Cartas de lectores

- Tucumán, 1916

Estas palabras tienen por objeto complementar y resaltar la nota de LA GACETA recientemente publicada, haciendo hincapié en la generosidad de los tucumanos para aportar con sencillez, lo mejor a la celebración del Primer Centenario en Tucumán. La fiesta de 1910 tuvo como escenario a Buenos Aires, una ciudad cosmopolita en pleno ascenso, que era la puerta de entrada y a la vez, vidriera de esa suerte de milagro, la Argentina. La celebración de 1916 fue otra cosa. Estuvo enmarcada por una atmósfera muy diferente a la plácida y conformista de 1910. No obstante, el gobernador Ernesto Padilla, a pesar del retaceo de fondos presupuestarios y el nerviosismo político en torno al futuro presidente, se preparó para conmemorar con gran dignidad la histórica fecha. Desde fines de 1915 se constituyó una Comisión Provincial con personalidades notables. El programa fue adaptándose a los recursos, se dispuso al efecto una suscripción voluntaria y Padilla lanzó una emisión de “bonos de fomento” en concepto de títulos de deuda pública. A lo largo de 1916 hubo diferentes actos y obras. Se inició con la apertura del Gimnasio Sáenz Peña, se agregó el Museo Provincial de Bellas Artes, la Casa Colonial y terminó junio con la inauguración del Tranvía Rural, una vía que unía Villa Luján con la localidad de Yerba Buena. En el mes de julio, se agregó la escultura dedicada al Obispo Colombres en el Parque Centenario y las estatuas de fray Manuel Pérez y fray Justo Santa María de Oro, en el atrio de Santo Domingo. Padilla hizo una fiesta de la cultura ya que se reunieron en Tucumán el Congreso Americano de Letras y Ciencias Sociales y la Primera Reunión de la Sociedad Argentina de Ciencias Naturales con la participación de distinguidas personalidades en ambos encuentros. No faltaron las actividades destinadas al regocijo popular (concursos de bailes, match de boxeo) y los desfiles escolares y bendiciones de banderas. El 8 de julio se inauguró en calle 25 de Mayo, séptima cuadra, el “Panorama de la Batalla de Tucumán” una gran pintura que representaba el triunfo de Belgrano en 1812. A ellos se sumaron valiosas publicaciones. El gobierno, todos los poderes y la sociedad acompañaron con enorme entusiasmo y fervor patriótico los festejos. Afirma Félix Luna, en el prólogo de una publicación de mi autoría, “Tucumán en los dos centenarios (1910-1916)”: “El Centenario celebrado en Tucumán fue una fiesta más íntima, menos ostentosa, con carácter americano y nacionalista, con obras perdurables, vinculadas a la cultura. Esta conmemoración, la de la Independencia que, con justicia, fue de propiedad tucumana, completa la idea de aquellos tiempos signados por el orgullo nacional, el optimismo en el futuro y la conciencia de los logros obtenidos para ser una gran nación.

Elena Perilli de Colombres Garmendia
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- El Congreso de los Pueblos Libres

El denominado Congreso de los Pueblos Libres, reunido a partir del 29 de junio de 1815 en la ciudad de Concepción del Uruguay, provincia de Entre Ríos, fue considerado como la Primera Declaración de Independencia del Río de la Plata. Convocado por José Gervasio Artigas, fue complementario con el del 9 de julio de 1816 (reunió a las provincias andinas, cuyanas, del noroeste y altoperuanas, a las que se sumó Buenos Aires). El de 1815 convocó a las provincias litorales (Banda Oriental, Misiones, Corrientes, Entre Ríos y Santa Fe y se agrega una parte de Córdoba). Las actas se han perdido, como las originales del Congreso de Tucumán. Trató la política agraria, el comercio interprovincial y extranjero. Resolvió la confección de un reglamento. Reglamento Provisorio de la Provincia Oriental para el Fomento de la Campaña y Seguridad de sus Hacendados. ¿Sus objetivos? Una política de poblamiento y reforma agraria para la Banda Oriental. Hablaba sobre confiscación de propiedades de “malos europeos y peores americanos”, adversarios de la revolución patriota, para distribuirlas “a los más infelices” (negros libres, zambos, indios y criollos pobres). Los sectores acomodados de Montevideo tampoco vieron con buenos ojos al artiguismo a pesar de sus esfuerzos por mitigar los enfrentamientos con los hacendados orientales. Una y otra vez, Artigas rechazó los ofrecimientos de gobiernos porteños para segregar la Banda Oriental del resto del cuerpo de las provincias del Río de la Plata. Se prefirió entregar el antiguo Uruguay a los portugueses antes que convivir con el “anarquismo” artiguista. Salvo Córdoba, ninguna de esas provincias concurrió al Congreso de Tucumán en 1816. Lo consideraron innecesario. Ya lo habían hecho al de Arroyo de la China, hoy Concepción del Uruguay.

Pedro Pablo Verasaluse


- La paja en el ojo ajeno

Vivimos tiempo en que se ven posturas radicalizadas, fundamentalistas y fanatismo de toda índole. Nos encontramos con una atrofia de pensamiento que enferma a las personas e impide el diálogo social y la construcción de miradas más amplias sobre la realidad. Crecen todas clase de personas y grupos intolerantes que se aplauden a sí mismos (narcisistas que inventan su propio club de fans) y miran la paja en el ojo ajeno y no la viga en los suyos; sordos que no escuchan a quien tenga un matiz de discrepancia; están convencidos de que su idea es la mejor y la única válida, por lo que menosprecian las opiniones de los demás, calificándolos de ignorantes. Estas personas se caracterizan por su vehemencia y sus cartas, generalmente violentas, tienden a defender y exacerbar la posición propia contra cualquier opinión contraria. Atentan de esta manera contra los valores democráticos de diálogo y tolerancia; si algo no sucede como explican y piensan, quienes están cometiendo el error son los demás. El precio a pagar por la cristalización del pensamiento engendrada por el fanatismo resulta caro. Es el alejamiento de la verdad, porque para profundizar en el conocimiento debemos estar abiertos al descubrimiento de la parte de verdad presente en los demás, desde una humildad intelectual. El fanático político defiende con tenacidad y vehemencia sus opiniones, su propia verdad. Su capacidad de razonamiento es escasa, por eso es presa fácil de politiqueros corruptos y de sistemas autoritarios y dictatoriales donde el chantaje, el miedo y la mentira son utilizados para someter a la gente. El fanatismo político es uno de los principales problemas que afrontamos en la argentina; ha sido y es la causa de enfrentamientos, disputas y masacres a lo largo de nuestra historia.

Pablo José Giunta


- La ciudad desnuda

Hace unos días, me encontré con una señora a la que conozco de vista, que, luego de saludarme, me dijo: “A veces leo las cartas que escribe usted en LA GACETA, ¿no lo molestaría si le sugiero un tema, porque veo que mucha gente escribe pero no dice nada respecto a eso?”. “No, por favor –le respondí-, al contrario, dígame qué es lo que le preocupa, o si quiere aportar algo, ya que luego de escucharla, puedo armar una nota y enviarla al diario a ver si les interesa publicarla. Pero, le aviso que las cartas van a selección, por lo que no puedo garantizarle que la publiquen”. “Bueno –me dijo la señora-, se trata de la importancia que tiene hoy un plato de comida. Usted verá, ¿quién no escuchó en su vida que un plato de comida no se le niega a nadie? Por lo menos, la gente de nuestra edad, fue educada con esta forma de pensar. Pero, ahora, comer es caro. Es lo más caro que existe y supera nuestras buenas intenciones. ¿Qué más quisiera yo, que todos mis hijos, mis nietos, mis amigos vinieran a visitarme y yo tuviera todo lo necesario para convidarles y hacerlos sentir bien en su visita?”. Y continuó: “Yo soy viuda y vivo con una hija que tiene tres niños, ellos están desbordados de necesidades. Yo tengo que hacer magia para poder ayudarles. Con la comida, la leche, los pañales, los medicamentos cuando se enferman… con mil necesidades. Y muchas veces, don, la suma de gastos me impiden totalmente brindarles un plato digno de comida. Cuando vivía mi marido, era otra cosa, porque él se encargaba de traer a casa los alimentos. Pero ahora que él no está, tengo que volverme mezquina y eso me hace sentir muy mal, pero no me queda otra cosa que hacer que actuar de este modo. Esperar que la gente se vaya para recién comer, o mostrarle la dura realidad que tanto me avergüenza, que es la de no tener con qué cocinar”. Y rompió en llanto. Y mientras lloraba, agregó: “el 9 de julio, el Presidente, el Gobernador y otras gentes se llenaron la boca de promesas, como hacen siempre, y hablaron de cosas que no entiende la gente. Al menos, la gente como yo. Yo qué sé de la pandemia (sic) y de la producción, qué es lo que más conviene. O de la grieta de los argentinos, que seguramente la ejercen los que tienen todas sus necesidades satisfechas, por lo que tienen tiempo para andar peleándose. Yo lo único que sé, es que tengo que comer todos los días y ayudarle a que a mis hijos no les falte la comida”. “Le prometo que escribiré la carta, señora, con lo que a usted le preocupa; pero le recuerdo que no está en mí poder la decisión de publicarla o no”. “Bueno, no importa –me dijo la señora-, de todos modos, gracias por escucharme. Adiós”. Tras la conversación, recordé el final de un programa televisivo de los años 70, que siempre concluía de la misma manera. Diciendo: “Hay ocho millones de historias en la ciudad desnuda. Esta ha sido sólo una de ellas”.

Daniel Chavez



- Desigualdad con los jubilados

Los jubilados que están amparados por el PAMI tienen 170 medicamentos gratis. Sin embargo, los pasivos que han prestado servicios en la Administración pública provincial cuentan con el Subsidio de Salud como prestador para tal rubro, pero pagando un porcentaje de sus costos en las farmacias. Desigualdad absoluta si se tiene en cuenta que, en definitiva, todos son pasivos nacionales, pues dependen de la Anses (ley 24.241) pagando el 4,5% de sus haberes a las arcas provinciales. Un gobernador juró cortarse las manos si al Ipsst lo pasaba a la Nación. Lo hizo y sus manos siguieron adheridas a sus antebrazos. A los que tienen la autoridad competente les digo: reformen lo que haya que reformar para que la ley sea pareja, tal cual lo dicta nuestra Constitución.

Ramón H. Acosta


San Martín 303 - 
Lules

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