Ágata Galiffi, primera parte: el mito de “La Flor de la Mafia” creció en el Jardín de la República

Ágata Galiffi, primera parte: el mito de “La Flor de la Mafia” creció en el Jardín de la República

Ágata Galiffi, primera parte: el mito de “La Flor de la Mafia” creció en el Jardín de la República

Fue un hecho extraño y, probablemente, inédito. El nombre de Agata Galiffi se hizo internacionalmente conocido después de haber fallado en su plan de cometer un insólito robo al Banco Provincia hace casi 80 años. Sí, una de las entidades más grandes del NOA y el orgullo de los tucumanos que en esos tiempos funcionaba en la esquina de Las Heras (actualmente San Martín) y Laprida. Se trata de una historia que dio forma a la legendaria figura llamada “La Flor de la Mafia” o “La mujer infernal”. Una historia que dejó al descubierto los contactos de la cosa nostra (definición ajustada de las organizaciones criminales de origen siciliano) rosarina con la tucumana. Una historia, que paradójicamente, se hizo conocida por un fracaso.

Esta mujer, que dio vida a numerosos libros biográficos, cortos y documentales, nació el 14 de julio de 1916 en la localidad santafesina de Gobernador Gálvez. Fue hija de Juan “Chicho Grande” Galiffi, il capo di tutti capi de Rosario, que fue deportado a Italia en 1935 por las actividades ilícitas que cometió durante más de dos décadas. Murió ocho años después de un infarto que sufrió cuando los aliados bombardeaban Milán. Pese a haber nacido en una localidad del interior de Argentina, Ágata era una siciliana de cuerpo y alma. Esbelta, de tez blanca, cabellera negra y fundamentalmente, tenía unos ojos claros como el color del mar Mediterráneo que la hacían dueña de una mirada cautivante.

Los diarios de la época se encargaron de exaltar su belleza. El diario “La Nación” publicó: “es de rostro pequeño, de pómulos salientes, mirada brillosa”. El más sensacionalista, “Crítica”, también sumó otra descripción. “Sus ojos, sobre todo, producen un efecto singular. Brillantes y fuertes, están en constante acecho. Es su arma más poderosa [...] Y Ágata no lo ignora. Por eso les ha dado una sombra artificial, de afeites cuidadosamente combinados”.

Su nombre se hizo famoso a nivel nacional cuando el año 1938 llegaba a su fin. El 29 de diciembre estuvo involucrada en un tiroteo donde murieron dos policías rosarinos y un pistolero de su banda. Por ese hecho, comenzó a investigarse a “La Flor de la Mafia”, pesquisa que terminó con el fracaso del robo al banco de la capital tucumana. La opinión pública se enamoró de ese personaje y, con poéticas pinceladas, la pintaron de diferentes maneras.

“Es la suprema debilidad sentimental de su padre. Galiffi la crió con delicadeza, apartándola de todas sus actividades delictivas. Recibió una educación esmeradísima. Jamás le presentó a ninguno de sus colaboradores y cómplices (…) Tal vez la única virtud de este tipo de delincuente es el gran cariño que siente por su hija Agata, joven de singular belleza, de trato afable y de notable cultura”, publicó la revista “Ahora” en 1938.

El diario “Crítica” mostró otra imagen totalmente diferente. “Desde sus primeros años vivió en la atmósfera del delito, efectuando su aprendizaje en las reuniones en que se planteaban hechos resonantes que figuran en las crónicas policiales. En este ambiente de tenebrosos contornos fue formándose el espíritu de esta mujer, que actualmente se caracteriza por su temple varonil, su odio a la policía, su seguridad en cada decisión”, publicó.

Mirada tucumana

Agustín Haro es docente de historia y se especializa en estudiar los hechos policiales que conmocionaron a los tucumanos. Y reconoció que el intento al robo al banco Provincia fue uno de ellos. “Galiffi tenía una imagen muy fuerte a nivel nacional. Si bien pretendió dar el golpe en Tucumán, todo lo que hacía tenía trascendencia nacional por ser la hija del capo de la mafia en la Argentina. Debemos pensar en ella como un mito”, explicó el investigador.

“Norte Secreto: Historias y leyendas”, es el proyecto escrito y dirigido por Pablo Schembri que fue ganador de un concurso de series y documentales organizado por el Instituto Nacional de Cine Argentino (Incaa) y la Televisión Digital Argentina. La primera temporada estuvo integrada por ocho capítulos y el sexto fue: “La Flor de la Mafia: Ágata Galiffi y el robo al banco de Tucumán”.

“Una de las cosas que más me llamó la atención de esta historia es que una organización patriarcal como lo es la cosa nostra, no solo en Argentina, sino en todo el mundo, haya permitido el ingreso a una mujer, por más que ella haya sido la hija del jefe. Su paso fue sorprendente, hasta se llegó a decir que lo hacía mejor que su padre”, recalcó Schembri.

Agustina Garrocho fue la actriz que le dio vida a “La Flor de la Mafia” en ese capítulo de la serie. Para interpretarla tuvo que conocer los detalles de esa mujer de ojos esmeralda. “Su vida parece de película. Pasó de ser una mujer muy poderosa a estar encerrada en una jaula de 1,80 por 1,20 donde lo único que hacía era rezar y llorar”, explicó en una entrevista con LA GACETA.

CONMOCIÓN EN LA PLAZA. Los curiosos se acercaron al banco Provincia a conocer detalles del plan que ideó “La Flor de la Mafia” en mayo de 1939. la gaceta / archivo CONMOCIÓN EN LA PLAZA. Los curiosos se acercaron al banco Provincia a conocer detalles del plan que ideó “La Flor de la Mafia” en mayo de 1939. la gaceta / archivo

“Llegó a ocupar espacios impensados para la época por su género. Agustín Fernández Mediano, uno de sus cómplices, dijo que los pistoleros de la época le temían y la respetaban. Entró al psiquiátrico siendo ‘La Mujer Infernal’ y se fue cada vez más chiquita. El resto de su vida transcurrió en secreto. Su audacia, su falta de respeto por las convenciones sociales fueron las cosas que me parecieron más interesantes”, señaló.

Un triste final

Galiffi, tres años antes de caer presa, se casó con Rolando Gaspar Lucchini, el abogado de su padre que, después de la deportación de “Chicho Grande”, se transformó en el administrador de todos sus bienes y negocios, los buenos y los malos. Pero fue un matrimonio arreglado por conveniencia, no por amor. Tanto fue así, que Juan Galiffi le hizo un extraño regalo de bodas a la pareja y ese obsequio podría haber movilizado el intento de robo del banco años después.

Pero Ágata, al no estar feliz con esa relación, tuvo un amante: Arturo “El Gallego” Pláceres. Los tres fueron detenidos por el legendario hecho. Los tres se juramentaron que, el primero que saliera haría lo imposible para que los otros salieran del infierno. Pero nada de ello sucedió. Lo único que encontró “La Flor de la Mafia“cuando salió fue una demanda de divorcio presentada por su esposo. “Hay hombres que no valen nada y otros que valiendo mucho no comprenden a la mujer”, opinó en una nota publicada en el diario “Crítica” en los años 40.

Después de haber recuperado la libertad, “La Mujer Infernal” permaneció un tiempo en nuestra provincia. Se desempeñó como moza y después regresó a Rosario a tratar de recuperar todo lo que había perdido su familia durante su forzada ausencia. Finalmente murió en San Juan el 6 de junio de 1985, provincia que había elegido vivir para escaparse de las cámaras fotográficas y del acoso periodístico que había ayudado a construir ese mito que está más vigente que nunca.

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