Cartas de lectores
05 Julio 2020

Cosas de la pobreza

El otro día, al mediodía, me hallaba sentado en la puerta de entrada de mi casa leyendo un libro, en momentos en que pasó un señor y me ofreció unos productos alimenticios que andaba vendiendo. Al responderle que no le compraría, me dijo que hace 10 meses anda ofreciendo distintos productos y no vende nada, que por favor le compre algo. Le respondí que lo entiendo, pero que yo hace 10 años no trabajo, por lo que no manejo ni un peso. A lo que el hombre, me contestó: “pero ¿una jubilación, una pensión, un plan, nada?”. “Nada -le dije-, a mí no me ingresa ni un peso mensualmente, por lo que vivo solamente de lo que aportan mi señora y mis hijos en esta casa”. Levantó sus cosas del piso el hombre y con una mirada, mezcla de bronca y enojo, me dijo: “no mientás viejo” y se fue. Yo me quedé lamentando no haber podido comprarle algo de lo que me ofrecía y pensando: “yo sé las broncas que se pasa cuando uno sale a vender en la calle, porque vendí diarios, cuadros para colgar, masitas, cubanitos, pollitos bebé en el campo y alguna otra cosa más que ya no recuerdo. Sé también que, pareciera ser, la mala suerte se ensaña con uno cuando más necesidades existen y uno  sale a rebuscárselas tratando de vender algo. Por eso lo justifico a este hombre, que con fastidio me trató de viejo mentiroso. Tal vez, al verme sentado leyendo un libro en la puerta de adentro de mi casa, se imaginó que yo estaba en una mansión sentado frente al mar o a la playa. Y me dije: ‘¡las cosas que tiene la pobreza!’. Y recordé la frase de Martín Fierro que dice: ‘sangra mucho el corazón del que tiene que pedir”. Aunque, este hombre, lo único que me pidió fue que le compre algo, para que de esta forma lo ayudara.

Daniel E. Chavez

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