmente. Sin embargo no baja los brazos y quiere jugar un año más.

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