Los pros y los contras de una decisión

Los pros y los contras de una decisión

La política tucumana se sinceró después de que la diputada Avila, elegida por Cambiemos, se alejara de este espacio. Se abren interrogantes y empezarán reacomodamientos. Las incógnitas a nivel nacional.

La grieta argentina no se reduce a un River-Boca o a un peronistas-antiperonistas; es muchísimo más profunda y se apodera de emociones que trascienden el simple razonamiento. A diferencia de lo que ocurre en otros países, en estas tierras, que una persona cambie su “modo” político está más cerca de la traición que de cualquier sentimiento. Los argumentos se diluyen como el agua entre las manos. Y, cuando esto ocurre, no hay ganadores ni perdedores. Hay crisis y reacomodamientos. Sólo el tiempo dirá quién acertó y quién se equivocó.

La diputada Beatriz Avila dejó la estructura de Cambiemos y pasó a integrar un bloque cuyo referente principal es el peronista Sergio Massa, a la vez, presidente de la Cámara de Diputados. La tucumana y sus compañeros lograron reunir ocho voluntades. Así se convirtieron en superpoderosos porque con esos ocho Massa puede convocar a la Cámara de Diputados y sesionar sin que le importe qué haga la oposición de Cambiemos. Con esos ocho parlamentarios puede llegar al mágico número del quórum (129 diputados) y cumplir con lo que le pidan Alberto Fernández de Kirchner y Cristina Fernández.

La decisión de Avila deja numerosas enseñanzas sobre las fortalezas, debilidades y vericuetos que ofrecen hoy la política, las instituciones y el deshilachado entramado de dirigentes y ciudadanos.

Las enseñanzas de doña Ávila

1) Lo que piensan los dirigentes no es lo que piensan todos los ciudadanos. Cuando el intendente Germán Alfaro y su esposa deciden abandonar Cambiemos argumentan la necesidad de asegurar la gobernabilidad de la Municipalidad y las conveniencias que les puede traer estar más cerca del calorcito del caldero gobernante que del frío de la heladera opositora. En cambio, el ciudadano se ve movilizado por sus vísceras que les recuerdan que Ávila hizo campaña por Mauricio Macri junto a peronistas, radicales y pros que se oponían al gobierno anterior. Uno especula y saca cuentas; el otro reacciona con la pasión.

2) Un presidente no debe rebajarse porque hace crecer a los enemigos. Beatriz Avila era una persona más entre los diputados. Casi sin nombre ni apellido se sumaba al grupo de los díscolos. Pero ocurrió lo inesperado: el presidente de la Nación decidió identificarla y criticarla y en menos de un segundo la convirtió en protagonista principal de la escena política y en apenas minutos alcanzó fama nacional.

3) Las relaciones se construyen a lo largo de todo un mandato, no en los últimos cinco minutos. Durante toda la primera gestión de Alfaro en la municipalidad de Capital, la relación del lord mayor con la dirigencia de Pro se desarrolló sobre las arenas movedizas de la desconfianza. Alfaro siempre fue un socio útil, en la medida que aportara votos, pero era el “peroncho” al que mejor tenerlo lejos. Cuando un peronista se convierte en “peroncho” es porque un aire despectivo sopla sobre él. Tampoco desde el alfarismo se desplegaron alfombras rojas para los del Pro. Así las cosas, Alfaro nunca iba a esperar que lo defendieran los pros, ni tampoco estos soñaron con construir futuro con el intendente.

4) No se debe subestimar un socio político porque al final pasa como con el escorpión: El Partido de la Justicia Social se sumó a Cambiemos con su identidad peronista. Fue siempre un socio minoritario de la estructura. Desde el radicalismo y desde el Pro muchas veces se cuestionó que recibiera más de lo que correspondía como la intendencia de la Capital y la banca en Diputados. Eran lugares que añoraban los socios. En cada elección afloraba la desconfianza entre unos y otros. Tanto va el cántaro a la fuente que al final se rompe, dice el dicho popular.

5) Los partidos políticos siguen estando en una crisis preocupante. El sistema con el que se desarrolla la vida política devalúa el funcionamiento de los partidos y deja todo subordinado a las decisiones de los dirigentes. Por lo tanto las fundamentaciones son largos parlamentos de los protagonistas o cortos tuits o post que van y vienen por las redes sociales con la intención de defenestrar a los otros, pero no de construir democracia.

6) Legalidad vs. ética. “Que, sin perjuicio de lo expuesto, este Tribunal no puede dejar de manifestar su preocupación por la reiteración de comportamientos públicos que, como el que se denuncia en esta causa, impactan negativamente en el ánimo de la ciudadanía y debilitan progresivamente la confianza en el sistema republicano y representativo que establece el artículo 1º de la Constitución Nacional.- Si bien tales comportamientos se encuentran dentro de la legalidad y no son pasibles de reproche jurídico alguno, se encuadran en la ética de los comportamientos republicanos -cuyo valor para la democracia ha sido ya enfatizado por la Cámara (Fallo 3275/03 CNE)- que supone que los representantes ajusten su conducta pública en sentido acorde con las expectativas de los representados. Más allá de que pueda coincidirse en que los problemas de representación política no son nuevos, también habrá de concluirse que la legitimidad de origen resultante de la elección se perfecciona con la legitimidad de ejercicio del poder con el que el pueblo inviste a sus representantes.- Ya se ha dicho que a la justicia federal electoral solo le corresponde el control de la primera (Fallo 3571/05 CNE), pero del buen desempeño de lo segundo depende la cabal consumación del proceso iniciado en los comicios. Eso es lo que dice la Justicia al respecto. En el fallo “Pagani”, en el cual se planteó la ilegalidad de que alguien elegido por un partido pase a otro. 

7) El federalismo y la autonomía son muy débiles. Un gobernador está obligado a llevarse bien con la Nación. Un intendente necesita siempre tener un paraguas provincial o nacional. Hoy, si un intendente carece de esta protección corre serios riesgos de no poder sobrevivir y, por lo tanto, de tener un municipio en crisis. Alfaro, al quedarse sin el gobierno nacional de Cambiemos corrió desesperado a buscar protección nacional. La encontró con Massa a quien fue a pedirle un mendrugo como el Chavo del 8 cuando anda pateando piedritas. Y salió gordito como “El señor Barriga”.

8) Las decisiones y los movimientos, en la política, son más fuertes que las palabras. Ávila explica y no le alcanza porque lo que queda son sus movimientos, sus gestos. Ella llegó a Diputados con un discurso crítico al kirchnerismo y al alperovichismo-manzurismo, y ahora con su movimiento se la ve acercándose a Cristina.

9) Cuando se vota un intendente no es lo mismo que cuando se vota a un diputado. Vuelve a aparecer la crisis entre dirigentes y ciudadanos. Es posible que el ciudadano que elige se incline por el color, el espacio o la estructura ideológica por la cual decide poner el voto. En cambio, el dirigente entiende que el diputado está atado al ideario nacional y a las necesidades políticas de la estructura, espacio o ideología. En tanto, cuando se vota un intendente, el dirigente siente que se vota la gestión. Hay un problema de lenguaje y significantes.

10) El peronista no se lleva bien con el del pro. Nada nuevo bajo el sol. Pero sin dudas ha sido el problema central de Cambiemos. Sus identidades se fortalecen en función del enemigo, no de sus afinidades.

Las broncas durante la semana fueron y vinieron y dejaron estas enseñanzas que tal vez ayuden a una futura construcción política o a una reestructuración institucional.

¿Hay química entre los dos?

En pocas horas la Argentina vuelve a empezar. La incógnita a despejar es cómo será la sociedad gobernante en la que la socia mayoritaria ocupa la gerencia de menor rango. Los argentinos (oficialistas y opositores) no sólo miran qué hará esta dupla sino también cómo se llevará. Tendrán doble trabajo el Presidente y la vice. Los tucumanos lo sabemos y lo sufrimos. La provincia arrancó con la ilusión de estar cerca del poder y esta semana deberá conformarse con pertenecer al espacio que administra el poder. Juan Manzur, los gobernadores y algunos gremialistas sienten que prepararon el auto para correr la carrera y para que lo pilotee Alberto. Cristina y sus adlátares sienten que son más que el 30% y creen que les deben prestar el volante. Prueba de esto fue la declaración ante la Justicia donde la ex presidenta se olvidó del rol en el que estaba en el estrado. Estas actitudes profundizan la grieta de la sociedad con la Justicia: es “justa” cuando está a mi favor y “un desastre” cuando no me favorece. Un mensaje complejo para el ciudadano de a pie. Y una confirmación de que la grieta trasciende las dicotomías rutilantes.

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