Amor romántico: adiós al príncipe azul

Amor romántico: adiós al príncipe azul

Conceptos como la media naranja o las relaciones eternas han perdido fuerza en los últimos años. Mitos, vínculos y nuevas experiencias amorosas.

Amor romántico: adiós al príncipe azul LA GACETA / FOTOS DE INÉS QUINTEROS ORIO
14 Agosto 2020

Puede que ninguno de nosotros sepa cuándo ocurrió y aún así al nombrar la palabra “amor” una serie de recuerdos y de aspiraciones aparecen en la mente. Llegan las flores, las historias de Disney y los corpulentos peluches, en compañía de películas con manos entrelazadas e insistencias a las medias naranjas. Todo ello bajo la lupa del amor romántico: un ente que impone ciertas aspiraciones -nada realistas- a alcanzar.

Desde hace años el concepto está en detrimento y, con los nuevos movimientos de reivindicación sexual y afectiva, hay estudios que afirman su pronto exterminio.

Amor romántico: adiós al príncipe azul

“Entre sus mayores mitos está el hecho de que el amor aparece de la nada o cuando llega la persona indicada, como si fuera un producto que encontré o perdí. Este pensamiento es nocivo porque le quita foco a la responsabilidad individual en la construcción de los vínculos y al esfuerzo que requiere. Debemos psicoeducar para que la gente entienda que las relaciones implican compromiso y negociaciones diarias”, comenta el filósofo Javier Martín Camacho.

Otra de las flechas que hieren la construcción del nosotros es la exacerbación del narcisismo. Un drama propiamente posmoderno. “Suele venderse el estar mal con uno mismo como una excusa para evitar mejorar o trabajar en la relación. Además, esta presencia del ‘yo primero‘ complica las negociaciones. Últimamente se nota una externalización constante de los deseos personales, sin ánimos de ceder. Y el resultado es que la gente se vuelca a acciones en las que tiene el control (sea el trabajo o el estudio) porque no encuentra a alguien que les cierre”, agrega el director de la Fundación Foro.

Parecidos, nunca iguales

En la división de límites y ensueños que representa el “ser de a dos” hay que aclarar los tantos: estar enamorados y amar no es lo mismo.

“El enamoramiento es un epicentro con el que se insiste desde el amor romántico. En realidad, hay muchas parejas que arrancan sus relaciones sin dicho estado; o que jamás lo sienten porque sus encuentros pasan por otro lado (como disfrutar un buen rato). Se trata de un periodo de tiempo acotado -dura a lo sumo un año y medio- con una fuerte idealización, deseo y confianza desmedida sin conocer por completo a nuestro acompañante”, detalla el psicólogo en alusión a las típicas “mariposas en la panza”.

En cambio, el amor acaba por ser más consciente. Y viste dos elementos extras: el compromiso (entendido como el respeto por los acuerdos mutuos) y la intimidad.

Designios y fortuna

Sumado al combo de atracción por los amores borrascosos, otra modificación en los asuntos del corazón es despedirnos de los acompañamientos eternos. “Durante épocas, la importancia de las relaciones se enfocó en durar a lo largo de los años, antes que en la calidad del vínculo. Hay bibliografía que insiste en el ‘fracaso’ como eufemismo para hablar de las separaciones. Ahora el foco lo lleva la satisfacción de necesidades y de expectativas”, señala Camacho, lo que se contrasta también en la disminución de la cantidad de matrimonios.

En primera persona

La crítica y búsqueda de una contraoferta para el amor romántico no pasa por omitir los suspiros o las declaraciones melosas hacia nuestra pareja, confidente y amigo. Al contrario, se trata de derribar los esquemas de conducta normalizadores y los estereotipos referentes al ser y sentir.

Al mirar al pasado, Estela Romina Paz Rojas aún recuerda las tardes en que -junto a sus amigas- jugaba a adivinar a qué edad se casaría y cuántos hijos tendría. Sin embargo, hoy, con casi 30 años, sus vivencias la condujeron a mantener un vínculo de acompañamiento no monogámico (“relación abierta”, como quien dice).

Afirma que sacarse de la cabeza los preesquemas es difícil. “El primer paso es reconocer la propia humanidad. Yo no quiero ser una princesa que espere a que algún día un noble caballero la rescate. Y la mayoría ya pasamos ese capítulo. Lo difícil es conservar la ternura”, indica la acompañante terapéutica, que asocia el amor romántico a la responsabilidad afectiva.

Amor romántico: adiós al príncipe azul

“Cómo mujeres tenemos un sinfín de condicionantes para evitar ponernos en el lugar de seres deseantes. Y cuando logramos hacerlo suele generar nuevos conflictos con aquellos varones que también esperan (aunque no lo digan) cumplir con la fantasía del amor romántico. Esa ficción de la mujer que todo comprende, perdona y acepta es una limitación para ambos a la hora de vincularse”, reflexiona la coordinadora de “Crisálida: biblioteca popular de género, diversidad afectiva sexual y derechos humanos”.

Por su parte, para Milagro Molina el sueño de ser “Susanita” también puede ir acompañado de la realización personal. “Desde los dos años, en mi cabeza estaba la idea de ser mamá. Recuerdo que en la primaria nos habían dado la tarea de imaginarnos el futuro y, mientras mis compañeros mostraban profesiones tradicionales, yo dibujé una familia con hijos”, revela la estudiante de Comunicación Social.

Sus vivencias -marcadas por  rutinas con tres hermanos, y una mesa extensa- son las que la llevan a asociar el amor romántico a la idea de una unión en el cariño.

No se trata de destruir el amor con planteamientos alternativos, sino de deconstruirlo.

INDUSTRIA CULTURAL. Milagro Molina es fan de los libros románticos, con finales como “Ana Karenina”. INDUSTRIA CULTURAL. Milagro Molina es fan de los libros románticos, con finales como “Ana Karenina”.
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