El coronavirus y la crisis climática: ¿son distintos?

El coronavirus y la crisis climática: ¿son distintos?

“El coronavirus es una enfermedad que esperamos sea temporal y tenga impactos temporales. Pero el cambio climático lleva aquí muchos años y se mantendrá por muchos más”. El secretario general de las Naciones Unidas, el portugués António Guterres, urgió al mundo a entender que la crisis que la covid-19 está provocando es una muestra, concentrada, de lo que el calentamiento está causando y va a causar, a un ritmo más lento.

Así como la pandemia ha puesto en riña la supervivencia de la humanidad con más de 100.000 muertes en menos de seis meses, así se avecinan los muertos de las inundaciones, de los incendios y de las tormentas. Todo dependerá de cómo elijamos vivir el tiempo que nos queda. Si seguimos dejando que la inercia del sistema económico nos someta, nuestros hijos y nietos pagarán las consecuencias.

Han sido nuestros cuerpos los que han ayudado al virus a cruzar de un país al otro. Hemos sido nosotros los que, a través de la deforestación, hemos destruido los hábitats naturales de miles de especies. Los murciélagos y otros animales silvestres son un reservorio de virus. Dentro de su comunidad, esos organismos se mantienen controlados. Pero cuando se los obliga a desplazarse, se vuelven una máquina de mutaciones. Somos nosotros, también, los que hemos convertido a la última década en la más cálida jamás registrada. Y somos nosotros los que vamos rumbo a llegar a finales de este siglo con un aumento de la temperatura de más de 3 ° centígrados con respecto a los niveles preindustriales. De ocurrir, será catastrófico. Los glaciares de la Antártida colapsarán por completo. Las ciudades costeras como Londres, Buenos Aires, Nueva York o Shanghái serán tragadas por el mar. Y muchos paisajes, tal como los conocemos, desaparecerán para siempre.

¿Se necesitan más coincidencias para comprender que del mismo modo que los individuos cargan con un karma, la humanidad lo hace? Jair Bolsonaro y Donald Trump, en su pose de poderosos, llegaron a negar la epidemia. El virus los puso en su lugar. Y les demostró cuán precaria es la existencia. Son ellos además los negacionistas del calentamiento.

La comunidad científica internacional y los jóvenes piden medidas urgentes y a una escala sin precedentes para detener y revertir el deterioro de la Tierra. Mitigar el cambio climático y adaptarse a él; mejorar la calidad del agua y la capacidad de los recursos hídricos; sanear el aire; detener la pérdida de la biodiversidad; reducir la contaminación marina y abordar la descarbonización son algunas de las medidas que cabe adoptar.

El coronavirus casi no nos dio aviso. Aún así, fuimos capaces de realizar cambios totales e inimaginados. Entendimos que dependemos los unos de los otros. Entendimos que la mayoría de nuestros problemas eran insignificancias. Entendimos que podemos vivir sin compras sin viajes sin autos. Entendimos el precio de disfrutar de un día al aire libre. Y entendimos que es más importante cuidarnos y cuidar a aquellos que amamos.

El cambio climático sí nos está dando tiempo. Cambiemos. Evitemos el crecimiento económico a todo precio.  Soñemos y actuemos por un mundo vivible.

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