Las Pymes tucumanas, entre la crisis y la adaptación en medio de la pandemia

Las Pymes tucumanas, entre la crisis y la adaptación en medio de la pandemia

Buscar alternativas para escaparle a la crisis y sobrevivir con algunas restricciones.

Algunos pueden mantener activos sus negocios con algunas restricciones. Otros, en cambio, deberán esperar a que pase el peligro del coronavirus para retomar sus actividades dada su alta exposición. Maquilladores y organizadores de eventos entran en este último lote, y se ven forzados a buscar otras alternativas para subsistir. El común denominador para todos los emprendimientos ahora es reinventarse.

Librerías

Con atención reducida y apostando al delivery

Para las librerías, permanecer con las persianas cerradas durante marzo generó un enorme pérdida, ya que es este el mes del inicio de clases. Desde abril fueron autorizadas a trabajar con la modalidad de delivery, con lo que muchas lograron mantenerse.

La familia Bellos se maneja en el rubro desde hace 54 años, comenzaron con ‘Todolandia’ y tienen tres librerías. “Trabajar con deliverys nos ayudó mucho, pero sigue siendo complicado. Estamos bancando un montón de impuestos que no deberíamos”, expresó Ariel Bellos y aseguró que la prioridad es que sus empleados cobren el sueldo para preservar a sus familias.

Fabiana Méndez, dueña de ‘Librería San Lorenzo’ cuenta que decidió ver la cuarentena como una oportunidad: “buscamos soluciones a las nuevas necesidades de la gente. Creamos nuestra app, incrementamos la atención por redes sociales y los envíos a domicilio”.

Ariel Loza posee una imprenta, ‘Gráfica Loza’, y una librería de artículos escolares. Actualmente -contó- están trabajando a un 50%, en relación al ingreso promedio de la empresa, y utilizan ahorros personales para tratar de cumplir con las obligaciones inmediatas como los sueldos, el alquiler, los impuestos, etc. “Es la primera vez que atravesamos una situación así, de tanta incertidumbre y no pudiendo planificar más allá de una semana”, dijo el comerciante.

‘Sinapsis’ es una Pyme que nació hace cuatro años que se encarga de hacer agendas y cuadernos personalizados, por encargo. Su dueña, Solana Varela, comentó que el taller de la empresa se mantuvo cerrado durante un mes, pero que ese tiempo fue aprovechado para fidelizar clientes y armar nuevas estrategias para ofrecer el producto. Ahora, aprovechan el envío a domicilio para continuar con la fabricación y el diseño de sus agendas.

Diseñadores

Adaptar los productos a las nuevas épocas

Artículos de temporada, vestidos de fiesta, trajes, accesorios, grandes producciones tuvieron que frenarse o ralentizarse por la incertidumbre del mercado que genera la pandemia. A pesar de eso, el aislamiento despertó en muchos diseñadores nuevas inspiraciones.

Eugenia Flores se dedica hace 13 años al diseño de indumentaria. Tiene un atelier de alta costura y un negocio de diseño de uniformes empresariales y en medio de la pandemia comenzó a fabricar productos que la situación amerita, como tapabocas. La diseñadora de 35 años adelantó que su agenda está organizada como si este parate fuera a durar hasta diciembre: “la idea es seguir sumando productos  adaptados a estas épocas”.

Mariana Ulla tiene 31 años y es dueña de ‘Ula’, un emprendimiento que vende ropa de gala. “La cuarentena fue un golpe muy fuerte porque desde el año pasado venía trabajando en un nuevo proyecto que se lanzaría a fines de marzo y que debí suspender; sumado a que la comercialización de mi marca está parada”, contó.

Lu Bocoy hace todo tipo accesorios. Su marca lleva su nombre y hoy vende en locales multimarca. La diseñadora confiesa que al principio de la cuarentena tenía mucho miedo, pero que después se puso las pilas y comenzó a lanzar descuentos y promociones para atraer clientes. Además, diseñó tapabocas: “tenía telas de colecciones anterior y empecé a hacer barbijos. Tengo muchos pedidos y eso es lo que me está ayudando a solventar los gastos fijos”.

‘Sin Género’ es una pyme de ropa de diseño unisex. Vende a través de las redes sociales y en algunos negocios instalados. “La ropa que diseño, en general, se usa mucho para ir a fiestas electrónicas o festivales y, con todo esto, eso me afectó. Fue un golpe de entrada”, considera Lucas Onderwood, el ideador de la marca.

Chocolateros y pasteleros

Amoldar lo dulce para mantener las ventas

Los cumpleaños se celebran con los que viven en casa, las cuentas siguen llegando y la plata no sobra. Los emprendedores pasteleros sufren la crisis desde el comienzo del aislamiento obligatorio, pero no bajan los brazos e intentan reinventar sus negocios.

“Empecé la cuarentena triste, sin saber si podría vender para Pascuas. Pero luego me organicé y armé un local en casa para vender en el barrio. La gente me ayudó con los pedidos por Whatsapp y, por suerte, se fueron multiplicando”, contó Alejandra Ruiz, dueña de ‘Todo es Chocolate’. La joven de 39 años es profesora de informática, pero desde 2018 se dedica de lleno a la producción de su emprendimiento. Ahora continúa con las ventas vía telefónica y redes sociales, y aprovecha el tiempo para tomar cursos. “Inicié una campaña que se llama ‘Hablemos con chocolates’ y todas las semanas alguien me encarga un mensaje para una persona especial. Eso te da fuerzas para seguir, pase lo que pase”, dijo.

‘Miska Muska’ es un emprendimiento especializado en la elaboración de huevos de chocolate y tortas. El negocio es dirigido por Agustina Resino, una maestra jardinera de 26 años que emplea a dos personas más. Según explicó, las Pascuas le dieron un impulso a la marca. “Tenía mucha incertidumbre sobre cómo trabajar. Me informé y tomamos todos los recaudos”, expuso.

Mel Valdez es una pastelera que vive en Banda del Río Salí, ciudad donde desarrolla ‘Biscuit & Co’, un emprendimiento que cumplió cinco años en abril. “Actualmente trabajo sola por toda esta situación. Es mi única fuente de ingresos; si no trabajo, no tengo cómo afrontar las necesidades básicas”, aseguró. Valdez optó por achicar el tamaño de sus productos -argumentó- para adaptarse a las posibilidades de compra de los clientes durante la cuarentena.

Maquilladoras

El desafío de volver a resaltar los rostros

El maquillaje es utilizado a diario por mujeres y hombres para resaltar la belleza, tapar alguna imperfección, levantar el ánimo o disimular unos ojos tristes. Con la pandemia, los usuales préstamos de elementos entre amistades quedaron prohibieron para evitar posibles contagios. En ese sentido, la profesión de los maquilladores también se vio muy afectada y hoy sufre un rotundo cambio.

“Por precaución, cerré las puertas de mi estudio una semana antes del inicio de la cuarentena obligatoria. Hay que tener en cuenta que al maquillar estamos en contacto directo con el cliente y sería muy fácil transmitir el virus”, razonó Mica Viña. La joven contadora de 28 años es maquilladora y tiene su propio lugar desde hace cuatro años. La coyuntura hizo que todas sus actividades fueran pospuestas o  canceladas. “Es la primera vez en mi vida que me ocurre algo así. Tener todas las ganas de trabajar y no poder hacerlo”, se lamentó.

La opinión de Viña se replica entre sus colegas. Ana Anzorena lleva 25 años en el mundo del maquillaje y la cosmiatría. Tiene su estudio y una escuela que forma a futuros profesionales en la materia. “Me tocó vivir momentos más críticos del país en cuanto a lo económico, pero esto transciende cualquier realidad. Parece ficción”, comparó. Y remató: “la cuarentena puso en jaque mi trabajo. La creatividad es lo máximo ahora. Estoy viviendo de ahorros”.

Vale del Pinto encontró en las redes sociales una forma de sortear la crisis. La joven de 24 años comenzó a dictar clases avanzadas de forma online y tuvo buenos resultados. “Tras una semana sin trabajar, se me ocurrió continuar las clases de maquillaje al grupo avanzado pero de forma virtual. Con los días se fue incrementando el número de inscriptas”, contó -optimista- la amante del maquillaje.

Organización de eventos

Un trabajo truncado por la falta de fiestas

La preparación de un evento privado requiere la intervención de numerosos actores. Desde que se fija el día hasta que se concreta la cita, planners, DJs, cocineros, ambientadores, iluminadores, alquileres de vajillas, cocteleros, entre otros, reservan sus fechas y asisten al anfitrión para organizar la ansiada noche. Hoy todos ellos se quedaron sin trabajo por la pandemia y no saben cuándo podrán retornar a las actividades que eligieron como medio de vida.

“Estoy con muchísima incertidumbre y angustia. El rubro de los eventos es uno de los más golpeados y de los últimos que retornarán”, se lamentó Fernanda Jorrat. La joven  organizó su último casamiento el 7 de marzo. “Le venimos poniendo mucha onda. Hacemos charlas en vivo por Instagram y casamientos virtuales para acompañar a nuestros clientes, pero no es fácil”, confesó. “Es mi única fuente de ingresos”, agregó la emprendedora de 28 años, que ahora vive de sus ahorros.

Roberto Pérez Nazar es otro reconocido event planner tucumano. Trabaja en eventos desde hace ya 38 años y asegura que nunca le tocó atravesar un momento así. “Atravesamos la crisis del 2001, pero no hay punto de comparación con lo que hoy nos toca vivir”, puntualizó. El productor de 56 años tiene tres hijos y trabaja junto con su esposa, además de asistentes y personal creativo que dependen de los ingresos de cada evento. “Nuestra situación económica y financiera se verá seriamente comprometida”, anticipó.

“Fue un shock. En marzo se reactivaban los eventos y justo vino esto”, contó Sebastián Clementti, dueño de ‘Mamba’, un emprendimiento de alquiler de mobiliario para fiestas que cumple cinco años. El negocio representa la única fuente de ingreso de su familia y la ganancia también de dos ayudantes fijos. Todos buscan nuevas alternativas.

Vehículos

El mercado parado preocupa a agencieros

No pueden abrir sus puertas; no pueden vender por online ni mucho menos por delivery; no pueden hacer transacciones porque dependen de otros profesionales que tampoco pueden trabajar. El negocio automotor está sufriendo las consecuencias económicas de la pandemia y preocupa su recuperación.

“Al no abrir y al no funcionar tampoco los registros de automotor ni las escribanías, la actividad para nosotros fue nula”, contó Carlos Soro, uno de los propietarios de la agencia DeCars.

El empresario de 55 años trabaja en el rubro hace 20 años. “Estos meses son a pérdida para nosotros. Solventamos los gastos fijos con fondos propios porque no podemos vender y no sabemos hasta cuándo. Vamos a tener que pensar en cerrar el negocio porque si no pagamos en algún momento tendremos que entregar el local”, afirmó.

Gregorio Perdiguero Arriazú abrió su propio agencia de vehículos en 2017. “Estoy sin trabajar desde el 19 de marzo, debiendo afrontar gastos de alquiler, luz, teléfono e impuestos. Este mes pagué todo, pero no creo que pueda volver a hacerlo el mes que viene si la situación sigue así”, comentó el hombre de 44 años.

Sergio De la Vega trabaja en al compra-venta hace 25 años y hace algunos meses optó por la comercialización de vehículos sustentables. “Disminuye los costos para los usuarios preservando el medio ambiente”, comentó al asegurar que decidió enfocarse en motos, monopatines y bicicletas de estas características.

“Al ser un producto nuevo en el mercado, nuestros clientes desean probarlos, motivo por el cual se dificulta trabajar. Eso sumado a la cotización del dólar, nuestras operaciones se vieron muy afectadas”, mencionó el dueño de Sergio De la Vega Automotores.

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