Abren un club deportivo al estilo Don Bosco, en La Bombilla

Abren un club deportivo al estilo Don Bosco, en La Bombilla

La obra fue realizada por gestión de la ex diputada y ex monja Gioconda Perrini con fondos de la Cancillería.

FRENTE A SU OBRA. La ex diputada nacional y ex monja Gioconda Perrini frente al nuevo club del barrio Juan XXIII. la gaceta / foto de franco vera FRENTE A SU OBRA. La ex diputada nacional y ex monja Gioconda Perrini frente al nuevo club del barrio Juan XXIII. la gaceta / foto de franco vera

A sus 86 años, apoyada en su bastón, Gioconda Perrini sonríe de cara a su última obra, el Club Deportivo y Ateneo “Don Bosco”. Era el sueño de su vida, casi desde que era monja de la congregación de María Auxiliadora y ayudaba al padre José Carrone, fundador del comedor Don Bosco. “Un día se me dio por conocer dónde vivían los chicos que iban a comer y así llegué a La Bombilla”. Ahí mismo, en la esquina de Chile y Thames, la religiosa fundó la escuela Solidaridad y Paz para los chicos de la villa. Pero sufría porque le faltaba el patio, ese espacio indispensable para hacer deportes, presente en todas las obras del santo italiano.

Por eso el club deportivo que se inauguró ayer, frente a la escuela, era tan importante para Gioconda. Porque es el broche de oro que cierra cuatro obras grandes dedicadas a la modesta comunidad del barrio Juan XXIII. Obras que a esta mendocina le llevaron 30 años de su vida.

No fue un esfuerzo en solitario. Detrás de ella estaba -y sigue estando- la Asociación de Promoción de la Cultura Popular (Aprocup) formada por un grupo de laicos, entonces jóvenes universitarios al que el padre Carrone había dejado en manos de la hermana Gioconda. Así surgieron la primera escuela secundaria del barrio, la guardería Changuito Dios para que las madres puedan dejar allí a sus niños e ir a trabajar y el dispensario María Auxiliadora (ahora convertido en CAPS).

Recuperación

“Pasaron varios años hasta que pudimos recuperar las tres hectáreas que en tiempos de Carrone conseguimos que nos cediera la Nación, porque eran terrenos fiscales. Dos hectáreas fueron loteadas para viviendas pero había quedado una frente a la escuela. A ese terreno lo tomó (Antonio) Bussi cuando era gobernador para hacer la escuela técnica, pero no ocupó todo el espacio. Lo pudimos recuperar y allí construimos el club que nos faltaba”, cuenta feliz.

Conseguir los fondos fue otra “obra de la Providencia”. “Hace unos años, mientras yo era diputada y vivía en La Bombilla, se presentaron dos personas de la Cancillería en mi casa. Me preguntaron dónde quedaban la guardería Changuito Dios y la escuela secundaria. Y preguntaron por la señora Gioconda Perrini. Soy yo, les dije. ¿Usted es la diputada? insistieron sorprendidos, no entendían cómo vivía yo allí”, ríe divertida.

Por aquellos años Aprocup recibía fondos nacionales del PNUD para la alimentación de los chicos. Luego de una evaluación del correcto rendimiento de las partidas, en 2017 volvieron a comunicarse con Gioconda. “Me llamaron para decirme que había fondos de la Cancillería para programas sociales; eran remanentes que no se habían ejecutado. Si usted presenta un buen proyecto podría acceder a esos fondos”, le dijeron. Así surge el diseño del polideportivo, que fue aprobado.

Los costos

La Cancillería le concedió US$ 50.000, que se sumaron a $ 800.000 del Ministerio de Desarrollo Social de la Nación para el funcionamiento del club, $ 200.000 que aportan los hermanos y sobrinos de Gioconda y toda la jubilación de la ex diputada, que se distribuye entre esa obra y la escuela.

Perrini conoce el barrio como la palma de su mano. “Cuando yo todavía estaba en la congregación, les pedía a las hermanas que me dejen libre sábado y domingo para que yo me dedique a los pobres”, recuerda. Era lo que había hecho en Rosario, Chaco, Mendoza y La Pampa. En Tucumán, como egresada de la carrera de Ciencias de la Educación de la Unsta, le ayudaba al padre Carrone en los cursos de catequesis.

“Yo venía a Tucumán con todas las ideas del Concilio Vaticano II en la cabeza y con el documento de Medellín. Yo le decía al padre que era inútil que le demos catequesis a los chicos si no nos ocupamos de su realidad social. Por eso me fui a La Bombilla a ver cómo vivían esos chicos. En ese momento había pasillos por todos lados y las familias vivían hacinadas. Por esa razón pedimos las tres hectáreas, para dárselas a la gente. Así trabajamos en forma conjunta con la Dirección de Vivienda y la Municipalidad, Había quedado este lote de reserva. Este club que será un lugar para que los chicos hagan deportes y no piensen en la droga ni el alcohol”, dice.

Aunque recién se inauguró, el club ya venía funcionando con profesores gracias al aporte para seis meses del Ministerio de Desarrollo Social de Nación ($ 650.000), que se termina en diciembre. Habrá que buscar nuevos padrinos para que el deporte cumpla su función de pulmón, de generador de aire nuevo. Que la cancha sea la excusa para recibir chicos de otros barrios, y para mostrar que el Barrio Juan XXIII también forma parte de la ciudad.

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