Grieta a la tucumana

Denuncias de pactos ocultos, de romances, de caprichos, de faltas de respeto y de acuerdos para perjudicar a unos u otros. Todo como preludio de lo que será la profundización de una ya mala relación entre la Casa de Gobierno y el municipio de San Miguel de Tucumán.

El gobernador, Juan Manzur, y el intendente, Germán Alfaro, jugaron fuerte ayer en la jura de autoridades del Concejo Deliberante y ambos mostraron que al menos por el momento no están dispuestos a ceder ni un tranco de pollo.

El oficialismo provincial desechó cualquier posibilidad de tregua de entrada: consensuó con el bussismo la mesa de conducción del Concejo y borró del trío al alfarismo. En contrapartida, los seis ediles cercanos al intendente se retiraron del teatro denunciando un “pacto de amor” entre el Gobierno provincial y Fuerza Republicana. De hecho, la presidencia y la vice primera quedaron para el peronismo, y la vice segunda para el bussismo.

¿Qué pasará de ahora en más? Se espera que se desate una guerra política institucional entre ambos poderes. El Concejo Deliberante necesita del Ejecutivo municipal para funcionar y para que le dé el okay a las ordenanzas que eventualmente apruebe. En contrapartida, el intendente precisa que los ediles legislen según sus necesidades. Será difícil que esa relación lógica sea fluida. El recorte de recursos podría ser un arma en esta batalla que se relanzó ayer, pero no sería la única. Ya se habla de “carpetazos” y cobranza de deudas guardadas entre viejos dirigentes que forman parte del nuevo cuerpo. La esperanza de los más conciliadores es Fernando Juri. El veterano justicialista posee un perfil conciliador, buena relación con Alfaro y poco ánimo de romper todo, como plantean algunos. ¿Podrá lograrlo? Parece complicado. Manzur observará de cerca sus pasos, más aún teniendo en cuenta una cuestión clave: él y Osvaldo Jaldo toman las decisiones. De ahí también su elección para el cargo. La dupla a cargo del Poder Ejecutivo practica un verticalismo estricto que incluye diluir el poder de los dirigentes con ambiciones. Por ello, difícilmente habrían puesto en la cabeza del Concejo Deliberante a alguien dispuesto a ejercer el “libre pensamiento”. Otra muestra de este estilo de conducción de la yunta poderosa es lo que sucedería en la nueva Legislatura. Si se confirma que Regino Amado será el presidente subrogante, también se ratificaría que en los puestos clave se prioriza a los que obedecen y tienen techo. Al decir de algunos dirigentes peronistas, Manzur y Jaldo son pisa cabezas profesionales. ¿El primero querrá aplastar la del segundo? ¿O viceversa?

Si eso sucede, la batahola que podría desatarse se escucharía hasta La Quiaca. De allí la prudencia de los dos máximos dirigentes del oficialismo provincial en los tratos, en las decisiones que toman, en los gestos y en lo que dicen uno del otro; en público y en privado. Nadie que se aprecie tanto necesita elogiar o recalcar con tremenda asiduidad cuánto consulta o depende del otro. Tanta dulzura resulta sospechosa.

Una vez que la tormenta electoral amaine comenzarán a develarse varias incógnitas respecto de la relación entre Alfaro y la Casa de Gobierno y entre los propios inquilinos del coloquial edificio. Mientras tanto, Manzur y Jaldo juegan con el misterio del futuro Gabinete apelando a que la esperanza fortalezca su estrategia electoral. Porque a falta de recursos, utilizan la ilusión para que toda la dirigencia trabaje: están los que se entusiasman con que conseguirán un ministerio, los que creen que el gobernador los llevará consigo si se va a Buenos Aires y los que sueñan con sentarse en alguna banca con uno que otro corrimiento de lista. Entre tanta fe hay muchos espejitos de colores y habrá varias cargas largas la semana próxima, cuando el mandatario finalmente muestre las cartas del Gabinete que ya hace tiempo orejea.

Está claro que el conflicto les sienta cómodo a algunos líderes en ciertas circunstancias. Habrá que ver si tirar de la soga les resulta beneficioso o si terminan quebrando relaciones que luego puedan desmoronar a los que queden del lado perdedor de esta cinchada por el poder.

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