Tinta china

Juan Manzur y Osvaldo Jaldo estuvieron ayer juntos. Con ese acto, parecieron sellar la herida que había abierto la compra de insumos para el área de salud con recursos de la Legislatura y de otros organismos del Estado. Al menos eso muestran los gestos: primero el gobernador se olvidó de invitarlo y ayer lo hizo y recorrieron juntos el depósito donde está guardado el equipamiento. Son imágenes que hablan, pero también hubo palabras.

Antes de ese encuentro, en LA GACETA Play, el vicegobernador había sido cauto respecto de la presunta disputa con el gobernador. Afirmó que con el mandatario a veces hay diferencia de criterios con algunas cuestiones, que eso es normal, pero que están juntos en el mismo proyecto. Sin embargo, Jaldo también envió sutiles mensajes para algunos sectores. “La ministra (Rossana) Chahla fue muy enfática en agradecer el aporte de la Caja Popular de Ahorros, pero no la escuché poner el mismo énfasis para agradecer a la Legislatura que aportó casi $ 300 millones”, dijo. ¿Apuntó contra la ministra o más arriba? En realidad, sus palabras parecieron destinadas a esa mesa chica política que posee el gobernador en la que se encuentran, entre otros, los diputados Mario Leito y Carlos Cisneros. El bancario mantiene una estrecha relación con la conducción de la Caja y es un avezado asesor del gobernador. Hacía allí parecieron destinadas las palabras del vice, cuyo entorno atribuye a ese círculo del mandatario algunas posturas de Manzur tomando distancia de Jaldo.

Por eso, pese a la foto de ayer de ambos en el mismo acto, parece lejana la posibilidad de que la sintonía entre los dos sea fina. No es el único síntoma de la puja de poder entre las máximas autoridades políticas de la Provincia. El entredicho entre legisladores y concejales del propio oficialismo dejó explícita una situación que adelanta que, de ser necesario, la pelea por el poder entre uno y otro será a capa y espada. En concreto, un grupo de legisladores bien cercanos al titular de la Cámara salieron a cruzar la decisión del Poder Ejecutivo de cerrar bares y gimnasios. Sobre ello -también en LGPlay- Jaldo aclaró que era “una postura de los legisladores”, que se estaban manifestando a título personal. Difícil creer que algo escape al intransigente control del vice sobre lo que sucede en el Parlamento. Esa acción de los parlamentarios provocó una reacción potente de los concejales más afines al gobernador. De un lado y del otro se tiraron con todo. Hubo acusaciones de vínculos con narcos, de falta de apego al trabajo y de escasez de compromiso con la ciudadanía, entre otros duros epítetos. Ayer, el legislador Javier Morof -oficialista- sumó un capítulo. “Hay algunos que son más papistas que el Papa”, recriminó a los concejales. Ante la repregunta sobre la frase, admitió que evidentemente había ediles que estaban enredados en la presunta pelea entre jaldistas y manzuristas y que buscaban acomodarse con el gobernador. Después de sus dichos, el concejal Ernesto Nagle le respondió con tono conciliador y hablando de la necesidad de trabajar para la gente. Sin embargo, aclaró varias veces que “el conductor” del peronismo y de la provincia era Manzur. Todos mensajes para que el “círculo rojo” los interprete entre líneas.

Aunque se cansen de negarlo, el entredicho entre oficialistas también mostró que hay algunos movimientos de reacomodamiento de fuerzas. En la Legislatura, el otrora ultramanzurista Daniel Deiana habría decidido ponerse la camiseta del tranqueño. En el Concejo, José Luis Coronel hizo lo contrario y hasta habría bloqueado una reunión de ediles oficialistas con el vicegobernador. Los jugadores se pasan de un Boca a un River y habrá que ver qué costos pagan unos y otros en este período de “transfugación”.

En el medio, el escándalo en el que derivó una causa en contra de Ricardo Bussi provocó un sismo categoría 7 en el oficialismo. El juez Enrique Pedicone complicó con un solo escrito al gobernador, al vice, al legislador de Fuerza Republicana y a la Corte Suprema de Justicia. Si bien es “apenas” una denuncia, la de Pedicone no es cualquier demanda: es un magistrado implicando a las máximas autoridades de los tres Poderes del Estado en presuntas prácticas que significarían una connivencia político-institucional que colisiona de frente con la división de poderes. Es un artero disparo al corazón de las instituciones de Tucumán. El ministro del máximo tribunal Daniel Leiva, Manzur y Jaldo negaron enfáticamente haber intercedido para que la denuncia contra Bussi tome un camino determinado.

Será la propia Justicia la que deba echar luz sobre la cuestión. Sin embargo, la mancha será como esas que deja la tinta china, sea cual fuere el fallo. El desprestigio quedará prendido y será difícil que se difumine completamente de la institución que debería ser como un paño blanco, pulcro y sin puntos oscuros.

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