El Ojo Crítico: “Ju-On: orígenes”

El Ojo Crítico: “Ju-On: orígenes”

Netflix hace pie en el terror japonés.

 ¿QUÉ HABRA EN EL ALTILLO? La casa embrujada, un clásico del terror nipón, es el eje de la miniserie. ¿QUÉ HABRA EN EL ALTILLO? La casa embrujada, un clásico del terror nipón, es el eje de la miniserie.

BUENA

MINISERIE / POR NETFLIX

El tentáculo japonés de Netflix pisó sobre seguro en su primera superproducción internacional: se sirvió de una de las franquicias de terror más populares (“Ju-On”) y produjo una miniserie de seis capítulos con forma de clásico relato de fantasmas. Los episodios -que no sobrepasan la media hora de duración- ofician de muestrario. Los fans del terror nipón, una entusiasta comunidad global, no encontrarán nada nuevo. A los neófitos los esperan los tópicos de un género que los japoneses desarrollaron a su manera, una extrañísima e irresistible búsqueda del refinamiento estético combinado con pasajes no aptos para estómagos sensibles. Esto es así: tómelo o déjelo.

“Ju-On”, cuya traducción es, más o menos, la maldición, representa un lucrativo negocio nacido a fines del siglo pasado gracias a la visión de Takashi Shimizu. Además de dirigir los cortos de los que partió la franquicia y las primeras películas, pensadas para la TV, Shimizu saltó a Estados Unidos para hacerse cargo del reboot (estrenado como “The grudge”, al igual que sus secuelas). Hubo más filmes, incluyendo un crossover con “La llamada” (“Sadako vs. Kayako”). Se entiende entonces por qué Netflix apeló a la marca para nutrir a su plataforma con un producto fácilmente identificable.

Para diferenciarse del resto, y más allá de que la idea no tenga nada de original, aquí el viaje es hacia los orígenes del horror. Repasemos: hay una casa embrujada y un fantasma vengativo cuya maldad atraviesa generaciones. La miniserie va montándose como un relato coral en el que los personajes, en principio dispersos y desconectados, confluirán en un epílogo brutal (el último episodio es el mejor).

“Ju-On: orígenes” no escatima en gore ni en espectros ni en monstruosidades. Son el efecto de causas que la pantalla tampoco disimula: violaciones, violencia doméstica, adicciones, niños maltratados. Lo dicho, el terror japonés va a fondo para sacar a la luz lo más oscuro y profundo de una sociedad que en Occidente se percibe con otras maneras. En este caso, de fondo, los noticieros de TV sólo hablan de crímenes y de catástrofes. Esa sensación sombría y desesperanzadora cruza la historia escrita por Hiroshi Takahashi y Takashige Ichise, y dirigida por Sho Miyake.

Yoshiyoshi Arakawa encarna a un escritor presto a descubrir los secretos de su pasado, y a Yuina Kuroshima (Haruka Honjo) ese misterio la arrastrará al borde del abismo. ¿La miniserie daba para más? Sí, habrá que confiar en próximas entregas.

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