El crimen de "Doña Rosa": la macabra obra criminal del llamado "Trío de la muerte"

El crimen de "Doña Rosa": la macabra obra criminal del llamado "Trío de la muerte"

Segunda parte.

UN PERSONAJE SINIESTRO. Julio César del Valle Scarone fue señalado como el autor de los tres brutales crímenes cometidos en cinco meses en Banda del Río Salí y en la capital. UN PERSONAJE SINIESTRO. Julio César del Valle Scarone fue señalado como el autor de los tres brutales crímenes cometidos en cinco meses en Banda del Río Salí y en la capital.

En apenas cinco meses, el llamado “Trío de la muerte” se llevó la vida de tres personas. El modus operandi fue el mismo en dos de los tres homicidios. Se cree que sólo una de las víctimas no conocía a sus matadores, pero las otras sí. En cada uno de los hechos los homicidas actuaron con premeditación y una saña pocas veces antes vista. También exhibieron una gran capacidad para tapar sus horrendos actos durante meses, desviando así la atención de los investigadores y de los familiares de cada uno de los asesinados. Pero nunca hay un crimen perfecto, sino “investigaciones imperfectas”, como diría Alberto Lebbos. Y en este caso no lo fue.

Cada una de las muertes fue planeada en una humilde vivienda del barrio San Antonio del Bajo, en Banda del Río. El cerebro de los homicidios, según se probaría en el juicio, era Julio César del Valle Scarone, un devenido artista plástico que se ganaba la vida como letrista. Los autores, sus discípulos y amantes Miguel Horacio Ledesma y Ricardo Héctor Sosa. Su accionar fue tan cuidadoso que hasta el día de hoy no se aclaró en cuál día cometieron los salvajes homicidios.

LA ÚLTIMA ASESINADA. Rosa del Carmen Díaz de Alvarado fue asesinada en mayo de 1991. LA ÚLTIMA ASESINADA. Rosa del Carmen Díaz de Alvarado fue asesinada en mayo de 1991.

Todo comenzó con la desaparición de Rosa del Carmen Díaz de Alvarado. La mujer fue vista por última vez el 2 de mayo de 1991. Según su yerno, Scarone, se había marchado con una persona que no sabía si era mujer o varón. Pasaron varios días para que sus parientes realizaran la denuncia en la comisaría de Banda del Río Salí. El caso fue girado a la entonces Dirección General de Investigaciones que era conducida por un polémico comisario Mario “El Malevo” Ferreyra. Pero pasaban los días y, como nadie hacía nada, Aldo Alvarado, el hijo de “Doña Rosa” que era policía, se presentó en la Brigada de Investigaciones Este para pedir colaboración.

El comisario Antonio Martín Miranda dudó en aceptar el ofrecimiento por una sola razón: dirigía una unidad integrada por ocho hombres y ningún móvil para cubrir todo lo que sucedía en Burruyacu, Cruz Alta y Leales. Terminó aceptando y comenzó con la pesquisa. “Fue un trabajo arduo que nos llevó varios días de entrevistas. Hablamos con los integrantes de la familia, los vecinos y, de a poco, fuimos sumando indicios”, comentó el comisario que ya está retirado de la fuerza.

La investigación para esclarecer el caso fue muy compleja. Pistas falsas, mentiras y encubrimientos formaron parte de una estrategia para mantener todo oculto. Cuando quedan pocos meses para que se cumplan 30 años del primer homicidio que cometió el “Trío de la muerte”, se supo otra verdad: “El Malevo”, como se pensó siempre, no aportó nada en el esclarecimiento de este plan macabro. “Cuando teníamos numerosos indicios decidimos demorarlo a él y a sus acompañantes para ver si algunos se quebraban. Salimos a hacer un procedimiento y cuando regresamos, un oficial me contó que Scarone había intentado abusar de un menor que estaba demorado. Ahí me di cuenta de que algo no estaba bien”, indicó.

UN PERSONAJE SINIESTRO. Julio César del Valle Scarone fue señalado como el autor de los tres brutales crímenes cometidos en cinco meses en Banda del Río Salí y en la capital. UN PERSONAJE SINIESTRO. Julio César del Valle Scarone fue señalado como el autor de los tres brutales crímenes cometidos en cinco meses en Banda del Río Salí y en la capital.

Miranda comentó que pidió hablar con Scarone, al que lo había entrevistado en más de una oportunidad. “’Me ganó. Mis discípulos le dirán todo’, respondió cuando le consulté qué había pasado con su suegra. A Sosa le hice la misma pregunta y me dijo lo que había pasado. También me contó que la habían enterrado en la casa de la víctima”, explicó.

El jefe de la Brigada Este le comunicó la novedad a la Justicia. Desde tribunales le ordenaron que iniciaran la búsqueda, pero que si llegaban una falsa alarma ellos se harían cargo del papelón. En esos tiempos era común que los investigadores arrancaran “verdades” a golpes y que esas confesiones no llegaran a ningún lado. Las excavaciones comenzaron por la tarde. En el lugar, se presentó “El Malevo” y protagonizó un hecho singular. “Esto no es olor a un muerte, es olor a cloaca. No vamos a encontrar nada aquí”, dijo molesto porque otros hombres y no lo suyos parecían haber esclarecido el caso. A los minutos, se dieron con el cuerpo de la mujer desaparecida y, al poco tiempo, con el de otro hombre que llevaba varios meses sin ser visto y que nadie lo había buscado o reclamado por su paradero.


La muerte del albañil

Oscar Rubén Rivero era un albañil que vivía en la habitación que alquilaba en la casa de “Doña Rosa”. De su vida privada poco se sabía. Era oriundo de Villa 9 de Julio, pero no tenía contactos con su familia. Al parecer, había decidido refugiarse en esa vivienda bandeña porque había mantenido una relación con una mujer casada. Los vecinos dijeron que ese hombre reservado dejó de ser visto en los últimos días de noviembre de 1990. Scarone, que con el correr de los días quedaría al descubierto que era un especialista en desviar la atención, se había encargado de hacer correr la versión que el hombre estaba trabajando en Salta.

LA PRIMERA VÍCTIMA. El albañil Oscar Rubén Rivero habría sido asesinado el 3 de diciembre de 1990. LA PRIMERA VÍCTIMA. El albañil Oscar Rubén Rivero habría sido asesinado el 3 de diciembre de 1990.

Según la investigación, supuestamente fue asesinado el 3 de diciembre de 1990. Después de haber sido detenido, Ledesma confesó que ese día encontró a Rivero y a Acosta manteniendo una feroz pelea por lo que le pegó con un palo en la cabeza, pero que sólo lo hizo para separarlos y que su intención no era matarlo. En un crudo relato, señaló que fue a buscar un trapo para taparle la cabeza y que cuando regresó, encontró a su amigo ahorcándolo. “Cuando le pregunté qué estaba haciendo, él me respondió: ‘me estaba haciendo burla’ y le dije que parara porque estaba muerto”, declaró en el juicio que se hizo en contra de los tres imputados. Sí reconoció que entre los dos decidieron enterrarlo debajo de la cama de Sosa. Para cumplir con su objetivo, cavaron un pozo, arrojaron el cuerpo, lo taparon con tierra, formaron una capa de cemento, por arriba volvieron a tirar tierra y, por último hicieron el contrapiso.

No hubo contradicciones cuando decidieron contar la maniobra que hicieron para ocultar el cuerpo del albañil. Lo demás fue descartado. Sí se confirmó que al albañil lo terminaron matando de un fuerte golpe en la cabeza producido por un pico o una maza, herramienta que tenía la víctima en la vivienda donde fue asesinado.


El guiso de la muerte

En el tórrido verano de 1991, hubo un caso que no fue muy difundido por los medios en esa época: el crimen del artista Ramón Okon, ocurrido en su vivienda de Italia al 1.200. Los vecinos alertaron a la Policía porque sentían un olor nauseabundo. Los uniformados ingresaron al domicilio el 14 de febrero y encontraron el cuerpo del dueño de casa desnudo, con un cartel de cartón corrugado con la leyenda que decía: “por botón de la cana”.

La víctima era conocida por pintar cuadros. Su especialidad eran los caballos. Sus obras eran de baja calidad y, normalmente, se las regalaba a los comisarios más importantes de la fuerza para quedar bien con ellos. Algunos indicaron que además era un informante clave para los investigadores. Okon caminaba por bares y lugares donde se reunía (o mejor dicho se escondía) la comunidad homosexual.

Entre cuatro y cinco días antes, de que se hallara el cuerpo de la víctima, Ledesma y Sosa se presentaron en el domicilio. El artista les dijo que se retiraran porque estaba manteniendo una reunión con otros tres jóvenes. Volvieron al otro día. Comieron un guiso y después se acostaron con él. Los discípulos lo sujetaron y Ledesma le aplicó entre tres y cuatro puñaladas que le provocaron la muerte casi en el final, según terminaron confesando en sede policial, palabras que fueron muy tenidas en cuenta por el tribunal que los juzgó.


El último crimen

El 2 de mayo, “Doña Rosa” se encontraba barriendo el fondo de su casa. Estaba juntando las hojas del gomero que estaban desparramadas en el patio. La relación con su yerno no estaba pasando por un buen momento. Mucho menos, con sus dos discípulos. Amanda, su hija, no estaba en la vivienda. Sosa se presentó ante ella y comenzó a charlar. En realidad, fue toda una maniobra para distraerla. Ledesma apareció por atrás y, con la misma maza que habían matado a Rivero, le aplicó un certero golpe en la cabeza.

Los homicidas pensaron que la habían matado, pero cuando intentaban ocultar su cuerpo, se dieron cuenta de que estaba viva. Sosa tomó una soga y la ahorcó, según la confesión que realizaron ambos. Luego, decidieron enterrarla en el mismo lugar y de la misma manera que hicieron con Rivero. Jamás se imaginaron que algún día se descubriría el hecho. Esos fueron algunos detalles del caso. Pero faltaban conocerse otros factores que harían mucho más espeluznante el caso.

Comentarios