"The Crown - temporada tres": a medida que madura se va poniendo mejor

"The Crown - temporada tres": a medida que madura se va poniendo mejor

The Crown - temporada tres: a medida que madura se va poniendo mejor

Excelente

Serie / por Netflix

“Nunca pude llorar”, le confiesa Isabel II al primer ministro Harold Wilson. Es un sinceramiento asombroso para una mujer que les ha puesto una mordaza a sus sentimientos. Un alud sepultó al pueblo minero de Aberfan y decenas de niños murieron. La reina envía a su esposo para que la represente en el sepelio. Ella, por protocolo, no asiste a zonas de desastre. “¿Lloraste?”, le pregunta. “¿Si lloré? Cualquiera que estuvo allí quedó destrozado”, le responde el príncipe Felipe. Al final del capítulo, el mejor de la tercera temporada de “The crown”, Olivia Colman -heredera de Claire Foy en el papel de soberana de Gran Bretaña- escucha un himno religioso, el mismo que se cantó en el funeral, y finalmente se permite una lágrima.

Privilegiar un episodio entre los 10 estrenados por Netflix es todo un desafío. La excelencia alcanzada por Peter Morgan en la tarea de elegir las historias adecuadas, entrelazarlas y ponerlas en contexto luce insuperable. Como en las temporadas anteriores, “The crown” se desliza con elegancia, buen gusto y precisión. Y eso es porque Morgan trasciende la erudición histórica y el profundo conocimiento de los vericuetos de la realeza para confirmarse como uno de los grandes narradores contemporáneos. La serie -su serie- es, por sobre todo, conmovedora.

Mientras la princesa Anne (Erin Doherty) maneja escuchando a David Bowie, puertas adentro de los palacios los secretos siguen guardándose bajo las alfombras. Nada es lo que parece. “The crown 3” surfea la década del 60 y llega hasta 1977, año en el que Isabel II celebra el jubileo: un cuarto de siglo en el trono. A la luz de los hechos parece nada, teniendo en cuenta que su reinado lleva 67 años. Colman, una de las grandes actrices de nuestro tiempo, la interpreta con una austeridad de gestos y una profundidad en la mirada que lo dicen todo. Como si fuera la propia Foy, también admirable en el papel, la que envejeció frente a la cámara.

El cambio de reparto, producto del salto temporal, benefició a “The crown”. Si Matt Smith (Felipe) y Vanessa Kirby (princesa Margarita) estaban más que correctos en las temporadas anteriores, aquí son superados por las extraordinarias actuaciones de Tobias Menzies y Helena Bonham Carter. Con tres agregados de lujo: Charles Dance en la piel de Lord Mountbatten; Jason Watkins como Harold Wilson; y Josh O’Connor, de notable parecido con un joven Príncipe Carlos.

Cada uno de ellos tiene la oportunidad de brillar en el abanico de historias desgranadas por Morgan: Margarita seduciendo al presidente Lyndon Johnson (capítulo 2) o al borde del suicidio (10); Felipe reencontrándose con su madre (4) o inmerso en la crisis de la mediana edad en sintonía con la llegada del hombre a la luna (7). Mountbatten subido a la aventura de un golpe de Estado que la reina desarticulará de un plumazo (5). Carlos aprendiendo galés para leer un discurso revelador (6) o sufriendo por el amor esquivo de Camila Parker Bowles (8 y 9). Y como un regalo para exquisitos, el final del abdicante Eduardo VIII, encarnado por el enorme Derek Jacobi, con Geraldine Chaplin haciendo de Wallis Simpson. Un lujo.

Eso sí: de la presunta -y escandalosa- infelidad de la reina, poco y nada. Terminó sirviendo de marketing, estrategia que “The crown” no necesita.

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