Yerba Buena: radares y controles móviles para prevenir accidentes

Yerba Buena: radares y controles móviles para prevenir accidentes

“Más semáforos para que nadie los respete no tiene sentido”, dice un funcionario municipal.

 AVENIDA PERÓN. Son cada vez más los vehículos que la transitan; un gran problema es la velocidad alta. AVENIDA PERÓN. Son cada vez más los vehículos que la transitan; un gran problema es la velocidad alta. LA GACETA / INÉS QUINTEROS ORIO

La Municipalidad de Yerba Buena construyó su primer lomo de burro hace más de dos décadas, pocos días después del 19 de octubre de 1995. Ese mediodía Laura Fajre había muerto atropellada por un auto a la salida del Colegio San Javier. Desde entonces, a pesar de los retardadores de velocidad, los conductores han cavado muchas tumbas en la ciudad jardín.

Hace dos meses, el 13 de septiembre, Alfredo Bichara, de 52 años, le pagó a la muerte la cuota que cobra en Yerba Buena. Fue el último accidente fatal en ese municipio, esta vez un triple choque en el cruce de la avenida Perón y la calle Las Rosas.

El director de Tránsito de la Municipalidad, Martín Aráoz, llamó la atención sobre la violación de las normas viales. “Es inentendible que muchos conductores no asuman la responsabilidad que conlleva el manejo de un vehículo. Las decisiones que uno toma pueden hacer que un medio de transporte se convierta en un arma letal”, alertó.

Araóz planteó un doble enfoque para reducir el número de personas muertas y heridas: por una parte, los controles de tránsito y alcoholemia; por otra, la educación vial. “Poner más semáforos para que nadie los respete no tiene sentido -explicó-. El tema principal es la falta de conciencia de la gente: ven que la avenida es ancha, aceleran y después nos lamentamos todos”.

Según informó Aráoz, el Concejo Deliberante de Yerba Buena está calculando los costos de la radarización de las principales avenidas. La Dirección de Tránsito considera además la posibilidad de tornar itinerantes los controles de alcoholemia y de motocicletas. “Hoy la gente sabe dónde suelen estar los agentes y migra hacia las calles internas”, observó.

Otros planes de la Municipalidad en relación con la prevención de accidentes buscan concientizar a la población. Aráoz proyecta convenios con los bares y boliches de la zona para la identificación y el control de los conductores designados, entre otras actividades. También anunció la creación de un registro de accidentes viales para mejorar la toma de decisiones.

Claudio Artaza Saade, director de la Fundación Alerta en el Camino y miembro del Comité Consultivo de la Agencia Nacional de Seguridad Vial, se quejó por la existencia de lomos de burro en las calles de Yerba Buena. “Ni siquiera están descriptos en la ley de tránsito -advirtió-. La Municipalidad tiene que poner tachas reductoras de velocidad, que son reglamentarias. La ley de tránsito no debe ser una letra muerta”.

Además, Artaza Saade exigió la contratación de personas capacitadas en seguridad vial. “Las rampas de la Perón, por ejemplo, son un engendro hecho por gente inexperta que se ha puesto a regir el tránsito en Tucumán”, se quejó.

La ley de la jungla

El 21 de diciembre de 2006,  Gustavo Jiménez embistió el auto en el que iban Silvia Jatzon y Domingo Marchese. Jiménez, de 18 años, manejaba a 134 kilómetros por hora en la avenida Perón cuando se produjo el choque.

Elina Marchese, hija y hermana de las víctimas y fundadora del movimiento Estrellas Amarillas, lamentó que 13 años después la imprudencia en el tránsito aún sea la regla: “es una jungla. Basta pararse en una esquina para ver la cantidad de egoístas que no respetan nada. El Estado no aplica las sanciones como corresponde, pero los responsables de las más de 7.000 muertes anuales son los ciudadanos”.

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