El “bombero” tucumano
El “bombero” tucumano

El déficit asoma en las cuentas públicas tucumanas que cerrarán dentro de 12 días el ejercicio fiscal 2019. La inflación ha contribuido para disminuir el peso de la deuda pública, pero no para detener el incremento del gasto estatal. Los salarios del sector público se actualizaron en función al ritmo del Índice de Precios al Consumidor (IPC) que se recalentó tras las PASO, con una fuerte devaluación de la moneda nacional. El mercado demanda dólares. El Gobierno quiere dólares. Los ahorristas buscan el billete verde. Las empresas tratan de girar a las sedes centrales las divisas. El cepo ha puesto a la política contra la pared. La grieta está más viva que nunca. Como antes, como durante y como después de las elecciones. La oposición constructiva duró un suspiro, tanto como la concepción de una gestión de puertas abiertas que, a la vuelta de la esquina, se embelesó con superpoderes. El poder enceguece a unos y causa nostalgias en otros. Así transita estos últimos días del año más electoral que se recuerde.

Alberto Fernández ha decidido pisar el acelerador. Las medidas adoptadas tienen un corte populista y necesario. Sin embargo, detrás de la mayoría de ellas está la sombra del Fondo Monetario Internacional (FMI). El presidente de la Nación le pone más plata en el bolsillo a los beneficiarios de programas sociales, a los jubilados que cobran la mínima y también a los pensionados. Pero, al igual que su antecesor Mauricio Macri, castigó impositivamente a la clase media. A la que apostó a su proyecto de gobierno y también a los que se opusieron, en igual proporción.

2020 se inscribe bajo el signo de la mayor carga impositiva. Los argentinos casi se acostumbraron a pasar un verano más caliente de lo habitual por efecto de las decisiones políticas. Pero las vacaciones amortiguan, al menos hasta marzo de cada año. El “impuesto país” impedirá a muchos veraneantes concurrir, por ejemplo, a las playas brasileñas por aquello del reajuste del 30% a las operaciones con divisas extranjeras. Gran parte de ellos cambiarán hacia destinos nacionales. El gran interrogante que se plantea es si los prestadores de servicios de parajes turísticos locales no se volverán locos frente a aquellas restricciones y cobrarán precios a valores foráneos.

La cuestión impositiva no es sólo materia nacional; también de las provincias. La suspensión por un año de la reducción de alícuotas para el impuesto sobre los Ingresos Brutos le vino como anillo al dedo al “bombero” Juan Manzur. Su gestión calculó que, por esa decisión acordada con Fernández mucho tiempo antes de que se convierta en Presidente, la provincia dejará de perder $ 5.000 millones de una recaudación de tributos locales proyectada en $ 42.600 millones para todo 2020. Ese dinero extra compensará, en parte, los efectos de la cláusula gatillo, dos términos que hoy son malas palabras pensando en el escenario que se viene. ¿Por qué Manzur dejó de ser por estos días un médico sanitarista para convertirse en un bombero? El gobernador apagaincendios. Tucumán ya no es el de los tres meses de sueldos de reservas. Manzur recorre cada despacho de la Casa Rosada en busca de los $ 2.000 millones del préstamo del Fondo Fiduciario para el Desarrollo Provincial que quedaron colgados desde que Macri lo puso en el freezzer. La noche del martes, el gobernador y algunos de sus colaboradores llamaron a los principales referentes del sindicalismo estatal para anticiparles el cronograma salarial que anunció. “Me parece que no sería saludable que se enteren por los diarios”, le comentó uno de ellos. Y sonaron los celulares. El cronograma anunciado por Manzur obliga a Papá Noel a disfrazarse de Rey Mago. El aguinaldo se pagará entre Navidad y Año Nuevo, pero los regalos estatales, en el mejor de los casos, llegarán para el 6 de enero. “Estamos fiscalmente mejor que otras provincias”, dijo el mandatario a LA GACETA. Tal vez tenga razón, pero los microincendios financieros deben ser sofocados velozmente. Es probable que 2020 arranque de cero como quien dice. Con un signo político afín en la Nación, pero también con nada de reservas para enfrentar el año fiscal. Es lo que se llama vivir con lo que se genera. Tucumán ha pautado poco más de $ 156.000 millones de gastos para el primer año de la nueva década. De ese total, el 70% se cubrirá con transferencias federales. La recaudación local debe aportar el 30% restante. Pero, por las dudas ante un escenario aún recesivo en la economía, Manzur espera que la gran mano de Alberto Fernández contribuya a sostener las finanzas públicas tucumanas. Es la factura que uno de los promotores de la campaña que lo convirtió en Presidente cree que aún está pendiente de saldar.

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