Fernando Robles: un asociado al éxito

A lo largo de su vida, el delantero siempre estuvo relacionado a los grandes logros.

DOS ETAPAS. A la izquierda, Fernando Robles en un escenario donde vivió sus primeras alegrías en el fútbol, el estadio bandeño. A la derecha, luciendo la camiseta 8 de su querido Concepción BB. la gaceta / foto de hector peralta DOS ETAPAS. A la izquierda, Fernando Robles en un escenario donde vivió sus primeras alegrías en el fútbol, el estadio bandeño. A la derecha, luciendo la camiseta 8 de su querido Concepción BB. la gaceta / foto de hector peralta
18 Diciembre 2019

A sus 44 años, Julio Fernando Robles puede dar fe de que la vida le dio muchísimas más satisfacciones de las que esperaba.

El “Gaucho” se dio el gusto inestimable de ser ídolo en todos los clubes por los que pasó. Como amateur o profesional, siempre fue sinónimo de gol y de idilio popular. Y ahora, ya retirado como jugador, pero en los inicios de una incipiente carrera como entrenador, llevó a Atlético Concepción, su primer amor, de regreso a la máxima categoría del fútbol local. Así, los “Leones” cortaron la malaria de estar cinco temporadas en la Primera B liguista.

“Este nuevo logro personal, que posibilitó que tanta gente se llenara de alegría, me da mucha satisfacción. Cuando me ofrecieron el cargo, el único objetivo era el ascenso y hoy puedo decir que junto un grupo humilde logramos cristalizar esa meta”, aseguró en diálogo con LG Deportiva.

Fueron años muy difíciles para él. El club la pasaba mal dentro y fuera de la cancha y muchos decidieron alejarse. “Recuerdo que estábamos con Diego (Villafañe) y Miguel (Brandán) y por cuestiones extrafutbolísticas nos fuimos al descenso. Este tema, a muchos los alejó del club porque les dolía que la entidad estuviera transitando un clima enrarecido, algo común hasta no hace poco. Pero eso cambió en la medida que nos fuimos dando cuenta de que la institución nos necesitaba. Sin desmerecer a la Primera B, por su historia Atlético Concepción no se merecía estar en esa categoría”, explicó.

Lo que poco saben es que el otrora eterno goleador y ahora entrenador, en su niñez supo compartir su amor entre el fútbol y el básquet, siempre en el club que llevaba en su corazón. “De chico me crié entre el estadio de básquet y el de fútbol. Nací a una cuadra de ambos predios, por lo que mi vida transcurrió en ambos escenarios. Mi padre Juan fue presidente de Concepción BB y allí tuve en Heberto Cortez, además de un técnico, a una persona que me ayudó mucho en mi crecimiento deportivo y personal. A los 13 años debuté en Primera y a los 14 me fui a jugar a Libertad de Sunchales que estaba participando en el TNA. En poco tiempo, tuve muchas satisfacciones que hoy recuerdo con una enorme nostalgia”, dijo “Gaucho”.

Cuando cumplió 18 años, tuvo la triste decisión de optar por uno de los dos deportes y terminó eligiendo el fútbol. “Lo que pasa que en ese momento tenía que pensar que era lo mejor para mí y profesionalmente tenía un mejor campo de acción en el fútbol. Debuté en Primera a los 17 años y recuerdo que en 1993 salimos campeones de la Liga con un plantel que primero tuvo a Salvador Ragusa como técnico y luego a Alpidio Elizeche. Además tuvo el ingrediente que fui el goleador. Esas son cosas que me marcaron para toda la vida”, manifestó quien el sábado pasado estuvo celebrando los 74 años de su padre, su hincha N° 1, ese que lo siguió a todos lados en los que le tocó brillar.

A pesar que su nombre está estampado con letras de relieves en el corazón del hincha bandeño, la mayor idolatría la demuestra el hincha de Atlético. Sus goles valieron mucho para los “Decanos”, y gracias a ellos consiguieron importantes logros. “Sí; es verdad. El idilio que tengo con el hincha de Atlético es muy especial y es mutuo. Me lo demuestran cada vez que voy al Monumental; pero lo que realmente me emocionó fue la muestra de cariño que me brindó cuando hace unos días fui a ver la final del Anual de la Liga y la ‘Inimitable” comenzó a corear mi nombre cuando me descubrió en el sector sur del estadio de San Jorge. Cuando escuche el ‘olé, olé, olé; ‘Gaucho’, ‘Gaucho’ se me aflojaron las piernas por la emoción”, concluyó Robles, el tocado por la varita mágica; un nombre asociado al éxito. 

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