La pandemia en un circo: de nómades a sedentarios; de artistas a emprendedores

La pandemia en un circo: de nómades a sedentarios; de artistas a emprendedores

Tuvieron que poner una pausa a su vida sobre ruedas y estabilizarse temporalmente. La experiencia de los artistas y su vida en cuarentena.

La pandemia en un circo: de nómades a sedentarios; de artistas a emprendedores

“Se cancelan los espectáculos públicos”, les dijeron el fin de semana previo a que se dictase el aislamiento obligatorio y desde allí, las telas, las cuerdas, los trajes y la carpa, permanecen guardadas. El mensaje llegó a principios de marzo, cuando el Circo Mundial aún estaba en Tucumán, por lo que debieron ponerse cómodos y prepararse para esperar.

Primero eran dos semanas, después se extendió y luego otra y otra vez. Cuando comenzó, nadie esperaba que 57 días más tarde siguieran sin poder trabajar. Encontraron un lugar que la municipalidad de Tafí Viejo les facilitó y allí permanecen a la espera de que telón se pueda volver a levantar.

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La carpa está enrollada en el centro, la estructura desnuda, las estacas dispersas en el verde y las casas rodantes estacionadas unas atrás de las otras, formando un cuadrante que cierra el predio y poco deja ver para su interior. Luisito sale de una de las viviendas con una bandeja en la mano. Está de jogging y zapatillas, y es difícil reconocerlo sin el maquillaje que utiliza cuando recrea al payaso del circo.

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“Con el tema de la pandemia estamos dedicándonos a hacer churros. Estamos la mañana amasando y a la tarde ya los salimos a vender”, cuenta. Luis comenta que con el paso de los días fueron notando que el parate iba a durar más de lo esperado y comenzaron a pensar qué hacer mientras tanto. En eso surgió el negocio de la comida en el que están involucrados algunos integrantes del show. Tartas dulces, donas, pochoclos y pasta también entran en la oferta.

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Luisito viene de familia circense y su madre, Teresa, también. “La Tere” –como le dicen sus compañeros- es brasileña y, en tiempos normales, suele atender el kiosco del circo. Con la llegada de la pandemia, la mujer se dedicó a ayudar a su hijo y ahora cocinan y reparten pedidos juntos por la ciudad. “No sé hacer otra cosa que estar en el circo. El circo es mi vida y sólo quienes viven de esto lo pueden entender”, dice emocionada.

“El circo se paró”

Todos juntos, al igual que en las giras, los artistas del circo están pasando la cuarentena. El predio está lleno de familias, adultos, niños y animales que necesitan cubrir sus necesidades básicas. Por eso, cuando todo comenzó, difundieron un video en el que pedían la colaboración de los vecinos para poder sobrellevar la situación. Tras la grabación, cientos de donaciones llegaron y con eso, más el dinero de sus producciones, están viviendo hoy. “El circo se paró y paró para todos. No podemos pedirles ayuda a colegas porque están en la misma. Hay mucha gente que colaboró con nosotros y estamos muy agradecidos. Esta plata que juntamos la guardamos por si alguno de los nenes se enferma y hay que comprar remedio, por ejemplo. Para alguna urgencia”, menciona el payaso.

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Carla Ledesma es una de las que hace números de altura en las funciones. Ella también comenzó a producir comida por encargo para vender en la ciudad. Primero probó suerte con las tartas dulces y después sumó tallarines caseros, no sin que antes los testeen sus compañeros, por supuesto. “Es bastante difícil porque estamos acostumbrados solamente a vivir de lo que es la función, la vida de circo. Con todo esto se nos cerró la entrada de todo nuestro ingreso”, dijo.

Otro de los maestros gastronómicos del circo es “El Tucu”. El acróbata ahora es especialista en donas que prepara y vende por encargo. Al igual que ‘La Tere’, dice lo que más extraña son las luces y los aplausos: “estamos acostumbrados al espectáculo, a hacer feliz a la gente y ver la carpa desarmada te da angustia muchas veces. Se extraña muchísimo”.

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Como la escena de las películas en la que los presos tachan los días que pasan en la pared, el artista hace una comparación. Con la mente positiva, pero también con cierta desesperación de volver a las tablas, confiesa que nunca vivió una situación similar y que no ve la hora de poder trabajar. “¿¡Cuánto falta!?”, se pregunta.

Ambos resaltan una situación que, al parecer, se repitió en muchos integrantes de diversos circos del país que optaron por buscar trabajos temporales para poder mantenerse. “Algunos se metieron en la cosecha por ejemplo. Los que eran de circo, se volvieron gente estable”, cuenta Luisito.

Pero esta situación desenmascaró otro problema entre los trabajadores del espectáculo: muchos nacieron en el ambiente y no conocen otra cosa más que el show y, si bien ahora rige un control sobre los estudios de los circenses, antes no y algunos no pudieron completarlos, cosa que les representa un obstáculo a la hora de conseguir un trabajo.

“Es lo único que sé hacer. Me largás a la calle y puedo hacer algo, pero tampoco me dan los trabajos porque no tenemos ni currículum ni la secundaria terminada”, comentó el acróbata Daniel Chávez.

Antes que baje el sol la mercadería se reparte. Caminando o en auto, los artistas dejan de lado las luces para cumplir con los pedidos de su nuevo público. A la noche no se escucha un ruido, todos se resguardan en sus casas, a amasan el sustento del día siguiente. Y así viven, día a día, sin aplausos ni música, pero con la solidaridad de los taficeños quienes los ayudan a mantenerse en pie.

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