Debates: esa generosidad que estimula a los artistas

Debates: esa generosidad que estimula a los artistas

Tucumán cuenta desde 2005 con una ley de Mecenazgo que nació muerta. Otras ciudades argentinas la tienen. ¿Cuál es su importancia?

Debates: esa generosidad que estimula a los artistas

Sin ella, un páramo sería la vida de una persona, porque está íntimamente abrazada a una parte esencial de su ser: el espíritu. Si un cuerpo carece de sustento, no solo sonará como lata sino que cualquier viento lo arrastrará. Pero si la cultura lo viste por dentro es posible que pueda analizar la realidad que vive y alcanzar la libertad. Entre el arte y sus creadores, el mecenas es una mano tendida, aunque no siempre desinteresada. Ayuda, protege, alienta. No es artista, pero su alma lo es.

Siglos atrás, el emperador Augusto (63 AC-14 DC) advirtió que era necesario difundir y estimular a los artistas para que los pueblos sometidos aprendieran el latín y absorbieran su cultura, como un modo de despojarlos de su identidad. Cayo Cilnio Mecenas, amigo del monarca, se convirtió en un gran difusor del arte y en protector de poetas como Virgilio, Propercio, Horacio, Ovidio, Salustio y Tito Livio. El mecenazgo tuvo una prolífica labor a partir del Renacimiento; príncipes, reyes, papas, se convirtieron en bienhechores de los artistas. ¿Qué hubiese sido de Leonardo, Miguel Ángel, El Greco, Goya, Haydn, Mozart, Beethoven, Tchaikovsky… sin el patrocinio de benefactores?

La figura del mecenazgo que fue adoptada hace mucho tiempo por varios países (Francia, España, Italia), permite a los bienhechores desgravar impuestos. En los Estados Unidos, los particulares pueden deducir hasta el 50% de sus aportes y las empresas hasta el 10% por sus contribuciones. El ingreso que deja de percibir el Estado a partir de la desgravación impositiva contemplada para proyectos culturales debe verse como una inversión a largo plazo. Desde enero de 2005, Tucumán cuenta con la ley de mecenazgo N° 7.476, que nunca se reglamentó, es decir que nació muerta. En 2016, la Legislatura anunció que la modificaría o que se elaboraría otra, pero ello no ocurrió. En nuestro país, Corrientes, Chaco y la Ciudad de Buenos Aires cuentan con una ley. ¿Sirve una impulsar las manifestaciones culturales, especialmente las independientes? ¿Desinterés de la clase dirigente tucumana? ¿La cultura, la eterna postergada? “Si un mecenas le compra a un artista que necesita dinero, el mecenas se iguala entonces al artista; introduce arte en el mundo; crea”, sostenía el poeta estadounidense Ezra Pound.

¿Qué dice la ley 7.476?

Establece el sistema de financiamiento privado para las actividades artísticas, culturales, científicas y tecnológicas. Considera benefactor a toda persona física o jurídica que brinde su apoyo material como donante o patrocinante. El estímulo o incentivo se destinará, entre otros, a proyectos que se refieran teatro, ópera, música en sus distintos géneros, danza o circo; literatura y producción literaria, artes plásticas, grabado, folklore, artesanías; producción fotográfica, videográfica, cinematográfica, audiovisual, discográfica; radio y televisión educativas y/o culturales, no comerciales, patrimonio cultural, histórico, arquitectónico, arqueológico, antropológico, bibliotecas, museos, archivos documentales, proyectos científicos y tecnológicos de alcance provincial o regional. El artículo 24 señala: “el contribuyente o benefactor que se hubiera ajustado a lo normado en la presente ley, podrá imputar el 3% del monto total del aporte, como pago a cuenta de las obligaciones tributarias mencionadas en el Art. 13”.

Siempre sirve
Gladys de Deza, ex presidenta del Mozarteum Tucumán

Estuve 23 años al frente del Mozarteum Tucumán, entre el 86 y 2009. Dejé porque las empresas dejaron de aportar, era una lucha inútil; me quedé con un solo auspiciante. La importancia de las empresas en el aporte de la cultura es mucha. Sería una ley muy importante; la tienen en tantos lugares del mundo, en donde la cultura, en particular la música y la danza, está presente desde hace muchísimos años: se sacaba una equis cantidad de dinero, que era mínima, de todas las empresas que trabajaban en el medio; era, por ejemplo, un 10% de lo que ellos tenían que pagar por impuestos, eso hacía factible que ese dinero que daban en concepto de donación para realizar actos de arte, de música, pintura, literatura, fuera para un fondo de mecenazgo. No me acuerdo bien con el gobierno de quién fue, que acá se acabó eso. Antes podían desgravar la totalidad de lo que donaban, pero luego cambió y se podía desgravar un mínimo ridículo de un 2% o un 3%, entonces los empresarios, que deducían antes el total, debían sentir que ni valía la pena y empezaron a perder la noción de la importancia de lo que es el arte, que te llena el alma, te alegra el espíritu, eso dejó de verse y hasta el día de hoy creo que no lo ven. Las empresas de Salta o Jujuy han sido más generosas que las tucumanas. Acá, en los momentos de gloria del Mozarteum, teníamos 16 auspiciantes: los bancos Empresario, Quilmes y Galicia, Scania… la más fiel hasta el último fue la Red Carlos V, de Juan Carlos Lanati y su familia, siempre nos dieron el hotel y la comida para los músicos. Una ley siempre sirve, habrá que reformularla, pero cada vez más los gobiernos están ávidos de lo que les entre a la caja, tal vez el Estado sería el principal opositor porque se les está quitando una porción de sus ingresos.

Útil, imprescindible
Lucho Hoyos, músico y compositor

Toda mi vida he desarrollado mi carrera gracias a mis amigos mecenas; no pagué ningún disco mío, todos me los bancaron. Sería una hermosa posibilidad que ellos dieran una mano a mucha más gente, esa misma guita que desgravan pasaría directamente a la cultura y los beneficiaría a ellos. Hay que salir a laburar por eso, hay que hacer que los empresarios se enteren, no es que porque salió una ley que ellos van a salir a hacer un depósito, pero ahí hay que estar más estructurado en una unidad, como un gremio o una fundación y desde ahí se puede operar con más posibilidades… hay muy poca gente como yo que vive de la música, la gran mayoría labura de otra cosa y de taquito hace música. Es totalmente útil, imprescindible una ley, sobre todo para los tipos que no tienen posibilidades.

Un recurso muy usado

Carlos Alsina, dramaturgo, director y docente

Resulta preocupante que una ley debidamente aprobada por los legisladores no sea reglamentada por el Poder Ejecutivo en breve tiempo pues se vulnera, así, un principio fundamental de la Constitución: o sea que el pueblo gobierna a través de sus representantes. Al no ser reglamentada, la norma es letra muerta. Se trata de un recurso, lamentablemente, tan usado por diversos gobiernos y por fervientes burócratas, que pone en discusión la aplicación concreta del sistema democrático. La ley en cuestión, sancionada en 2005, es una muestra de ello. Otro ejemplo evidente, en el ámbito municipal, es la ordenanza 4300, de 2008, de Reconocimiento a la Trayectoria Artística, tampoco reglamentada, a pesar de la promesa pública del actual intendente. Es indudable que toda ley nacional, provincial o municipal, que ayude a fomentar la actividad artística es positiva para la comunidad. Más allá de los defectos de su aplicación práctica, las normas en vigor en este ámbito: Ley Nacional del Teatro, Ley Provincial del Teatro y otras leyes de apoyo a la cultura, promovieron el desarrollo de tales actividades. La democracia no se limita a votar. Es responsabilidad de quienes ejercen el poder político respetar la voluntad popular y la aplicación de los principios constitucionales. Si no es así, el sistema republicano es una farsa. Es de esperar que la Ley de Mecenazgo, ya aprobada, se haga efectiva a través de su reglamentación.

Desvirtuaron el proyecto original

Marta Zurita, ex legisladora

La cultura interesa poco, no significa un voto inmediato. Se ha luchado mucho; cuando empezamos con el mecenazgo me entrevisté con el ministro de Cultura de Italia. Él me decía que en los países europeos el presupuesto de cultura es bajo, pero el mecenazgo ayuda muchísimo; estamos hablando de varios años atrás. A mi proyecto original lo desvirtuaron un poco, fue corregido por Olijela Rivas, que era presidenta de la Comisión. Al final de cada espectáculo, los artistas pedían que saliera la ley de Mecenazgo; logramos sacarla, pero no entró nunca en vigencia. El porcentaje que salió en la ley no es el que yo ponía; la deducción de un 3% del aporte era nada, el mío era mucho más alto, con mayores posibilidades. Y lógico... ¿A quién le interesa un aporte tan bajo? Habría que volver a modificar la ley; trabajé mucho tiempo en ella con un equipo fuerte. Es muy difícil conseguir algo cuando se trata de cultura, al empresariado hay que acostumbrarlo, es muy difícil que de motu proprio empiece a dar dinero a cuestiones culturales. Deberíamos motivarlos nosotros, que le sirva al empresario y al artista. El mecenazgo es importante porque facilita todas las cuestiones culturales en sus distintas disciplinas, es una forma de que la cultura llegue al pueblo. A las empresas habría que permitirles resignar impuestos, como se hace en todo el mundo, al margen de la donación que pueden hacer particulares, no los dejemos de lado. Hay gente que tiene mucho dinero que se sentiría bien ayudando, pero a las empresas hay que motivarlas. Nosotros tenemos una alta presión tributaria en Tucumán, sería importante para ellas reducir impuestos, pero claro, estamos hablando de cultura, que tendría que interesarnos a todos.

Una norma bien estructurada

Mauricio Guzmán, ex presidente del Ente de Cultura

Cuando intentamos convocar a la comisión, nos dimos cuenta de que no era una ley atractiva para que realmente fuese un incentivo. No recuerdo en este momento cuáles eran las condiciones de la ley, pero así como estaba, no servía, no era una cuestión de reglamentación, el aporte no era una cosa significativa como para lograr que el privado tuviera interés en aportar, el atractivo era poco o nulo. Después se trabajó varias veces; un abogado de Buenos Aires, Juan Manuel Beati, especialista en este tema, se reunió con la comisión de Educación y Cultura y dio su punto de vista, hará unos dos años. Acá se hizo un trabajo, se planteaba una ley mucho más interesante y generosa para recaudar fondos de privados. Han tenido diversas experiencias estas leyes de mecenazgo. Hay una cuestión de conciencia que lamentablemente el empresariado acá no la tiene, hay una especie de rechazo a esta historia de desgravar impuestos para apoyar las actividades culturales, no es fácil. En Francia, Italia, España, incluso en Uruguay, funciona bien. Amerita entonces que se ponga a trabajar esa comisión. Esa ley murió previa a nacer. Muchas veces en la Legislatura se sancionan leyes, luego se las promulga, pero si nacen sin presupuesto están condenadas antes de nacer, pero por supuesto que hace falta una ley de mecenazgo, pero tiene que ser bien estructurada, en el contexto nuestro. Se puede y se debe tener una ley. Nosotros también hemos hechos surcos yendo a pedir auspicios: ¿y qué te dicen acá las empresas?: “eso se decide en Buenos Aires”. Está todo tan centralizado en Buenos Aires; a lo sumo, te reciben acá un proyecto y después…  lo del interior es como que cae en un agujero negro. Vos abrís programas del Teatro Colón y ves la cantidad de anuncios… bueno, hay que trabajar con las empresas que quedan acá.

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