Cartas de lectores
Cartas de lectores

Acerca del ahorro legislativo

Con respecto al pedido del legislador Federico Masso, que insta por medio de un proyecto de resolución a que el Poder Ejecutivo diga en qué se emplearán los fondos del “ahorro” del 10 %, de los funcionarios públicos. Me parece lógico y dentro del manejo transparente de la cosa pública que todos los tucumanos queremos. El legislador propone destinar estos fondos para ser usados con fines sociales, fin loable y sensato; hay que agregar  en primer lugar que desconocemos cuál es el monto de este 10%; no se ha informado de cuánto estamos hablando, y a cuántos funcionarios se les descuenta este porcentaje. Y quería preguntarle ¿cuándo y cuánto los legisladores van a ahorrar de los 7 millones que tienen de presupuesto mensual? ¿qué destino le darán a ese ahorro? ¿Y en dónde se publicará el monto mensual de cada depósito de los “ahorros”? En esta provincia de Tucumán, con un 40% de pobreza, estos fondos bien administrados pueden ser algo más que meros paliativos. Y esa administración debe estar auditada por las organizaciones sociales que trabajan en el territorio. Pueden ser destinados a la generación de empleos cuya sustentabilidad resista al paso del tiempo. Empleados de esta manera, podrán generar dignidad y disminuir esta pobreza que los tucumanos debemos dejar en el olvido, habrán colaborado entonces a la realización de  una causa noble como es la de ayudar a los más necesitados.

René Carlos Roncedo
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Manadas

Dice el diccionario que se define como Manada al grupo de animales de la misma especie que se movilizan en conjunto. Al reunirse en manadas, los animales adoptan una conducta diferente a la que suelen tener a nivel individual. Los ejemplares actúan distinto ante el resto de los miembros y también frente a las demás especies. En ciertos casos, incluso existen decisiones que se toman grupalmente. Los seres humanos, a pesar de nuestra evolución desde el razonamiento, mantuvimos intacta cierta memoria genética, entre ellas, la de ser parte de una manada; ser reconocido hacia dentro de la misma y que, desde afuera, nos reconocieran como miembro de tal o cual manada. Algunos -los más privilegiados- tenemos la posibilidad de optar por una manada y hasta de cambiar por otra en algún momento de nuestras vidas, pero hay quienes no corren con tanta suerte y -sencillamente- caen en determinadas manadas, porque (nunca), las oportunidades pasan por su vereda, ni siquiera por su vecindario. Aún así, aprendimos a conformar manadas, para defendernos como unidad; para ser resistencia; para liberar un continente; para pelear por nuestros derechos y garantías; para ser el juicio a los genocidas; para ser 30.000 veces “nunca más”; para ser un sueño. Pero están las otras manadas, las que vacían y destruyen un país, en cuestión de meses, con el único fin de hacer más ricos a los pocos miembros de dichas manadas, que ya eran ricos. Y están las manadas que violan a una Mujer; o las que -desde la fuerza de sus deportivos cuerpos e inválidos cerebros- asesinan al diferente, al que no es de su manada. O las que hacen parir a niñas embarazadas tras una violación; o las que escupen a las dignas y bellas manadas LGBT. También hay manadas que no hacen otra cosa que fugar la riqueza y futuro de una Nación, a paraísos fiscales. Pequeñas manadas, respondiendo a manadas tan gigantes, como un imperio, dispuestas tanto a derrocar a un gobierno democráticamente elegido, como a masacrar y violar a estudiantes que marchan por justicia social, ante la gigante sombra de una fría Cordillera. Caos; anarquía institucional y económica; manadas con millones de pobres y centenares de manadas ricas e impunes; injusticia; inequidad; resentimiento y odio; desesperanza; almas que se anclan a un destino (escrito e impuesto por otras manadas), resignadas a dar por hecho que -como sus abuelos y padres, fueron pobres- ellos, sus hijos y sus nietos, también lo serán. Y todo esto sucede, porque hay una manada que está embichada, llena de gusanos y garrapatas. La que fue llamada a ser la que demuestre la inocencia de los inocentes o la culpabilidad de los delincuentes, sin importar la manada de origen, de unos y de otros. Esa manada debía tener vendas en sus ojos y las cambió por lentes oscuros, para que nadie pueda adivinar a quién mira y a quién le lanza un cómplice guiño de un ojo. Mientras esta importante manada siga aferrada a su propia podredumbre y a la carroña que le dejen las manadas ricas, seguiremos llorando sobre los restos de nuestro futuro. E iremos muriendo, manada a manada e Individuo a Individuo, hasta que no quede nada.

Javier Ernesto Guardia Bosñak
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La decadencia

A la falta de oportunidades de trabajo, el aumento de la desocupación, la falta de educación, y por ende la desigualdad social y otros importantes factores básicos como la pérdida de valores culturales, morales y espirituales se suma la falta de sensibilidad de los políticos empecinados en mantener el poder o tratar de obtenerlo sin tener el objetivo de hacer realidad el progreso de nuestro pais con justicia y, al mismo tiempo, auspiciar una manera de vivir sustentada en la igualdad social. Nadie puede ser feliz sin tener un trabajo digno; todos los seres humanos necesitamos bienestar conseguido con nuestro propio esfuerzo. Hablar de una república con dimensión social y grandeza espiritual es que los que gobiernan por mandato del pueblo se popongan regenerar la vida pública mediante una nueva forma de hacer politica, aplicando en prudente armonía, la honestidad, la solidaridad y la justicia. El triunfar a toda costa para obtener o mantener el poder sin escrúpulos morales conduce a los ciudadanos más necesitados a una vida vacía y deshumanizada. La honestidad y la transparencia en los actos de los funcionarios es la mayor riqueza de las naciones y en nuestro país este valor se ha venido degradando cada vez más. Aunque esto atañe a todos los sectores sociales, es sin duda la deshonestidad de los gobernantes y de la élite del poder -empresarios inescrupulosos, sindicalistas, etc.- los que han deteriorado la vida publica argentina, tanto por el mal ejemplo como por el robo descarado de los bienes de la comunidad. La inmoralidad, la mentira, la corrupción politica, el injustificado sobreprecio de productos básicos para la alimentación y en los medicamentos, son las causas principales de la desigualdad que se traduce para una importante mayoría en pobreza e indigencia, actual tragedia nacional. Dicho en otras palabras: nada ha deteriorado más a nuestro pais que la corrupción política. Pero quizás lo que más revela insensibilidad y el desprecio por la gente es la forma que se enfrenta la grave crisis que vivimos de inseguridad y violencia en todos los órdenes. Por eso es que la honestidad es una virtud que aún poseemos y sólo es cuestion de revalorarla, de darle lugar, de ponerla en el centro del debate público y de aplicarla como principio básico para la regeneracion nacional. De esta manera los gobernantes contarían con autoridad moral para exigir a todos un recto proceder. La felicidad no se logra acumulando riquezas, títulos, poder o fama, sino estando bien con nuestra conciencia, con nosotros mismos y el prójimo.

Pablo José Giunta
Jujuy 575
San Miguel de Tucumán

La cultura

Los  formadores de cultura seguro deben saber cómo está Tucumán en cuanto a proyectos, inquietudes , qué se puede mostrar y ser parte de un hecho artístico, y a eso quiero apuntar, que los que tienen esa responsabilidad tienen que ser preparados y organizados. Hay que terminar con los despropósitos; es hora de reivindicar; quiero manifestar también que los caminos se pueden concretar cuando existen personas conscientes; somos un centro de atención permanente en el  país; nos ven desde todas partes, incluso el mundo sabe que existimos por el arte y el  deporte. Hay qque trascender por ser creativos, sobre todo.

Carlos Rubén Ávila
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Sierra de San Javier

Cartas de lectores

Comparto plena y totalmente lo expresado en su carta publicada en este espacio el 8/12/19 por el lector Benito Carlos Garzón. Son verdades inrrefutables; el accionar irresponsable tanto en ciudadanos comunes y autoridades provinciales, los tres poderes que nada hacen frente a la reforestación de zonas protegidas y todas las otras causales que denuncia el lector Garzón, entre algunas son las inundaciones que están generando daños inrreparables en el sur de la provincia, la ciudad de Juan Bautista Alberdi y todas las localidades al oeste hasta Escaba que continúan los desmontes, en la comunidad de “La Calera”, más tarde o más temprano están llamadas a desaparecer. Prácticamente han destruido el pedemonte a lo largo del Aconquija. No se debe modificar el pedemonte; su flora no es un capricho, su función es contener y absorber las correntadas producto de las lluvias de las altas cumbres; su eliminación acarrea gravísimas e irreparables daños, entre ellos la destrucción del suelo. En reiteradas oportunidades a través de este medio, expresé mis opiniones sobre estos temas, igual que la gaceta a través de sus editoriales y  publicaciones alertó los problemas que causan las actividades que producen, perjudicando al medio ambiente; también destaco lo actuado por el intendente de Yerba Buena y el delegado comunal de El Manantial al suspender los loteos en el pedemonte. En mi opinión, se debe reponer la flora deforestada y sancionar enérgicamente a quienes los responsables. La sierra de San Javier es zona protegida en su totalidad. Le aclaro al lector Garzón que existe legislación suficiente para encauzar la cuestión: leyes provinciales 6.292 y .8304 y la  Constitución Nacional art. 124. Para ir terminando comento que el ex legislador Ariel García (informó la gaceta el 9/12/19)  encuentran en Madrid (España) participando en la cumbre mundial del clima representando a Tucumán, mientras tanto en nuestra provincia ignoran todo lo que con certeza publica en su carta el lector Garzón. Basta de llenarnos la boca con declamaciones de cuidar el medio ambiente, el ecosistema, la contaminación del planeta, etc, etc. Nos estamos aproximando a un gran desastre climático; las autoridades que deben cumplir y hacer cumplir las leyes, hacen oídos sordos ante todos estos reclamos.

Juan Carlos Bernard
Salas y Valdés 1.250 T II
San Miguel de Tucumán

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