Asistimos a la ruptura del relato manzurista

Asistimos a la ruptura del relato manzurista

08 Febrero 2020

- Por Patricio Adorno, profesor de Teoría Política y del Estado (Unsta).

Pareciera que, para el actual primer mandatario provincial, los inicios de gestión son un tema complicado. De hecho, basta con recordar que a mediados del año 2015, cuando comenzaba su aventura como gobernador, el tema predilecto por las mesas de café era el rol e influencia que el actual senador José Alperovich tendría en la dupla gobernante, y la independencia o autonomía que podría ejercer su hasta entonces vicegobernador.

Sin embargo, hoy lo que está sobre la mesa no es la relevancia de la (¿acaso acabada?) figura política que lo catapultó a la primera magistratura, sino que, muy por el contrario, se cuestionan las bases del relato político sobre las cuales, en estos cuatro años, construyó, sustentó y legitimó su gestión.

Este relato, el relato manzurista, puede explicarse en relación a cuatro pilares comunicacionales fundamentales: el primero, el pago en tiempo y forma de los salarios a trabajadores estatales; el segundo, el apoyo y fomento de los sectores de salud y educación; el tercero, la independencia y solvencia de las arcas provinciales, y el cuarto, su vocación de gobernar para “todos los tucumanos”.

Hoy asistimos a la ruptura de cada uno de estos cuatro pilares: por un lado, la suspensión del último tramo de la cláusula gatillo para los estatales puso en pie de guerra a los gremios y, particularmente, a los de salud y educación, cuyos referentes ya avizoran un complicado y conflictivo inicio del ciclo lectivo.

No obstante, tanto a raíz del préstamo contraído entre el Ejecutivo y el Banco Macro para solventar gastos corrientes, como de los posteriores adelantos de recursos coparticipables que desde el Gobierno nacional se enviaron para reforzar las cuentas provinciales, se arrojó una (¿indeseable?) luz sobre el estado de las arcas públicas, cuestionando severamente el tercer pilar de su relato.

Sin embargo, la gota que rebasó el vaso y terminó por dar un leit motiv detrás del cual parapetarse a los atomizados miembros de Juntos por el Cambio a nivel provincial llevó también la firma del gobernador de la provincia. Autorizar al ministro del Interior a desembolsar, discrecionalmente, fondos no reintegrables a cada uno de los Gobiernos municipales afines a la Casa de Gobierno sentenció el último sostén del discurso manzurista.

La dicotomía discriminar o equiparar (dependiendo del lado de la moneda que decidamos ver) puso sobre la mesa, para su debate público, la necesidad de consensuar y definir los criterios de discrecionalidad en el marco de un área que, desde siempre, se ha considerado no judiciable.

En este sentido, Juan Manzur se enfrenta a uno de los desafíos más grandes de su gestión: encontrar soluciones satisfactorias para la multiplicidad de frentes abiertos ante los que se encuentra y, en simultáneo, reconstruir su credibilidad e imagen de cara a una gestión en la que, como suele decirse, el café empieza a llegar, cada día, un poquito más frío.

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