Caso Nilda Gómez, segunda parte: una denuncia anónima terminó con la banda

Caso Nilda Gómez, segunda parte: una denuncia anónima terminó con la banda

Nilda “La Cabezona” Gómez está acusada de montar una estructura para llevar adelante su actividad ilícita. Se sospecha que ella podría haberse dedicado a la compra de cocaína en las ciudades salteñas que limitan con Bolivia y a trasladarla a la provincia vía automovilística. Ya en la capital, ocultaban la droga en el sur de la ciudad y, según se cree, en cuestión de días, la comercializaban a otros tranzas o la procesaban y la estiraban para abastecer sus propios “quioscos”.

La organización, de acuerdo con la tesis de los investigadores, era una fuerte cadena que aparentemente tenía todos los eslabones narcos. Desde el proveedor, pasando por el transporte, continuando por el acopiador, siguiendo por el “cocinero” (así se le llama al que estira la sustancia), hasta los vendedores, los distribuidores y los “soldaditos” que realizaban tares de custodia y de cobranza a clientes morosos.

Sin embargo, todo el poder que había acumulado “La Señora”, como también es conocida, se derrumbó de la manera más increíble: una denuncia anónima. Un desconocido se presentó ante las autoridades e informó que ella, presuntamente, se dedicaba al tráfico de drogas. Ahí comenzó la investigación que finalizó un año después con la detención de los miembros de la banda. Nunca se supo si el denunciante era un ciudadano o un enemigo en el negocio.

1- Cambio de hábitos

Los pesquisas creen que “La Cabezona” comenzó a organizar el grupo al poco tiempo de haber salido de la cárcel por su última condena, la tercera. Sospechan que a los dos años ya había acumulado mucho poder y mucho dinero. Pero ella tomó una decisión que fue clave. Decidió abandonar Villa 9 de Julio para instalarse en Barrio Norte. Desde allí, lejos de la mirada de los pesquisas, habría dirigido el negocio.

A mediados de 2015 compró un departamento en Junín al 400. Se enamoró de “Galo”, al menos 20 años más joven que ella, y no paró de expandirse. Los vecinos del edificio, con mucho miedo, aún la recuerdan. “Era una mujer tranquila, mal hablada, pero no generó nunca problemas. Cuando nos enteramos por LA GACETA de quién era nos queríamos morir. Pensábamos que era una productora del campo, porque siempre se la veía en camioneta y por su forma de vestir y hablar. Jamás se nos cruzó por la cabeza que era narco”, dijo Silvina, una de sus vecinas.

Todos sus residentes conocían que “La Señora” se movía en una camioneta RAM y en un Mini Cooper que estacionaba en una guardería cercana al edificio. “La llevaba y la traía un joven. Pensábamos que era su hijo, pero después nos terminamos dando cuenta que era su pareja. Tengo que decirle algo: ella jamás tuvo un problema en el edificio, siempre pagó lo que tenía que pagar y no hacía problemas ni se quejaba. Era la vecina ideal”, complementó Jorge García.

Gómez también es recordada en otros sectores de Barrio Norte. Ella era una asidua concurrente a los bares de Santa Fe al 500. Todos los días se sentaba en una mesa de la vereda a disfrutar de un cortado en jarra, en un lugar que distaba una cuadra de la base de los federales que la terminaron deteniendo. “Era una mujer muy amable. Nunca un exabrupto. Y era muy conversadora. Notábamos algo raro porque ella no era como otras clientas. A veces venía bien producida y otras, con calzas gastadas”, describió Hugo Ramírez, encargado de un bar que ella frecuentaba.

2- El operativo

Era la madrugada del 29 de junio. El invierno comenzaba a asomarse en la provincia. Efectivos de la División Antidrogas Tucumán de la Policía Federal y de la Policía de Seguridad Aeroportuaria realizaron un meagoperativo para desarticular la organización. Dirigidos por el fiscal Pablo Camuña, realizaron más de una decena de allanamientos simultáneos en distintos puntos.

En el barrio Néstor Kirchner, cercano a Manantial Sur, los uniformados dieron el golpe de gracia. En la cámara séptica de una vivienda pobre, encontraron casi 42 kilos de cocaína que habían llegado el día anterior. Actualmente, el valor de lo secuestrado asciende a unos U$S 273.000 (más de $ 17 millones). Esa droga en la calle, habiendo sido estirada siete veces, habría producido unas 294.000 dosis con las que se habría obtenido una ganancia de alrededor de $ 100 millones, teniendo en cuenta que cada “bochita” de un gramo de la sustancia ilegal se la vende a $ 350, en promedio.

La sorpresa se dio en Junín al 400. Los efectivos detuvieron a “La Cabezona” cuando intentaba escapar. Alguien le había avisado de las medidas que se estaban desarrollando. Pero no le dieron tiempo. Intentaba fugarse en camisón, con una bata y descalza. La atraparon cuando pretendía subirse a un auto que era manejado por su pareja.

En el barrio Alejandro de Heredia cayó el grueso de los integrantes de la banda. Entre ellos, Maximiliano “Maxi” Ale, hijo de Gómez. Allí se vivió el momento de máxima tensión. El sospechoso disparo contra los efectivos, pero fue rápidamente reducido. Por ese motivo, además de la causa por drogas, se le inició otra por homicidio en grado de tentativa.

3- Vínculos sin resolver

En una vivienda del barrio Tiro Federal fue atrapada Miryam “La Negra” Soria, amiga personal de Gómez. La encontraron durmiendo con su pareja, un policía que estaba separado de la fuerza por un insólito episodio. El 25 de julio de 2013, el chaqueño Juan José Vallejos, su hija y un amigo de origen paraguayo fueron detenidos por la Policía en un control de rutina en la ruta 9. Le exigieron $ 30.000 para dejarlos seguir viaje, pero como no tenían esa suma de dinero los llevaron a la dependencia ubicada en Yerba Buena.

Al día siguiente, Vallejos se comunicó con su pareja quien depositó esa importante suma de dinero. Él, escoltado por un policía, fue a retirar la plata al correo, pero antes denunció el caso, por lo que fue detenido. Siempre se sospechó que el caso podría haber estado vinculado a una causa de drogas, pero nunca se investigó a fondo.

Por la falta de elementos y de personal especializado en la materia, no se pudo analizar el patrimonio de Gómez. No se logró determinar quién era el financista con el que trabajaba para ingresar al circuito legal el dinero que podría haber obtenido con la actividad ilícita. Tampoco se pudo comprobar la versión de que la sospechosa de liderar la organización tenía varias cajas de seguridad a nombre de terceros en distintos bancos de la provincia.

4- La acusación

Compras en grandes cantidades de pasta base y de cocaína; estiramiento de la droga; acopio en diferentes lugares; fraccionamiento de la sustancia; comercialización y distribución en diferentes barrios de la capital y del Gran San Miguel de Tucumán. Esos son los delitos que el fiscal federal Camuña le imputó a los integrantes de “La Banda del Cabezona Gómez”, en el requerimiento a elevación a juicio.

La “Cabezona” sería la responsable de llevar adelante las negociaciones para la compra de grandes cantidades de estupefacientes, que luego terminaban en los quioscos de narcomenudeo pertenecientes al grupo o que se vendían a terceros.

En una segunda línea, siempre respecto de la hipótesis que manejaron los investigadores, ubicaron a Oscar “Cotoroto” Sánchez y “Maxi” Ale (que nada tiene que ver con el Clan Ale), recibían la droga que, supuestamente adquiría Gómez en el norte del país para ocultarla, estirarla, fraccionarla y distribuirla en los puestos de su propiedad.

Los parientes de “Cotoroto” también podrían haber formado parte del mecanismo de la banda. Según la teoría del fiscal, Cintia “La Gorda” y Oscar Romelio Sánchez y Manuel Alberto Lobo (tío) deberán afrontar cargos por acopiar, fraccionar y distribuir la droga.

Camuña, en su pedido, habría logrado establecer a las personas que Gómez les vendía pasta base y cocaína para comercializar en sus propias redes de narcomenudeo, ubicadas en distintos barrios de la provincia: “La Negra” Soria, Walter Ricardo “Cogote” Peralta y Marcelo “Campi” Campillo. “Con estas personas (Gómez) tenía estrechos vínculos comerciales ilícitos: era a quienes proveía de estupefacientes o con quienes compartía proveedores de países vecinos”, planteó en el escrito.

5- Estrategias defensivas

Desde que fue detenida, “La Señora” recurrió a diferentes estrategias para poder esquivar una nueva condena. A las pocas semanas de haber sido detenida se presentó la posibilidad de acogerse a la figura de testigo arrepentido. Se trata de una figura legal que consiste en que el acusado brinda datos a los investigadores y, si se comprueba que son ciertos, logra una pena menos severa. Pero el acuerdo no prosperó.

En diciembre pasado, antes de que se decidiera prorrogar el debate por problemas de agenda del Tribunal, hubo un intento para que se realizara un juicio abreviado. Se trata de un mecanismo en el que el acusado se declara culpable y, con el fiscal fijan una pena que puede ser menor a la que le puede imponer el tribunal. Luego, un magistrado debe avalar el acuerdo. En esta oportunidad, no se dio porque Camuña le habría propuesto una condena de dos dígitos.

El juicio está fijado para la primera semana de febrero. Pero la espera es larga y hasta esa fecha puede pasar cualquier cosa. Y algo ya sucedió. Hace menos de tres semanas, Jorge “Manzanita” Ríos, ex pareja de Gómez, fue víctima de un secuestro extorsivo. El condenado por delitos vinculados al tráfico y a la comercialización de drogas fue mencionado en esta causa, pero no fue detenido porque no se encontraron pruebas en su contra.

Se sospecha que lo atacaron por haber querido quedarse con el poder de “La Cabezona” o porque lo habrían señalado como la persona que entregó a su ex. En el oscuro mundo del narcotráfico todo puede pasar.

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