
REFERENCIA INELUDIBLE. Bond fue encarnado siete veces por Connery.

Hace 17 años, Sean Connery se despidió del cine con “La liga extraordinaria”. En el cierre de esa película moría luego de entregarlo todo y salvar al mundo de un desastre. Simbólicamente, su última aparición encerró su concepción del arte dramático. Su vida se hizo privada.
El actor nació en Edimburgo, Escocia, hace hoy 90 años. De familia humilde (padre católico y madre protestante), pensó en jugar al fútbol para aprovechar su 1.90 metro, pero se alistó en la Marina Real Británica, hasta que le dieron de baja y se probó como modelo en una escuela de arte, de donde saltó al teatro musical con “South Pacific”.
Fue el cine su plataforma de reconocimiento internacional, donde comenzó en roles secundarios en películas a principios de 1950 hasta que el director Cy Enfield le dio lugar preferente en “Hell Drivers”, antes de partir a EEUU para “La gran aventura de Tarzán”. Hizo de elegante ladrón en numerosas producciones y de James Bond en siete filmes (desde “El satánico Dr. No”, de 1962, hasta “Nunca digas nunca jamás”, 21 años después); de monje en “El nombre de la rosa”; de militar en “Un puente demasiado lejos”; o de aventurero en “Indiana Jones y la última cruzada”. Se lo disfrutó en “Crimen en el Expreso de Oriente”, “Marnie”, “La tienda roja”, “El hombre que sería rey”, “El viento y el león”, y hasta en “Highlander, el último inmortal”. Por “Los intocables” se llevó el Oscar como mejor actor secundario, que sumó a su David de Donatello y al Cecil B. de Mille de los Bafta.
Los astros envejecen, pero el público mantiene de ellos una imagen inalterable, más en una figura de la potencia de Connery, con una apostura varonil impar y un tono de voz que no dejaba indiferente a nadie.







