Por Camila Carceller
23 Agosto 2020
LA GACETA/ DIEGO ARÁOZ
Los deportes en grupo sufrieron altibajos en sus rutinas por la pandemia. En general, primero suspendieron los entrenamientos presenciales y se lanzaron a la virtualidad; después de meses, lograron volver a ejercitarse cara a cara, pero ahora cancelaron por completo la actividad. Eso ocurrió en el hockey, por ejemplo.
Las y los aficionados al deporte comenzaron, como muchos otros, a entrenar en casa para fortalecer la individualidad y con el correr del tiempo, retornaron o intentaron retornar al trabajo en equipo respetando los nuevos paradigmas de la actividad.
El aumento de los casos en la provincia provocó que los entrenamientos de equipos se suspendan, y los clubes no se quedaron atrás en la medida. Es que, sin fecha definida, pidieron a los profesores que cancelen el trabajo hasta que pase todo esto. ¿Cuándo? A eso todavía nadie lo sabe.
Con esta decisión, las jugadoras y los jugadores no sólo dejaron de ir al club sino de recibir actividades para ejercitarse en su casa. Por lo que actualmente, salvo por decisión personal, no están haciendo nada.
¿Afecta? Claro que sí. No sólo en cuanto a lo económico -para los entrenadores-, sino desde lo físico, lo psicológico, la salud y, por supuesto, la unión de equipo.
Las bajas en los clubes se repitieron por el parate interminable de la actividad. Muchos cambiaron de deporte a alguno que sí pudieran practicar en pandemia, pero siempre con la ilusión de un pronto regreso.
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