Fernández desafía al campo y a los jueces, y brinda un respaldo histórico al aborto

Fernández desafía al campo y a los jueces, y brinda un respaldo histórico al aborto

El Presidente dijo que el suyo iba a ser un gobierno de científicos y no de “CEOs”, y repasó el estado calamitoso de la economía.

EL ESTRADO. Fernández lee su discurso franqueado por el diputado Massa y la vicepresidenta Fernández de Kirchner. EL ESTRADO. Fernández lee su discurso franqueado por el diputado Massa y la vicepresidenta Fernández de Kirchner. REUTERS
02 Marzo 2020

Alberto Fernández se convirtió ayer en el primer presidente argentino que respalda de manera explícita la legalización del aborto ante la Asamblea Legislativa. Este fue el pasaje más aplaudido del discurso que leyó en el Congreso de la Nación con motivo de la apertura del 138° período de sesiones. El jefe de Estado planteó la necesidad de discutir de nuevo una norma para legalizar la interrupción voluntaria de la gestación con el complemento de la educación sexual integral, y de una iniciativa de apoyo a las embarazadas y a sus hijos denominada “Plan de los 1.000 días”. El Presidente no sólo desafió a los sectores alineados con la reticencia eclesiástica, sino que también planteó retos para los productores rurales y los jueces. A los primeros les recordó que disponen de mejores condiciones para la exportación mientras que anunció a los segundos la licuación del poder de los Tribunales Federales porteños conocidos como “Comodoro Py”.

Fernández manifestó que los que producían y vendían en el exterior “debían hacer un mayor esfuerzo” porque disponían de una divisa estabilizada, mayor acceso al crédito y el congelamiento de los valores de los combustibles. “Que el campo crezca es uno de nuestros objetivos”, añadió. Y precisó que había hecho “una propuesta generosa” en materia de derechos a las exportaciones que solo incrementaba uno -la soja- de un total de 25 cultivos hoy afectados por esas retenciones. “Aspiro a que esta vez, mediante el diálogo, encontremos el camino que nos conduzca a sostener el desarrollo y a preservar las cuentas públicas”, auguró respecto de este tema espinoso, que tiene en guardia a los actores del agro.

En cuanto al capítulo institucional, el Presidente anunció que iba a prohibir que los espías tuviesen herramientas coactivas y actuaran como auxiliares de la Justicia. Acto seguido, manifestó que pretendía “transformar” el Poder Judicial a partir del cese de la designación de los jueces amigos y de la manipulación política. En este plano, la propuesta consiste en la fusión de los 12 despachos de “Comodoro Py” con los de los Tribunales penales porteños para que las causas de supuestos delitos contra la administración pública nacional estén en manos de medio centenar de magistrados. “Queremos desterrar para siempre las componendas entre el poder político y el Poder Judicial, sean del color que sean”, anheló el Presidente, quien se abstuvo de mencionar el vocablo “corrupción” y de ensayar autocríticas.

La palabra “devaluada”

Durante poco más de una hora, el mandatario se explayó sobre sus hallazgos tras los 81 días que lleva al mando de la Casa Rosada y sobre sus propósitos de gestión. Aunque no nombró a su antecesor en el cargo, Mauricio Macri, sí buscó diferenciarse: dijo que el suyo iba a ser un gobierno de científicos, y no de CEOs en referencia a los funcionarios importados del sector privado que ocuparon espacios relevantes de la administración anterior. En otra alusión directa a aquel ciclo, afirmó que su equipo “no venía con planillas de cálculo en las que los números cierran en teoría, pero dejan afuera a muchos sectores del pueblo”. “Estamos haciendo una Argentina inclusiva en la que el primer esfuerzo sea levantar a los caídos”, expresó.

Fernández dedicó la primera parte de su exposición a detallar el estado calamitoso de la economía. “Hemos encontrado una situación extremadamente delicada. Recibimos un país dañado en su tejido social y productivo, y con su alma herida por divisiones profundas”, definió. Luego de precisar que “no buscaba revanchas”, recordó que había habido una inflación récord en 2019 del orden del 53,8%, y que debía enfrentar una deuda pública también récord en montos y concentración temporal de los vencimientos (U$S 49.000 millones de capital este año). El Presidente mencionó que la desocupación alcanzaba a casi el 10% de la población económicamente activa, y que entre 2015 y 2019 habían sido destruidos 240.000 puestos de trabajo. La descripción incluyó dos años de recesión; caída de la actividad industrial durante 19 meses consecutivos; paralización del 60% de la obra pública y pagos atrasados por $ 35.000 millones, e incrementos “excesivos” de las tarifas de gas y de electricidad.

“En la Argentina de hoy la palabra se ha devaluado peligrosamente. Parte de nuestra política se ha valido de ella para ocultar la verdad o tergiversarla. Muchos creyeron que el discurso es una herramienta idónea para instalar en el imaginario público una realidad que no existe. Nunca midieron el daño que con la mentira le causaban al sistema democrático. Yo me resisto a seguir transitando esa lógica”, expresó Fernández a modo de introducción.

El ejemplo de Belgrano

El Presidente se colocó los anteojos con marcos redondos y casi no levantó la mirada del texto, ni siquiera durante los aplausos esporádicos de sus interlocutores. Fernández no mencionó a su compañera de fórmula, la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, que escuchó la intervención con un gesto inexpresivo. Sí, en cambio, citó una vez al marido fallecido de aquella, el ex presidente Néstor Kirchner, y al papa Francisco; en dos oportunidades se acordó del ex mandatario radical Raúl Alfonsín, e hizo un homenaje al prócer Manuel Belgrano en los 200 años de su muerte y 250 años de nacimiento. “Tuvo ideas de avanzada para su época, y una conducta signada por la honestidad y la entrega”, reflexionó. En el sector de los invitados especiales sobresalieron el conductor y dirigente deportivo Marcelo Tinelli, y dos de los cinco ministros de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, el presidente Carlos Rosenkrantz y Elena Highton (se informa por separado).

El temario desarrollado abordó la negociación con el Fondo Monetario Internacional (FMI) y la promesa de que ese arreglo no iba a frustrar los sueños de los argentinos. Fernández enfatizó su decisión de torcer el brazo a los “remarcadores de precios” que sometían “a los pobres bobos” de los consumidores. Y, hacia el final, comentó que observaba una ralentización de la pérdida del poder adquisitivo de la moneda. Además, especificó que se proponía crear una serie de organismos consultivos (se informa por separado).

En cuanto al aborto, el Presidente expresó que las sociedades del siglo XXI tenían que respetar la decisión de sus integrantes de disponer libremente de sus cuerpos. Fernández prometió que en 10 días enviará el proyecto de ley de interrupción voluntaria del embarazo, iniciativa que durante la presidencia de Macri obtuvo media sanción en Diputados, pero tropezó en el Senado. A diferencia de Fernández, Macri se había declarado a favor “de las dos vidas”, aunque había anticipado que iba a respetar la decisión del Congreso. Al final, prevaleció el statu quo de la penalización en un clima de altísima confrontación que ayer, tras la presentación en la Asamblea Legislativa, ya había comenzado a reactivarse mediante campañas a favor y en contra en las redes sociales.

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