Con crédito social para cambiarle el humor al país

Con crédito social para cambiarle el humor al país

Alberto Fernández llega a la Presidencia con el apoyo popular que goza todo nuevo gobierno. Sin embargo, la incertidumbre pasa por la convivencia con su compañera de fórmula.

Alberto Fernández está en el terreno de definiciones. Este viernes dará a conocer los nombres de su elenco de funcionarios con lo que el martes 10 iniciará su nuevo desafío: ser presidente de la Nación. El ex jefe de Gabinete durante el kirchnerismo llega con la impronta de un nivel de aceptación social que, bajo ningún aspecto, significa un cheque en blanco. Gran parte de la sociedad apuesta a que el nuevo mandatario le cambie el humor a la economía, pero también enfrenta la incertidumbre acerca de la manera en que se conducirá a la Argentina. Si Fernández será el que tomará las decisiones, si habrá un cogobierno con la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner o si la gestión transitará bajo el consenso. Por de pronto, los analistas son cautelosos en sus apreciaciones, aunque conciden que el nuevo gobierno llegará con un “plan Verano”, que tiende a reactivar el consumo, particularmente en sectores de menos ingresos. En el camino deberá diseñar un programa para afrontar los vencimientos de la deuda pública y develar quién será el conductor del estratégico Ministerio de Economía.

Según el analista, Sergio Berensztein, hay chances de que se active aquel “plan Verano”, que puede implicar la postergación de decisiones de fondo que tengan elevados costos políticos. Por ejemplo, un reajuste en las tarifas. “En ese aspecto, no hay que perder de vista que la plata que puede darse por un lado (en más jubilaciones, planes, salarios u otros beneficios de alto impacto social) la sacan de otro. No hay soluciones mágicas”, dice a LA GACETA. De acuerdo con el experto, los gobiernos nuevos generan, históricamente, sensaciones positivas, pero eso no significa que el crédito esté abierto de par en par.

El estado de la economía al finalizar la administración del presidente Mauricio Macri contribuye a generar cierto efecto de “luna de miel” de la sociedad con el nuevo gobierno. “La gente tiene conciencia de que la situación es muy grave, algo muy diferente de lo que sucedía cuando Macri asumió como presidente, en el que la sensación general pasaba por el lado de la corrupción o los planes. El 90% de la población contesta que la situación es grave o muy grave y eso ayudará a Alberto Fernández a arrancar la gestión con cierto apoyo. Ojo, nadie espera soluciones mágicas”, afirma el consultor Hugo Haime. Según sus mediciones, el nuevo presidente llegará al poder con una imagen positiva de entre un 58% y un 60%, con una expectativa centrada en lo económico. “El 70% de la gente cree que va a poder reactivar la economía y, más o menos un 66% cree que hay que esperar un año para que eso se evidencie”, indica a nuestro diario. Desde ese punto de vista, Haime dice que hay esperanza en la sociedad, pero eso también dependerá de las medidas que vaya adoptando el nuevo gobierno y, sobre todo, sus efectos.

Diferente es la percepción del politólogo Julio Bárbaro, que afirma que el nuevo gobierno no logró aún dar certezas a la esperanza. “Por el contrario, creo que hay miedo en la esperanza”, acota. ¿Por qué? “El hecho central es que hay un sector que insiste en el volveremos y la Argentina hoy requiere, de manera imprescindible, gestos de convivencia con la oposición y con el oficialismo propiamente dicho”, responde. Bárbaro dice que Fernández tiene la oportunidad de hacer algo diferente a lo que realizó Macri que, a su criterio, “expulsó a la política y tuvo un destrato con los aliados”. “Alberto no puede hacer lo mismo”, insiste. El analista agrega que más de la mitad del electorado ha elegido a Alberto y a Cristina Fernández para que ocupen, cada uno, sus roles. “Toda alteración a esas funciones debilita a las instituciones”, indica.

Bárbaro manifiesta que el agrietamiento abarca a todo en la Argentina, incluyendo a las provincias. “Creo que la conducta que hay que adoptar es la del peronismo que se evidenció cuando Perón abrazó a Ricardo Balbín y no algo tan progresista, de vivir criticando al otro o buscando la confrontación permanente”, finaliza.

Para Berensztein, a su vez, la convivencia entre Alberto y Cristina es un enigma. “¿Se presionarán? ¿Qué sabemos fehacientemente sobre cómo es y será la relación? Nada. Todo es especulación, sólo suposiciones de distinta magnitud, pero que de conclusiones no tienen nada”, indica.

Mirando a lo que será el traspaso de mando de Macri a Fernández, el analista advierte que es fundamental mirar las formas para entender qué es lo que puede venir. “La gran pregunta es si habrá algún tipo de conductas a lo barrabravas en las tribunas que, de alguna manera, desdibuje la cuestión institucional o si se cuidarán las formas. Me parece que eso es todo un test institucional”, observa.

Haime, a su turno, señala que un indicio sobre la convivencia de la fórmula gobernante podrá apreciarse el viernes 6, cuando se conozca el gabinete de Fernández. “Algunas conclusiones, además, podrán sacarse en los primeros tres meses de la nueva administración de gobierno. En ese período, la misma sociedad dirá si Alberto es el que maneja el país, si se toman las medidas necesarias y si el rumbo adoptado es el correcto para la Argentina”, finaliza.

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