Portazo de Ávila que sacude a la UCR

Portazo de Ávila que sacude a la UCR

El portazo que Beatriz Ávila le dio a Macri, entre otras cosas, aceleró el internismo en la UCR local por la conducción del partido, puso en peligro la subsistencia de la coalición opositora provincial, impone al Gobierno tucumano repensar cómo encarar la relación con Germán Alfaro y fortaleció a Sergio Massa en la Cámara de Diputados. Son los efectos y las posibles consecuencias de la sorpresiva decisión de la diputada nacional de abandonar Juntos por el Cambio, motivada por el desencanto con sus socios de ruta, pero centralmente apuntando a tratar de garantizar la gobernabilidad de la intendencia capitalina. Porque el jefe municipal, su esposo, después de los comicios del 27 de octubre quedó aislado política e institucionalmente, sin la protección que le proporcionaba Rogelio Frigerio desde la Nación, y quien ahora desde el llano poco y nada puede hacer por él; debe salvarse solo. El pragmatismo es una imposición de la hora.

Para justificar la apreciación sobre Massa hay que detenerse primero en la crispación que causó en el macrismo la ruptura y alejamiento de Ávila. Las agresiones en las redes sociales hacia su persona, que se intensificaron tras de decirle traidor al Presidente, le apuntaron principalmente a su condición de peronista, lo que avala la idea de que gran parte del 40% del voto a Macri no fue sólo porque estaban convencidos de su “buena” gestión sino que conllevaba una fuerte carga de antiperonismo. Tampoco fue casual que el hostigamiento se focalizara a ella porque, tras la derrota de Macri en octubre, fue una de las que más se movió en la Cámara promoviendo la juntada un grupo de diputados provinciales que se abriera del oficialismo. El esquema de poder se modificaba y había que replantear estrategias. Decepcionada con la decisión de Monzó de mantener a su bloque de parlamentarios en Juntos por el Cambio -entre ellos está Domingo Amaya-, optó por asociarse con otros pares que andaban en la misma búsqueda de un espacio común, pero por fuera del macrismo. Excusas para asociarse les sobraban, igual que los costos políticos a pagar. Este tipo de acciones no son gratis. Primero fueron cinco, y luego llegaron a ocho. Número mágico, porque como bien lo advirtieron algunos era justamente la cantidad de diputados que le hacía falta al Frente de Todos para lograr el quórum: 129. Alfaro vio su oportunidad y no la desperdició; habló con Massa.

El tigrense también hizo lo suyo al alentar la conformación de este interbloque nuevo porque se satisfacían las necesidades y urgencias de todos. No fue ajeno a la jugada. El presidente de la Cámara Baja sonrió con la fractura, porque desplazaba del poder interno a Máximo Kirchner en el manejo del cuerpo legislativo, él puede ahora garantizar su funcionamiento a partir de los acuerdos con este grupo de parlamentarios. Y con otros. Esos acuerdos pueden incluir el sacar alguna ventaja o beneficio para la intendencia capitalina. Sin embargo, así como Ávila se movió para construir este espacio, también hubo otros parlamentarios, como Graciela Camaño y su bloque de lavagnistas y de cordobeses, que pugnaron por fortalecerse para negociar el quórum con Massa. Nada es inocente, y todo está motivado por intereses personales y sectoriales, con una gran cuota de conveniencia política. ¿La gran excusa?: defender la institucionalidad y la gobernabilidad.

En esos niveles dirigenciales no cabe sorprenderse por las jugadas, especialmente cuando se han producido advertencias y gestos de disgusto de algunos políticos, tales como la ausencia de Alfaro del acto de Macri en Tucumán. Hay que saber entender los mensajes. Por eso resulta llamativo que el Presidente haya salido con un tuit a pedir la renuncia a las bancas de los tres diputados díscolos, cual si hubiera sido sorprendido en su buena fe sin que nadie de los suyos le haya hecho notar lo que estaba pasando. Si piensa ser el líder de la oposición, como se autoproclama, debería haber advertido las señales y actuado como tal: llamar y persuadir a los que consideraba propios. Los descuidó, no los interpretó, los perdió y se debilitó. Según Ávila -que deslizó que no supieron contenerla-, es posible que muchos más salten el cerco en marzo venidero. ¿Serán radicales o los peronistas de Monzó?

Además del mensaje desafiante de Macri también hubo dirigentes radicales de la provincia que usaron las redes sociales para pronunciarse sobre la conducta de la diputada nacional, situación que debe interpretarse, además, a la luz de la interna radical por el manejo de la UCR local, hoy intervenida. José Cano fue uno de ellos, pero con su apreciación se distanció del matrimonio Alfaro y prácticamente inició el camino de la ruptura de la sociedad, pese a que invitó a su par a recapacitar para volver a trabajar juntos. “Dejó de lado los valores que nos unieron”, sentenció. Frase con la que ya es improbable volver atrás. Las cartas han sido echadas. Por otro lado, el legislador José María Canelada, socio político de la senadora Silvia Elías de Pérez, mostró coincidencias con la diputada nacional al cuestionar la verticalidad de Cambiemos y destacando la afinidad del tándem con la gestión municipal. No hay que hacer demasiadas sumas y restas para saber quién se enfrentará a quién y quién estará con quién en el futuro. Hace poco fue difundida, también por las redes, una foto de la senadora, de Alfaro y de Canelada en la oficina del intendente. Se deslizó que no sólo fue una imagen para consolidar la relación política sino que allí se habrían sellado acuerdos a futuro.

La UCR, como se sabe, está intervenida, y está aún lejos de un llamado a elecciones internas. La prioridad del interventor, el concejal capitalino “Lucho” Argañaraz, está más en salvar el edificio de la sede partidaria y en su reorganización administrativa, por lo que la visibilización del enfrentamiento entre el diputado y la senadora se va a postergar, aunque se desarrolla tras bambalinas. Esa eventual disputa por la conducción del partido podría definir la ruptura o un nuevo rearmado de la coalición opositora en Tucumán, dependiendo de quién se imponga. Para Alfaro, hoy el principal dirigente opositor por el solo hecho de gobernar el municipio capitalino, no será lo mismo que se imponga Cano a que lo haga Elías de Pérez, con quien mantiene estrechos lazos. La crítica del diputado hacia su esposa lo distanció. No es imaginable una foto juntos.

Tampoco habrá que esperar a los comicios de 2023 para observar cómo se verifican esos posibles realineamientos, sino mirar a 2021, cuando se tengan que renovar las bancas de los tres senadores y de cuatro diputados. Precisamente, Ávila y Elías de Pérez finalizan sus mandatos ese año y tal vez aspiren a la reelección en sus cargos. ¿Por qué no imaginar que lo puedan intentar hasta compartiendo la boleta, en una alianza entre la UCR y el PJS? En ese marco, hay que ver que dirigentes del PRO tucumano, también intervenido, se sumaron a las críticas hacia Beatriz Ávila en la misma dirección de Cano, por lo cual pone a ambos espacios macristas en igual sintonía, posiblemente uniéndolos de cara a las elecciones de medio término. Después de la derrota de Macri, la coalición opositora se quebró. Si para el peronismo en el Gobierno el desafío será continuar unidos, el reto para la oposición será no seguir fragmentándose y convertirse nuevamente en una alternativa de poder.

Dato suelto, pero que puede tener incidencia en la disputa de poder interna de la UCR local: el 16 sesiona el comité nacional del radicalismo, para cuya conducción se eligió al mendocino Cornejo. Al estar intervenido el distrito local, los mandatos de los delegados tucumanos están vencidos. Ellos son Cano, Elías de Pérez, Romano Norri, Argañaráz y Sebastián Salazar. Para que puedan asistir, el propio interventor debe autorizar la habilitación o la prórroga de los mandatos. Si en el plenario se discutirá la integración de la conducción, habrá que ver si algún tucumano -siempre y cuando obtengan la prórroga- pueden sumarse a la mesa directiva. Todo está por verse.

Finalmente, cuando decimos que el Gobierno provincial debería repensar cómo seguir la relación con Alfaro es, precisamente, porque el interbloque de ocho diputados que integra Ávila le garantiza al Frente de Todos la obtención del quórum para sesionar. O sea al Gobierno de Alberto Fernández. Los favores se pagan de alguna forma, una de esas es no afectando la gobernabilidad del intendente, o tendiéndole una mano. Porque no es lo mismo ser opositor desde una banca legislativa que serlo teniendo responsabilidades ejecutivas. Como alguien lo supo graficar allá lejos en el tiempo: “algunos no saben lo que es pagar las planillas salariales”. Los intereses y las necesidades particulares siempre están por encima de todo, especialmente cuando se gestiona un espacio de poder; pragmatismo político que le dicen.

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