Nancy Ábalos: “calaron hondo en el sentir de los argentinos”

Nancy Ábalos: “calaron hondo en el sentir de los argentinos”

La cantante, hija de Adolfo, el pianista y compositor de los Hermanos Ábalos, recrea anécdotas y cuenta la historia de la zamba “Agitando pañuelos”.

TRADICIÓN Y HERENCIA. Nancy Ábalos rescata la historia de su padre Adolfo, figura central del conjunto que integraba con sus cuatro herrmanos. TRADICIÓN Y HERENCIA. Nancy Ábalos rescata la historia de su padre Adolfo, figura central del conjunto que integraba con sus cuatro herrmanos.

La chacarera se agita en el piano. El corazón late legüero en el bombo. La sonrisa enamora coplas en el aire. En Santiago del Estero, cuna de mis años changos, me acompañan mis recuerdos, santiagueños zapateando… Cuando vayas por Santiago por la ruta 9 andando, ahí están los loretanos con sus bombos saludando… El sentimiento de Nancy Ábalos está dibujando los recuerdos mozos de su tatita Adolfo, pianista y compositor de los queridos Hermanos Ábalos, que debutaron profesionalmente hace 80 años. “Fue un conjunto emblemático, gracias a ellos muchas generaciones han aprendido. Ha llamado la atención que los cinco hermanos hayan permanecido juntos, con sus diferencias, manteniendo esa llama viva hasta el final. No me pesa el apellido, al contrario, me encanta, ha sido una carta de presentación maravillosa, inclusive en lugares muy exóticos, ajenos a la Argentina”, dice la cantora y percusionista, que vive en Buenos Aires.

- ¿Los Ábalos eran tan alegres como se mostraban en el escenario?

- Cuando éramos chicos y viviendo en Mar del Plata, cuando los cuatro tíos venían porque actuaban ahí o en la zona, era como si vinieran los personajes de un circo a pasar el día con nosotros, eran súper divertidos. Nos subíamos encima de sus cabezas, además les gustaba escucharnos tocar, ya desde niñitos tocábamos y a ellos les encantaba compartir con nosotros, se ve que les sacábamos afuera los niños que tenían adentro. Como niños y adolescentes precoces, actuamos y compartimos giras con ellos. Con mis hermanos, Marina (yo soy la mayor de los cuatro), Amílcar y Giselle, los cuatro, teníamos el conjunto Los Ábalos Gordillo y compartíamos algunos espectáculos con los hermanos, que se llamaban “De tal palo tal astilla”. Siempre nos daban recomendaciones o nos ayudaban.

- Parece que doña Helvecia tuvo mucho que ver en que el conjunto no se desarmara. ¿Qué recuerdos tienes de ella y de tu abuelo Napoleón?

- A mi abuelita Minina, como le decíamos, por suerte la hemos disfrutado mucho porque se venía a pasar con nosotros en Mar del Plata tres meses por año; se quedaba todo el verano con nosotros. Era muy amorosa, le gustaba cocinar, hacía mazamorra, dulce de leche. Muy orgullosa de sus hijos y nietos, le gustaba mucho la música. Le pedíamos que tocara el piano, pero decía que había perdido la práctica o que se había olvidado. No conocí a mi abuelo Napoleón porque cuando nacimos él ya había fallecido, pero siempre papá nos contaba de su profesión como primer dentista cirujano en Santiago del Estero. Le gustaba bailar zambas y escuchaba por radio los programas porque mi papá dirigía la orquesta folclórica en una radio de Tucumán, creo que era LV12. Encontramos cartas donde Napoleón le recomendaba cosas. El abuelo depositó un poco en papá llevar ese proyecto de vida con la música y le encomendó que se encargara de enseñarles a sus hermanos. Con sus hijos más chicos, Vitillo y Machaco, Minina se fue a vivir a Buenos Aires, se había separado de su marido; unos años después, Roberto, que ya estaba casado y era maestro en Santiago, se incorpora al conjunto. Después fallece mi abuelo.

- El grupo se formó oficialmente en 1939. Tu papá, que estudiaba Farmacia en Tucumán, se convirtió en el alma mater. ¿Quién le enseñó a tocar el piano?

- Manuel Gómez Carrillo fue su maestro inicial en el piano y en la música, y después, en general, fue autodidacta. Siempre contaba que con Gómez Carillo comenzó sus primeras lecciones, pero que a lo largo del tiempo siempre siguió aprendiendo, escuchando discos de la época, de jazz. Contaba que en el año 28 pasó por Santiago del Estero una delegación de cubanos, entonces aprendió a tocar los tumbados de la música cubana; Fats Waller y Oscar Peterson fueron como sus maestros de música. Tenía tíos abuelos que eran todos músicos, tocaban mandolina, flauta traversa… Era una casa muy musical, esos fueron sus aprendizajes. Ha tenido ese don y esa manera tan creativa que lo ha hecho autodidacta y un creador esencial. Él logra desentrañar esa manera de acentuar distinto a como normalmente otros pianistas tocaban una zamba o una chacarera, no tenían el mismo swing. Él buscó la manera de llevar al piano las cadencias y las maneras propias de otros instrumentos, los fraseos del bandoneón o del acordeón. En eso fue un innovador.

- ¿Cuándo comienza Adolfo a interesarse por el estudio de nuestros ritmos?

- Después de vivir en Tucumán, ya en Buenos Aires, le piden en Radio El Mundo que organice la orquesta folclórica. Ahí se da cuenta de que esta estaba formada por músicos del teatro Colón y no respondían a los arreglos y a la manera a la que él había escrito para los músicos en Tucumán. Lo que sonaba bien en la provincia, en Buenos Aires, no. Eso le generó una pregunta: ¿qué será lo que pasaba con los músicos del norte tocando sus ritmos y con los músicos que no conocían el folclore por su conocimiento natural, que no sonaba de la misma manera? Entonces hace un viaje a Santiago del Estero y se interna por monte, se junta con el Soco y el Cachilo Díaz... Empieza a notar que los músicos marcaban con el pie la acentuación del ritmo de las músicas de zapateo, como los gatos, chacareras, zambas; marcaban el dos y el tres, o sea en un compás de tres tiempos, a diferencia del vals que se acentuaba en el primer tiempo, acentuaban en el dos y el tres. Es decir que los músicos no sentían el ritmo en 6 x 8, como se acostumbra a escribir, sino en tres, acentuando en el dos y en el tres, en coincidencia con el parche de los bombos ese acento, que le da la cadencia, que reproduce lo que sin saber música los músicos tocan y suenan con el swing que debe tener. Escribe entonces un método de escritura, de técnica musical en el pentagrama con la manera correcta de cómo deberían sentir los músicos el folclore. Y a esto le dedica toda su vida porque hasta su final siguió trasmitiendo esto.

UNA NIÑA ENTRE GRANDES. La familia Ábalos, agrandada por Nancy. UNA NIÑA ENTRE GRANDES. La familia Ábalos, agrandada por Nancy.

- ¿Cuál es la historia de “Agitando pañuelos”?

- Después de vivir en Estados Unidos unos años, a fines de la década del 50 (en 57 o 58) regresa a la Argentina y se reencuentra con los hermanos en Mar del Plata, donde tenían un lugar para hacer peñas que de llamaba “El rancho de los Ábalos”, una hermosa casona frente al mar. Ellos estaban con una muy buena bailarina que era una chica jovencita, Nancy Gordillo, que iba acompañada por su mamá a todos lados. De la alegría de papá por el reencuentro con sus hermanos, saca el piano al balcón y mirando al mar compone la “Chacarera del rancho”, que se siente la alegría. Papá ya había hecho la melodía de “Agitando pañuelos”. Queda prendado de la bailarina, pero parece que la tuvo que remar un tiempo hasta que mamá le diera bola. Nancy le inspira la letra de la zamba y se la dedica; mamá tiene en un cuadrito el manuscrito con la dedicatoria, fue en 1958. Después surge una gira para Bariloche y ahí se reencuentran. Pasan menos de un año de novios, se casan, pero no podían tener hijos. En el medio de esos años, buscando los hijos que no llegan, papá escribe la letra de “Chacarera del rancho” y como propiciando la llegada de la guagüita escribe la letra y aparece la estrofa de si alguna guagüita pudiera tener y fui yo la guagüita de Adolfo y Nancy. Me di cuenta de eso ya en grande. Canto “Agitando pañuelos” desde los 16 años, nunca dejé de cantarla.

- ¿Qué representan los Ábalos en el folclore? ¿Cuál es su legado?

- El haber conquistado al público de Buenos Aires, más allá de que Andrés Chazarreta haya venido en 1921 a mostrar lo que se hacía en Santiago, ellos lograron generar todo un movimiento, no solo hicieron la música santiagueña, sino también la del altiplano, la jujeña, con una solvencia intachable. Papá se encargó de enseñarles a sus hermanos a tocar la quena, el charango, la manera de cantar las bagualas, los ritmos en el bombo. Ellos han tenido una amplitud única que no se ha dado en otros conjuntos. Si bien había otros pianistas que tocaban folclore, no lo hacían con el swing creativo y tan improvisador sobre la marcha que lo ha hecho único. El valor de los hermanos Ábalos es que esa manera, esa fineza, a la vez alegre, de haber trasmitido la danza, los han hecho únicos. Además de toda su labor didáctica, sin resignar nada, mi padre nunca ha transgredido su convicción ni la calidad de lo que era importante en pos de lo comercial. Eran un modelo musical difícil de imitar. De las canciones que han dejado, que se siguen cantando, la gente muchas veces no sabe quiénes son los autores, han calado muy hondo en el sentir de los argentinos. Papá ha tenido la generosidad de compartir sus propias obras con los hermanos y yo sé muy bien por haber lo visto que no escribía ni componía colectivamente jamás; él las anotó en Sadaic a nombre de los hermanos. Es cierto que componía algo y se lo mostraba a los hermanos y esperaba la aprobación de ellos, salvo algunas excepciones. Pude vivenciar el amor de la gente hacia ellos, el amor infinito, esos aplausos interminables.

“Qué es aquello que relumbra por detrás de aquella peña, son los ojos de mi negra que están haciéndome seña”…, canta la sonrisa de Nancy Ábalos.

Perfil: cantante premiada

Cantante, percusionista, bailarina y compositora. Entre 2005 y 2008 actuó en España, Inglaterra, Vietnam y Grecia. Ganó premios de la Unesco a la “Cultura y acercamiento entre los pueblos” y el Atahualpa como mejor cantante en 2009. Es licenciada en folclore y este año editó su disco “El repique de mis venas”.

Nancy Ábalos: “calaron hondo en el sentir de los argentinos”

Agitando pañuelos

(Música y letra: Adolfo Ábalos)

¡Te vi! ¡No olvidaré...!
Un carnaval, guitarra, bombo y violín…
¡Agitando pañuelos te vi...!
Cadencia al bailar… airoso perfil…

¡Me fui… diciendo adiós...!
Y en ese adiós quedó enredado un querer…
¡Agitando pañuelos me fui...!
¡Qué lindo añorar… tu zamba de ayer!

¡Yo me iré...! ¡Tú vendrás...!
Yo te llevaré… Mi rancho se alegrará…
¡Agitando pañuelos me iré...!
y en mí vivirá aquel carnaval…
¡Agitando pañuelos me iré...!
cantando esta zamba repiqueteadita.

¡Volví...! ¡Y te encontré...!
Toda mi voz le dio a la copla un cantar…
¡Agitando pañuelos volví...!
Sintiendo también mi pecho agitar…

¡Bailé...! ¡Hasta el final...!
Engualichao… bailé hasta el amanecer...
¡Agitando pañuelos bailé...!
¡Qué lindo es bailar… tu zamba de ayer...!

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