Esa florecita que se marchitó: historias del chamamé

Esa florecita que se marchitó: historias del chamamé

Conocé la historia de “Merceditas”, una de las piezas más populares del folclore. Los anillos.

1939. La guitarra entrerriana ha llegado a Humboldt integrando una compañía teatral. En los intervalos hay baile. Un chamamé se derrama en el trigal ondulante de una rubia cabellera. La invita a bailar. El pudor azul de esos ojos le hace tartamudear el corazón. Él promete escribirle a esa moza que surca a diario en una moto roja el camino santafesino que bordea los sembradíos del pueblo.

La conocí en el campo, allá muy lejos una tarde, donde crecen los trigales, provincia de Santa Fe.

Le escribe. Se entusiasma. Ese alboroto de sentimientos regresa a buscarla con los anillos de compromiso al agrícola poblado. Ella lo rechaza. “Yo no quería dejar a mis padres e irme a Buenos Aires”, dirá tiempo después. El metejón vuela luego en cuatro cartas que ella nunca contestará.

Así nació nuestro querer, con ilusión, con mucha fe, pero no sé por qué la flor se marchitó y muriendo fue.

Por las grietas del corazón se escapa primero la melodía. Luego la letra. La canción de ese amor que no fue, comienza a ronronear con fervor en las radios. Toca inesperadamente el alma criolla.

Y amándola con loco amor, así llegué a comprender lo que es querer, lo que es sufrir, porque le di mi corazón.

La escucha una noche. Se sorprende. Una turbulencia de sentimientos desdibuja su sonrisa. Una doble sensación tal vez la invade: ser la destinataria de un bello chamamé que ha conquistado los horizontes del país; también la protagonista de un rechazo de amor.

Como una queja errante en la campiña va flotando el eco vago de mi canto, recordando aquel ayer.

Él se casa. Los hijos no llegan. Queda viudo al poco tiempo. La soltería le pone una zancadilla a ella. Los años pasan. La popularidad riega la canción. Es una de las más grabadas del cancionero nativo. El corazón de la voz de Ramona Galarza la lleva donde va.

Qué dulce encanto tienen mis recuerdos Merceditas, aromada florecita, amor mío de una vez.

Ella sigue sola. Él se entera. Cartas urgentes. Se encuentran en Buenos Aires. “Yo iba a visitarlo, era muy bueno, tenía unas poesías hermosas”, recuerda. Quiere llevarla al altar. Una vez más, el anular de Mercedes Margarita Strickler Kahlow repele el anillo. La tristeza lo desconsuela. Los 81 años de Ramón Sixto Ríos se apagan en la Navidad de 1995, legándole antes los derechos de autor de “Merceditas”, esa florecita a quien le entregó un día el corazón.

El chamamé
Música y letra de Ramón Sixto Ríos

Qué dulce encanto tienen
en mis recuerdos Merceditas,
aromada florecita,
amor mío de una vez.

La conocí en el campo
allá muy lejos una tarde,
donde crecen los trigales,
provincia de Santa Fe.
Así nació nuestro querer,
con ilusión, con mucha fe,
pero no sé por qué la flor
se marchitó y muriendo fue.
Y amándola con loco amor
así llegué a comprender
lo que es querer, lo que es sufrir,
porque le di mi corazón.
Como una queja errante
en la campiña va flotando
el eco vago de mi canto,
recordando aquel ayer.
Porque a pesar del tiempo
transcurrido es Merceditas
la leyenda que palpita
en mi nostálgica canción.

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