Los primeros fotógrafos fueron ambulantes

Los primeros fotógrafos fueron ambulantes

Las costumbres sociales. Reflexiones desde la filosofía, la ciencia y el arte. Las heliografías.

29 Agosto 2020

“Desde que nació la fotografía estuvo condenada a ser un instrumento que corroborara la verdad y la mentira en todos los ámbitos. Se convirtió en un documento. Pero en realidad, su propósito fue el de convertirse en una representación visual de la burguesía”.

El texto se puede leer en el primer capítulo del libro “Para una interpretación de la fotografía en Tucumán”, además de un conjunto de reflexiones desde la filosofía, el arte y la ciencia que colaboran a comprender la naturaleza de ese arte. Carlos Darío Albornoz es fotógrafo científico, conservador y artista visual. Su publicación es el resultado de largos estudios con la Beca Guggenheim y el Conicet. El libro digital se puede leer en el sitio https://www.academia.edu/43946312/Para_una_interpretacion_de_la_fotografia_en_Tucum%C3%A1n_VOL_1_Dario_Albornoz

El relojero Claudio Aumada publicitaba retratos en daguerrotipo en el diario El Eco del Norte, en agosto de 1858. Simultáneamente se ofrecía la realización de retratos heliográficos. Pero el autor indica que el daguerrotipo se instala con Alfredo Cosson, en 1858 y Amadeo Jacques en 1859. Convive, entonces, con la existencia de un Museo Recreativo Estereoscópico.

El texto recuerda que en 1876, la Provincia participó en la Exposición de Filadelfia, en Estados Unidos, y en Chile. Un paquete de 68 fotografías de Ángel Paganelli integra el envío tucumano. Este fotógrafo registró imágenes de la llegada del ferrocarril (producida en 1876) y de ingenios azucareros. Albornoz, quien además investigó la colección del Estudio Bachur, escribe que excepto Paganelli, los demás fueron ambulantes y no tuvieron local fijo.

Aniceto Valdez es otro de los profesionales de ese tiempo, pero que además, ofrecía “pinturas al óleo de fotografía”. “Era un correcto pintor académico”, escribió Carlos Páez de la Torre (h) en un artículo de LA GACETA.

En el libro, Albornoz revela las costumbres sociales de ese tiempo. “Ante la simpatía de las niñas con Paganelli, deciden que el experto concurra a las casas y las retrate a las señoras vestidas de reinas”. En las casi 200 páginas de este volumen, hay temas relevantes como la fotografía de muertos, la de identificación policial o el álbum familiar.

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