Knausgard: al final llegó el final

Knausgard: al final llegó el final

Se acaba de publicar en español el sexto y último título de la obra Mi Lucha, del escritor noruego que se convirtió en un éxito editorial tras escribir casi 4.000 páginas autobiográficas en las que cuenta además la vida de cada persona que lo ha rodeado.

LA VIDA EN DETALLES. Knausgard no cuenta una historia sino un ensayo escrito por alguien obsesivo. LA VIDA EN DETALLES. Knausgard no cuenta una historia sino un ensayo escrito por alguien obsesivo.
01 Diciembre 2019

NOVELA

FIN

KARL OVE KNAUSGARD

(Anagrama - Barcelona)

En la vida del noruego Karl Ove Knausgard todo se vuelve asfixiante y sabe cómo contar esas sensaciones. Después de casi 3.800 páginas divididas en seis libros, que en realidad son una enorme novela titulada Mi lucha, se puede leer en español el título que faltaba, Fin. En este caso, son mil páginas que arrancan con un problema familiar: su tío Gunnar amenaza al autor con una demanda en caso de que mencione el nombre y apellido de su hermano, el padre de Karl Ove, en las historias. El problema es que ese padre resulta fundamental en lo que se cuenta. Porque a partir de su muerte en condiciones anormales toma fuerza lo que sigue.

A lo largo de estos libros, Knausgard repasa su vida con detalles mínimos: si tiene que cambiar los pañales de sus hijos o “soportarlos” en una plaza, por ejemplo, lo grafica textual. Lo mismo hace con los diálogos familiares o con sus primeros amores y hasta que sus inicios en la escritura. Tal vez eso es lo que lo vuelve característico. Aunque en Fin el asunto no sea tan lineal. No nos encontramos ante una historia sino ante un ensayo escrito por alguien obsesionado con el correo electrónico en tiempos en que había que apretar F5 para actualizar los mensajes recibidos. Hoy con teléfonos celulares sería más sencillo y más rápido. Y más enfermizo.

En las primeras páginas lo único que le importa es su tío. Promediando Fin el interés es Adolf Hitler y el nazismo. Entre tanto, menciona a escritores que lo marcaron, como Witold Gombrowicz y Jorge Luis Borges. Y en el final las cosas parecen encaminarse pero no: ya leyeron arriba que en Knausgard todo se vuelve asfixiante. Así que cuando se perfila la normalidad en su vida es su esposa la que sufre depresión y debe internarse. Él se queda solo con los tres hijos. Su vida no es más su vida.

“La verdad es que cuando empecé a escribir esa novela ya no tenía nada que perder. Por eso la escribí. No sólo me sentía frustrado, como puede uno sentirse con una vida familiar con niños pequeños y tantas obligaciones que no queda más remedio que renunciar a uno mismo”, escribe. Y continúa: “Me sentía infeliz, infeliz como no me había sentido nunca, y estaba completamente solo. Mi vida era horrible, así lo sentía, no tenía fuerzas suficientes, no tenía valor para dejarlo todo y empezar una nueva vida, pensaba a menudo en irme, incluso varias veces al día, pero no podía, me resultaba imposible cuando reparaba en las consecuencias que tendría para Linda y su vida, porque lo que ella más temía era que me marchara o que me muriera”.

Esta obra de Knausgard parece masoquismo puro. Pero no sólo para él, sino también para los demás. Porque no tiene problema en contar hechos que protagonizaron quienes pasaron o están en su vida. ¿Se puede ser amigo de alguien así? ¿Se puede poner una persona en pareja con él y sentirse segura de que la intimidad será intimidad? La lectura de estos libros indica que no. Quienes leemos nos preguntamos dónde estará la ficción y dónde la realidad. Pero el propio Knausgard nos saca la duda porque contó que todo es verídico. También dijo que esta honestidad le provocó problemas no sólo con familiares sino con tantos que formaron parte de su entorno. ¿A quién le gustaría salir con nombre y apellido en una novela que se convirtió en un éxito de ventas? Y a quién le gustará, aunque no salga su nombre, verse reflejado al detalle. Se entiende entonces el enojo de su esposa: no debe ser muy lindo enterarse de una infidelidad a través de un libro.

Truman Capote preguntó qué esperaban de él aquellos que dijeron sentirse damnificados al ser expuestos en sus historias. “Soy un escritor y me sirvo de todo. ¿Es que esa gente pensaba que yo estaba para entretenerlos?”. Tal vez Knausgard tenga otra respuesta. O quizás escriba alguna vez un ensayo sobre la intimidad. Aunque en las últimas líneas diga que se siente feliz de tener a su esposa -Linda- y a sus hijos (¡menos mal!). Pero no deja de volver al masoquismo: “Nunca me perdonaré todo lo que les he causado, a lo que les he expuesto, pero lo he hecho, tendré que vivir con ello”.

(c) LA GACETA

ALEJANDRO DUCHINI

Fin

Por Karl Ove Knausgard

Un poco más, papá, por favor - dijo Vanja sonriendo.
-Cinco minutos -dije, y me senté en la piedra que había justo delante del banco. Me dolía todo el cuerpo, y después de haber apartado unos segundos a Gunnar de mis pensamientos, fue como si volviera con más fuerza aún. Tenía la esperanza de que la presencia de los niños me ayudara, que me proporcionara otra perspectiva, pero ocurrió lo contrario, en cierto modo me daban pena por ese padre que tenían, porque ese padre que veían y con el que estaban obligados a relacionarse no era en realidad yo, y eso lo irían descubriendo poco a poco cuando se hicieran lo bastante mayores para valorar a las personas de su entorno en relación con cualidades y rasgos de carácter más que con la presencia inmediata. No los merecía, pero eso no era lo triste, lo triste era que ellos no lo sabían.
-¿Qué tal está Linda? - me preguntó Karin.
-Bien -contesté-. Está pasando unas breves vacaciones en una granja. Sólo unos días.
-Eras valiente quedándote sólo con los tres.
-No, por Dios -dije-. No me cuesta nada. Qué va.
La razón por la que no tenía problemas con ellos era porque yo me mostraba severo, más severo que cuando Linda estaba presente. Yo no aceptaba nada, ningún margen de error. Y ellos lo entendieron rápidamente y se sometían a ello, pero, claro, no estaba bien. Las monitoras de la guardería no se daban cuenta, ellas sólo veían las situaciones relacionadas con entrega y recogida, y en esas situaciones, con tantos ojos dirigidos hacia mí, yo me comportaba en consecuencia, claro está.
Me cago en la gran puta.
Vaya mierda.
¿Cómo coño podía ponerme a mí mismo en una situación como ésta? ¿De qué servía? ¿No podía guardarme lo malo para mí, como hacía la gente normal? No, yo siempre tenía que hacer las cosas a la vista de todo el mundo y arrastrar a otros en la caída”.

* Mi lucha: 6 (fragmento).

PERFIL

Karl Ove Knausgård nació en Oslo, Noruega, el 6 de diciembre de 1968. Sus primeros libros fueron Out of the World y  A Time for Everything, pero alcanzó notoriedad con Mi lucha, la serie de seis libros que remite además al libro de Adolf Hitler. Mi lucha (Anagrama), que se convirtió en un enorme éxito de ventas a nivel mundial, se compone de La muerte del padre (tal vez el mejor), Un hombre enamorado, La isla de la infancia, Bailando en la oscuridad, Tiene que llover y Fin.

Tamaño texto
Comentarios
Comentarios