Lisandro y Azul Medina, hermandad de sangre y oro

Lisandro y Azul Medina, hermandad de sangre y oro

No sólo comparten el apellido: también la condición de campeones.

PURPURADOS. Ambos heredaron de su papá, “Rudy” Medina, la pasión por el rugby y por su club, Cardenales. la gaceta / foto de DIEGO ARAOZ PURPURADOS. Ambos heredaron de su papá, “Rudy” Medina, la pasión por el rugby y por su club, Cardenales. la gaceta / foto de DIEGO ARAOZ
14 Diciembre 2019

Fue una semana emocionalmente intensa en la casa de los Medina. Primero, Azul (16 años) se consagró campeona del primer Seven de la República Juvenil femenino con el seleccionado tucumano M18 (las Naranjitas), que la tuvo como capitana. Siete días después, su hermano Lisandro (20 años) también se dio el gusto de celebrar la obtención del título en su primera participación con los Naranjas en el tradicional Seven. Así, fueron parte de un episodio histórico: el full house en Paraná, de donde Tucumán se llevó las tres Copas de Oro en juego (también lo hizo el seleccionado femenino mayor, que defendió el título conquistado en 2018).

Lisandro admite que la doble consagración de los equipos femeninos se tradujo en algo de presión para el equipo masculino. “Cuando llegamos, gente de otros equipos nos decía que les dejemos una copita para ellos, que las chicas ya habían ganado dos”, cuenta el apertura.

Aunque se llevan pocos años y comparten no sólo la pasión por el rugby sino también los mismos colores (los de Cardenales y los del seleccionado), Azul sorprende al decir que no son tan unidos como parece en la foto. “La verdad, no nos damos mucha pelota, ja ja”, se sincera ella, y él asiente.

De todos modos, cada uno vivió con alegría el triunfo del otro. “Me puse muy contento por ella. Para mí no fue una sorpresa, porque el rugby femenino de Tucumán viene dando que hablar hace rato. Sabía que nos iban a representar bien. Igual, creo que esto es sólo el comienzo para ellas”, elogió Lisandro.

“Lo teníamos merecido, porque lo trabajos mucho y durante mucho tiempo. Las chicas mayores ya habían sido campeonas, habían dejado a Tucumán arriba y nosotras queríamos dejarlo ahí también. Defendimos con todo y por eso también pudimos terminar con el ingoal en cero”, resaltó la capitana de un equipo que logró algo difícil de igualar: ganar un torneo marcando casi 200 puntos en cinco partidos, y sin recibir ni uno solo. “Dejaron la vara muy alta. Para los demás y para ellas mismas”, advierte Lisandro.

“Creo que la clave para nosotras fue que acá hay muy buena competencia interna entre los clubes. Está mas desarrollado que en otras provincias. Además, se nota que en Tucumán la mayoría hemos empezado a jugar desde chiquitas, con los varones, mientras que en otros lugares, a esta edad recién están comenzando”, analiza Azul.

Dedicación

Mientras ellos cuentan su experiencia, a lo lejos se escucha cada tanto el impacto de una patada. Bajo el sol de las cuatro de la tarde, un chico afina su puntería hacia los palos desde un ángulo cerrado en la más completa soledad. “Ese es Tomy, nuestro hermano. Hoy está cumpliendo 15 años”, informa la jugadora de las Pumitas.

Esa dedicación enfermiza lleva la firma de “Rudy” Medina, el padre de los tres. “No sabés lo que es”, anticipa Lisandro. “En la casa se respira rugby. Ahora está más tranquilo, pero antes te sentabas a comer y te empezaba a hablar de rugby. A lo mejor habías jugado todo el año, llegaban las vacaciones y querías descansar del rugby y él seguía con que hay que entrenarse y eso. Bueno, se ve que algo le dio resultado, je”, admite el pateador de los Naranjas 7’s. De hecho, esa preparación fue clave. Una conversión suya desde la bandera permitió el triunfo contra Córdoba y el pase a la final. “Sabía que en años anteriores, se habían perdido partidos por eso, así que practiqué mucho la patada”, comenta.

El propio Rudy resalta ese aspecto de sus hijos: no el talento, sino el compromiso. “No son diferentes a otros hijos de ex jugadores que también se criaron en el club. Lo que tienen es que son muy dedicados. Para mí, eso es lo que más los representa: el sacrificio, el esfuerzo. Y aunque de Lisandro recién fui entrenador este año, es como que ya se iban entrenando en la casa. Porque a mí me gusta ver partidos del club y analizarlos, y a ellos ya se les iba metiendo todo eso en la cabeza”, cuenta Rudy, uno de esos tantos enfermos que tiene el rugby.

Tanto Azul como Lisandro tienen objetivos claros para 2020. “Si tengo chance de volver a estar en el seleccionado, me gustaría ir por el bicampeonato. Y otra vez el con el ingoal en cero”, se anima. Los de Lisandro también van por ahí. Y agrega: “se viene un Regional picante con el club, así que habrá que ser atrevidos y jugar”.

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