FENOMENAL ACTUACIÓN. Shira Haas brilla en la piel de Ester Shapiro, la joven decidida a encontrar su propio camino.
Muy buena
Miniserie / por Netflix
La historia se pone en marcha con un ritmo propio del thriller. Es el relato de un escape desesperado, el de Esty (Shira Haas), rumbo a la libertad. Para poner distancia de su familia, de su marido y de la comunidad a la que pertenece, Esty -que tiene 19 años y está embarazada- debe moverse con sigilo, pasar inadvertida hasta subir al avión que la llevará de Nueva York a Berlín. Después podrá emprender su propio camino.
“Poco ortodoxa” es una de las producciones más interesantes estrenadas por Netflix en los últimos tiempos. A lo largo de cuatro capítulos se descubre un mundo insospechado, fascinante y complejo: el de una comunidad judía jasídica encapsulada en una zona de Brooklyn. En el seno de ese grupo de familias ultraconservadoras las tradiciones milenarias se cumplen a rajatabla y la miniserie las describe en detalle. Puede lucir como una secta perturbadora desde el afuera, hasta que ciertas pistas van dejando margen para la comprensión. Por caso, el hecho de que están marcados por las pérdidas sufridas durante el Holocausto. Lo dice Esty en algún momento: “debemos tener muchos hijos para recuperar los seis millones que perdimos”.
Claro que para mantenerse fieles a ese ideario y a esas prácticas se necesita una convicción capaz de invalidar el deseo y Esty no está dispuesta a aceptar eso. Por eso huye, pero no le resultará fácil porque su marido (Amit Rahav), al que unieron por medio de una casamentera, parte en su búsqueda. Lo acompaña su primo Moishe (Jeff Wilbusch), un ludópata con aires de matón. Que Esty haya elegido Alemania es un dato central (allí vive su madre, en su caso expulsada de la comunidad). Es el camino inverso al que tomaron sus mayores tras la guerra, una suerte de regreso a la cuna de todos los males. Más imperdonable aún.
El relato de “Poco ortodoxa” se desarrolla en dos niveles. Por un lado, las experiencias que va descubriendo Esty en Berlín, en contacto con la música que tanto la apasiona y a partir de nuevos amigos, Por otro, en forma de flashbacks, la historia de Esty en el seno de la comunidad, con especial énfasis en el proceso de su casamiento y en la insólita vida sexual que la tradición la obliga a llevar.
Todo esto es real y se basa en la historia de Deborah Feldman, plasmada en el libro “Poco ortodoxa: el escandaloso rechazo de mis raíces jasídicas”. La miniserie está cruzada por la mirada femenina de las guionistas y showrunners Anna Winger y Alexa Karolinski, y la directora Maria Schrader. Todas ellas hablan durante un corto documental sobre el rodaje del programa que Netflix ofrece pegado al último episodio.
“Poco ortodoxa” está colmada de hallazgos, que van mucho más allá de la admirable reconstrucción de la comunidad jasídica y de la decisión de que la miniserie esté hablada, en gran parte, en yidis (es la primera vez que se emplea ese idioma en una superproducción). Es un drama profundo y conmovedor protagonizado por una mujer decidida a encontrar su voz. Esty es valiente, rebelde e irresistible. Una fuerza de la naturaleza a la que Shira Haas le pone una expresividad demoledora (recordar su nombre al momento de los Emmy). Cuando se lanza al lago, despojada de la peluca, flotando de cara al cielo, la belleza de la escena huele, decididamente, a libertad.








