Bonaparte, el descubridor de dinosaurios, enseñó en Tucumán

Bonaparte, el descubridor de dinosaurios, enseñó en Tucumán

A los 91 años falleció el paleontólogo José Bonaparte. Descubrió el Argentinosaurus y vivió 20 años en Tucumán.

COMO EN CASA. El paleontólogo trabajó en el Museo Miguel Lillo y siempre tuvo mucho cariño a Tucumán. COMO EN CASA. El paleontólogo trabajó en el Museo Miguel Lillo y siempre tuvo mucho cariño a Tucumán.
23 Febrero 2020

José Fernando Bonaparte, el paleontólogo que más dinosaurios descubrió en el mundo pasó más de 20 años de su vida en Tucumán. Inauguró muestras y capacitó a decenas de alumnos.

Nació el 14 de junio de 1928 en Mercedes, Buenos Aires. Según publicó la Fundación Miguel Lillo, Bonaparte completó sólo los estudios primarios. Trabajó de peón de albañil, vendedor de nafta, fue carpintero y manejó camiones. Cuando tenía 16 años iba mucho a la iglesia y dicen que le llamó la atención el adoctrinamiento, lo que lo llevó a leer el libro “El origen de las especies” de Darwin. Al cumplir 19 años, el pasado era una incógnita para él. En ese tiempo ya había extraído tantos fósiles de las barrancas de los ríos que fundó con unos amigos el Museo de Ciencias Naturales Carlos Ameghino, en su ciudad natal.

El 18 de febrero, esta eminencia de 91 años falleció en Mercedes, Buenos Aires.

Su paso por Tucumán

Llegó a la provincia en 1959 y se incorporó al Instituto Miguel Lillo de la UNT, donde fue profesor titular de Paleozoología y director de la Sección de Paleovertebrados.

El conocido como “el maestro del mesozoico”, pasó más de 20 años trabajando en Tucumán y descubrió entre otros, el Argentinosaurus, el dinosaurio hervíboro más grande hallado en nuestro continente. En 1978 se trasladó a Buenos Aires para tomar la dirección de la Sección de Paleontología de Vertebrados del Museo Argentino de Ciencias Naturales Bernardino Rivadavia en Buenos Aires.

En su carrera, llegó a ser investigador superior en el Conicet, donde publicó 150 artículos de investigación y seis libros. Fue becado por la National Geographic y en 2008 lo premió la Society of Vertebrate Paleontology de Estados Unidos. En 1980 sus ideas lo enfrentaron con sus colegas. Bonaparte insistía en que los grupos de animales y vegetales se originaban en el hemisferio Norte y el Hemisferio Sur. Los demás paleontólogos sostenían que todo se originaba en el Hemisferio Norte y desde allí habrían poblado en sucesivas oleadas el sur.

Recuerdos

“El doctor Bonaparte fue mi profesor. Él ya se había retirado de la provincia pero nos visitaba seguido y daba clases. Siempre hacía preguntas y se esforzaba por poner en aprietos a la gente joven”, recordó Norma Nasif, vicedecana de la Facultad de Ciencias Naturales. Nasif contó que a Bonaparte le gustaba desafiar a la gente: “era temido por los estudiantes, por sus maneras. Tenía un humor bastante irónico. Fue una persona muy didáctica para transmitir su conocimiento. Fue muy interesante en los estudios que él hacía, y las hipótesis que formuló”.

“Siempre le tuvo mucho afecto a Tucumán; formó aquí su familia. Fue uno de los generadores de una de las colecciones de fósiles más importantes de la Facultad de Ciencias Naturales, que tiene ejemplares reconocidos a nivel internacional. También creó el taller de preparación de fósiles que aún sigue funcionando”, añadió.

En sus inicios en la provincia, llevaba a sus alumnos tucumanos a la Patagonia a recolectar restos fósiles, sobre todo de dinosaurios. Sin embargo, según la publicación del Laboratorio de Anatomía Comparada y Evolución de los Vertebrados de Buenos Aires, muchos de sus alumnos lo recuerdan como una persona de mal carácter. Un poco grosero y a veces rencoroso. La mayoría de sus discípulos decidieron alejarse por los malos tratos. Según la publicación pesaban sobre el paleontólogo denuncias por acoso.

Florencio Aceñolaza, doctor en Geología, conoció en 1969 a Bonaparte y se hicieron amigos. “Solían llamarlo ‘Bona’ -dijo-. La paleontología nos unía. Él con los dinosaurios y yo con los trilobites. Nos separaban 300 millones de años pero nos unió el amor por nuestro trabajo”. Aceñolaza lo describió como un entusiasta de la ciencia que tuvo discípulos en todo el mundo. “La muerte truncó sus trabajos, que nunca abandono a pesar de su jubilación”, concluyó.

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios