La difícil situación del sector gastronómico y hotelero

La difícil situación del sector gastronómico y hotelero

01 Junio 2020

A 13 semanas de iniciada la cuarentena en el país, el sector gastronómico y turístico agoniza. Así lo expusieron en este diario, hace exactamente una semana, la Cámara de Turismo de Tucumán, la Unión de Hoteles, Bares, Confiterías, Cafés, Restaurantes y Afines, la Asociación Tucumana de Agencias de Viajes, Tucumán Bureau y la delegación local de la Asociación de Hoteles de Turismo de la Argentina. Y así se desprende de las postales que observamos tras los vidrios de los locales: sillas apiladas sobre mesas; incipientes sistemas de “café al paso” o para llevar, y algunos restaurantes que luchan por imponer un servicio de “delivery” en medio de una pandemia que castiga económicamente. Los hoteles ni siquiera tienen esas alternativas.

La situación es crítica para los propietarios, que fueron los primeros en verse obligados a bajar las persianas y que –todo indica- serán de los últimos en poder levantarlas. El cierre también alcanza a mozos, cafeteros, cocineros, personal de limpieza y proveedores, sólo del lado de la gastronomía. En la industria del alojamiento, y alrededor de ellas, hay mucho más personal afectado. Los vendedores de café alertaron que sólo se comercializa el 2% de este producto en los bares y restaurantes.

La semana pasada, concejales de Monteros solicitaron la apertura del tradicional complejo “La Perla”, en esa ciudad. También concejales de Yerba Buena pidieron al Gobierno que habilite a trabajar al sector, cumpliendo con los protocolos sanitarios: limpieza de manos y de calzado, distanciamiento social, corredores de entrada y otros de salida, mamparas… En definitiva, todos los cuidados que se están aplicando en el comercio. Advirtieron, además, que la cuarentena no se está cumpliendo, ya que se observa mucha gente en las calles. Y alertaron que “se está cocinando una gran crisis en el sector, que hará explosión en breve”.

En provincias como Salta, Jujuy, Corrientes, Santiago del Estero o Córdoba, donde no existe la circulación del virus y sólo se registran casos vinculados a viajeros, ya se produjeron estas aperturas vigiladas. Sin embargo, en muchos casos, esta flexibilización llegó tarde. En Córdoba (al igual que ya se observa en Tucumán) puede verse una dolorosa sucesión de locales vacíos en las galerías céntricas, que no resistieron dos meses a puertas cerradas. A partir de esta semana, la veda comenzó a levantarse para los fieles religiosos, que podrán asistir a los templos a rezar, y también se permitirán algunas actividades físicas al aire libre. Sin embargo, las autoridades postergaron la vuelta de actividades en gastronomía y hotelería. Todo hace suponer que, a mediano plazo, la industria sin chimeneas se activará “hacia adentro”: primero se ensayará en cada provincia, luego habrá intercambio entre estados vecinos y “seguros” (ya adelantaron su plan Salta y Jujuy). A su vez, resulta difícil imaginar que pueda haber en pocos meses un flujo importante de viajes al exterior, cuando en el resto del mundo ya se estaría presentando la segunda ola de casos de coronavirus, o cuando el vecino Brasil está muy afectado. En ese caso, Tucumán podría aprovechar el contexto para impulsar sus atractivos, atrayendo turistas. Por ello, debería pensarse en una apertura controlada, o en su defecto brindar subsidios concretos, con el fin de que cuando la reactivación se produzca todavía existan servicios en pie para brindar a los turistas, y no una postal de locales cerrados, como ya se observa en el territorio.

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