Grafitti en Chile: resistir desde los muros

Grafitti en Chile: resistir desde los muros

“Cuando no podés decir las cosas en la cara al otro, o ese otro no tiene un cara, el arte urbano es resistencia”, resalta un grafitero tucumano.

SENTIMIENTOS SUPERPUESTOS.  Esta pared  -se observa- permitió la catarsis una y otra vez. En el dolor y la bronca; también en la esperanza. Una joven chilena celebra el anuncio de que la  Constitución pinochetista por fin será modificada. SENTIMIENTOS SUPERPUESTOS. Esta pared -se observa- permitió la catarsis una y otra vez. En el dolor y la bronca; también en la esperanza. Una joven chilena celebra el anuncio de que la Constitución pinochetista por fin será modificada.

El 6 de octubre Chile comenzó a explotar en Santiago. Para el 18, la detonación se había propalado y se mantuvo durante semanas en las calles, en las plazas, en los medios (de modos diferentes, según cuáles) y también en las paredes. Hubo daños materiales, heridos y muertos (enumerados aquí en gravedad creciente). La presión nacional e internacional fue muy fuerte. La represión por parte del Estado, durísima. Muchos chilenos perdieron sus ojos reclamando un cambio; otros, su vida. Aparentemente, no fue en vano: en la madrugada del 15 de noviembre, el Senado chileno informó un acuerdo para redactar la nueva Constitución.

El arte también grita

“Cuando no podés decir las cosas en la cara del otro, o cuando ese otro no tiene cara, el arte urbano de las paredes es un acto de resistencia. Es aparentemente ‘inofensivo’, pero llega. Y en tiempos de transmedia, puede llegar en minutos al planeta entero, como ocurrió estos días en Chile”, reflexiona Ignacio Stesina, “grafitero” tucumano, que estaba en Chile cuando todo empezó. Los grafitti nacieron como herramientas de protesta; son una forma de arte con una finalidad y un soporte (la pared) particulares, agrega. “Tienen además una función nemotécnica: que lo ocurrido no pase al olvido, y, al estar en espacios públicos, son patrimonio cultural para todos”, resalta.

Grafitti en Chile: resistir desde los muros

En Chile, resistir desde los muros tiene historia: las brigadas muralistas. Comenzaron en 1963, en la campaña por las elecciones en las que se postulaban Frei y Allende, intervenían paredes con figuras plásticas llamativas y mensajes explícitos; para las de 1970 el mural político se generalizó. El golpe del 1973 quebrantó el trabajo, pero durante las huelgas organizadas desde 1979, los grupos civiles recuperaron el mural como medio de expresión y comunicación, manteniendo esta práctica de forma aun clandestina, pero con la misma potencia política y visual de los murales de antaño. Hace poco más de dos meses, resurgió con fuerza. Aquí está la prueba.

SENTIMIENTOS SUPERPUESTOS.  Esta pared  -se observa- permitió la catarsis una y otra vez. En el dolor y la bronca; también en la esperanza. Una joven chilena celebra el anuncio de que la  Constitución pinochetista por fin será modificada. SENTIMIENTOS SUPERPUESTOS. Esta pared -se observa- permitió la catarsis una y otra vez. En el dolor y la bronca; también en la esperanza. Una joven chilena celebra el anuncio de que la Constitución pinochetista por fin será modificada.
ALTERNATIVAS POPULARES. Cuando el sistema no recibe las denuncias, los muros suelen hacerse cargo de ellas. ALTERNATIVAS POPULARES. Cuando el sistema no recibe las denuncias, los muros suelen hacerse cargo de ellas.
Grafitti en Chile: resistir desde los muros
Grafitti en Chile: resistir desde los muros
CEGUERA SOCIAL Uno de los actos más repudiados de  los cometidos  por quienes reprimían las protestas fueron los disparos a la cara de los manifestantes. De hecho, un comunicado de la Sociedad Chilena de Oftalmología resaltando el “inédito número de pacientes con lesiones oculares graves” ayudó a suspender la utilización de balines o perdigones para dispersar manifestantes. Pero antes de eso, las paredes gritaron el horror de la ceguera del Estado CEGUERA SOCIAL Uno de los actos más repudiados de los cometidos por quienes reprimían las protestas fueron los disparos a la cara de los manifestantes. De hecho, un comunicado de la Sociedad Chilena de Oftalmología resaltando el “inédito número de pacientes con lesiones oculares graves” ayudó a suspender la utilización de balines o perdigones para dispersar manifestantes. Pero antes de eso, las paredes gritaron el horror de la ceguera del Estado
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