Reporte Rural: se renueva el desafío de dejar de usar el fuego

Reporte Rural: se renueva el desafío de dejar de usar el fuego

Desde hace algunos años, el trabajo de la Mesa de Gestión Ambiental, para erradicar la quema de caña, viene dando sus frutos. Gracias a esta, al Gobierno y a los productores, el año pasado se certificaron más de 45.000 ha con la norma Local g.a.p. El inicio de una nueva zafra plantea una oportunidad para continuar transitando por este camino correcto.

El fuego en la producción de caña de azúcar es mala palabra; y su utilización, en la actualidad, está penada por la ley. Sin embargo, en cuanto arranca la zafra continúan viéndose las quemazones en los campos tucumanos. Generalmente se las realiza de manera desaprensiva, sin tener en cuenta los daños que produce. Y resulta, sobre todo, preocupante, porque el sector cañero se capacita de manera permanente para evitar que sus cañaverales sean afectados por el fuego, antes o después de la cosecha.

En Tucumán, más del 80% de la superficie con caña de azúcar se cosecha en forma mecánica -con el uso de máquinas integrales-, sin quemar la caña antes de la operación de cosecha. Esta práctica se conoce como “cosecha en verde”, y su implementación conduce a un sistema de manejo del cañaveral más sustentable y amigable con el ambiente y con las poblaciones vecinas a los campos productivos. La quema intencional continúa siendo el gran enemigo de esta alternativa de manejo sustentable que se desea incorporar.

En este sentido, tanto el Instituto Nacional de Tecnología Agropecuaria (INTA) como la Estación Experimental Agroindustrial Obispo Colombres (Eeaoc) trabajan denodadamente para erradicar esta práctica, que termina perjudicando al productor y a toda la sociedad. A estos organismos se adhirieron otras instituciones, empresas cañeras e industriales para conformar la Mesa de Gestión Ambiental (MGA) de Cruz Alta. Buscan diseñar y ejecutar estrategias para la erradicación gradual de la quema de caña. La norma Local g.a.p. y el plan de educación son algunos de sus productos más exitosos.

Tal como lo público LA GACETA en su editorial del martes, la actividad azucarera en la provincia es uno de los motores de la economía tucumana, hasta el punto que nuestra provincia es, desde hace más de un siglo y medio, sinónimo de azúcar.

Se afirma que cada vez que se inicia una zafra, durante varios meses modificará el paisaje tucumano: los caminos se poblarán de rastras cañeras, los ingenios trabajarán a pleno -en la medida en que la cuarentena lo permita- y el cielo se irá poblando de cenizas, al promediar junio y hasta fines de la molienda, como consecuencia de la quema de cañaverales y de pastizales, y de la actividad industrial.

Lo bueno es la MGA se puso a trabajar y a gestionar herramientas para que uno de los generadores de contaminación ambiental, como lo es la quema de cañaverales, se empiece a dejar de usar y, por el contrario, se comience a generar una conciencia del no uso del fuego. No sólo en el aparato productivo azucarero, sino también en toda la sociedad.

El diseño y puesta en funcionamiento de la certificación de las Normas de Buenas Prácticas Agrícolas -Local g.a.p. Tucumán Caña de Azúcar Sin Uso del Fuego- es la herramienta mediante la cual las empresas garantizan que el proceso de cosecha y el manejo de residuos en sus campos se efectúa sin el uso de fuego.

Con su entrada en vigencia, Tucumán se convirtió en el primer lugar del mundo que posee un protocolo internacional de gestión ambiental en este cultivo. El acceso a la certificación permite incorporar Buenas Prácticas Agrícolas (BPA) en los campos para reducir potenciales quemas accidentales o ajenas en las explotaciones cañeras; lograr una prueba sustancial para evitar la responsabilidad en las multas que impone la Dirección de Fiscalización Ambiental ante el incumplimiento de la Ley Nº 6.253 que prohibe la quema de vegetación en la provincia, y mejorar la imagen del sector ante la condena social que lo ubica como único responsable de la problemática.

En este sentido, un concepto central es sus acciones son las BPA entendidas como una manera adecuada de producir y de procesar productos agropecuarios, de modo que sus procesos cumplan con los requerimientos necesarios para una producción sana, segura y amigable con el ambiente.

Los números son elocuentes, ya que con esta implementación y mediante estrategias de promoción, entre 2015 y 2017 se fueron sumando empresas y la provincia alcanzó 15.000 ha certificadas con local g.a.p. Buscando potenciar esta cifra, en 2018 se lograron 27.538 ha certificadas; mientras que 2019 cerró con 45.101 ha certificadas en total; esto es, 17.646 ha más que el año anterior. Este número convirtió a la caña en el cultivo con mayor cantidad de hectáreas certificadas de Tucumán, seguido del limón.

Ni hablar de cómo disminuyo el área de hectáreas quemadas, tal como lo afirmó en su editorial LA GACETA.

La reducción de la quema se logró gracias al trabajo de concientización y de sensibilización realizado por la Mesa de Gestión Ambiental y por otras instituciones, como el Gobierno provincial. También gracias al esfuerzo de los productores, que aplicaron prácticas innovadoras y medidas preventivas en sus campos.

Con este nuevo inicio de zafra, el desafío es continuar en esa línea, donde la concientización y educación siga siendo la base de sustentación, no sólo al sector productivo, sino de toda la sociedad.

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