Todo es historia: un rival respetable, con guantes de mecánico

Todo es historia: un rival respetable, con guantes de mecánico

Hace cinco años, en Las Termas, Lucas Mohamed y Pablo Ortega hicieron un 1-2 inolvidable.

ESE GRAN MOMENTO. “Pabloso” y Lucas desatan el festejo tucumano en el podio de la Clase 2 del Turismo Nacional. ESE GRAN MOMENTO. “Pabloso” y Lucas desatan el festejo tucumano en el podio de la Clase 2 del Turismo Nacional.

La comunicación de LG Deportiva con Lucas Mohamed se terminaba y llegó una confesión sobre algo que sucedió el 9 de marzo de 2015 en el autódromo de Las Termas. “En aquella carrera que gané en la Clase 2 del Turismo Nacional corrí con guantes de lana que me prestó un mecánico. Era mi primera prueba del año, venía de meses sin correr y recién el viernes, antes de salir a entrenarme, me acordé que en la última competencia de 2014, en Olavarría, cuando disputé el título, le había regalado los míos de competición a alguien que me los pidió. De la locura que teníamos por terminar el auto me olvidé de comprar otros”.

Esa carrera, que pasó a las páginas de oro del automovilismo tucumano, tuvo a Mohamed como ganador, saliendo desde el segundo cajón de la grilla y haciendo debutar a un VW Gol Trend que habían armado con su papá “Lito” en el taller de Yerba Buena. Y lo del recuerdo dorado es porque su escolta fue otro tucumano, Pablo Ortega, que había largado desde la pole con un Renault Clio del GR Competición (fue la primera de su carrera), pero que no pudo defender la posición. “No había forma. No se pudo por el potencial con el cual él contaba, con motores muy buenos”, recordó.

ELLOS Y LA GENTE. El Gol Trend y el Clio toman una curva, ante una multitud. ELLOS Y LA GENTE. El Gol Trend y el Clio toman una curva, ante una multitud.

Aquel día de hace cinco años la realidad de ambos era bien distinta. Mohamed había peleado en 2014 por el título, perdiéndolo a manos del puntano Hanna Abdallah en Olavarría. Por reglamento, ya no podía seguir usando el VW Gol que tenía, por lo que tuvo que poner manos a la obra para armar otro coche. Le costó. Al punto de que no pudo correr en la fecha 1 en La Plata, porque no llegó con el armado del Trend. Ortega estaba en ascenso. Y no le quedaba grande el traje de candidato. “Era la época en la que empezaba a andar mejor, a pelear puestos adelante. Todo resultado era satisfactorio para mí”, contó.

En el autódromo termense a pleno, la final de la C-2 puso en vilo a los fanáticos tucumanos. Ortega dominó hasta la tercera vuelta, cuando Mohamed lo superó en una maniobra “finita”. “Todavía me emociono cuando me preguntan sobre esa carrera. Era imposible ganarla aún en sueños. Fue tremendo eso de terminar un auto sobre la hora, después de días de prácticamente no dormir, ir al autódromo sin probarlo y ya salir a girar. Por suerte tuve ayuda del equipo Citroën. Todo en el coche era nuevo para mí. Y para peor tuve trabas en la previa, que obligaron a más trabajo. El sábado a la noche estaba resignado. Y encima el domingo me doy con que la caja de dirección hidráulica se había desconectado. Fue como manejar una camioneta F100 en llanta. Tenía que buscar mi mejor palanca de brazo, y me ayudé dejando el volante original del auto”, explica Lucas. “Sabía que iba a ser tremendo el desafío. Era bueno pelear con Lucas, era un rival para respetar. La lucha fue muy linda, hubo un gran espectáculo para el público”, dijo “Pabloso”.

La cuestión es que, luego de que el semáforo pasó de rojo a verde, fueron 36’21”160/1000, tiempo que hizo el ganador, de adrenalina pura. “Me entusiasmé cuando vi que Pablo no me sacaba ventaja. Cuando lo pasé, pensé que ya no iba a superarme más”, recordó Mohamed.

El yerbabuenense dijo que cuando vio la bandera a cuadros se descargó gritando y llorando. Que ver tanta gente feliz lo llevó a la euforia. Que lo más importante para él no fue tanto ganar, sino haber compartido ese momento con su gente.

“Pabloso” agrega que a partir de esa carrera notó que lo veían con otros ojos, que sintió el cariño del público. Dice que vio a su papá, Bernardo, llorando; a su hoy esposa Andrea -que lo acompañaba por primera vez en una carrera- emocionada. Él no lloró, tampoco sintió bronca por no ganar. Pero se descargó en el podio y en el gran asado que compartió con familiares y amigos.

- Pablo, ¿qué hubieras querido que pase en aquella carrera?

- Me hubiese gustado ganar.

- Lucas, ¿cómo calificás a aquella victoria en Las Termas?

- Fue el triunfo más grande de mi carrera. Tuve otros, pero ese me marcó para toda la vida.

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