Un problema de fondo

Un problema de fondo. Eso es lo que se le presenta al rumbo económico argentino. “La situación de Argentina en este momento es extremadamente compleja”, dijo el director gerente interino del Fondo Monetario Internacional (FMI), David Lipton, un día después de la visita que le hizo el presidente Mauricio Macri en territorio estadounidense. No hay posibilidades de que ese organismo realice el deseado desembolso de U$S 5.400 millones que el actual gobierno nacional viene solicitando. Lipton fue más allá. “Estamos listos para ayudar a cualquier lado que gane las elecciones presidenciales”, afirmó el ejecutivo.

A Macri no le debe haber caído del todo bien semejante afirmación. Su administración aguardaba por horas esa remesa con el fin de sustentar la última etapa de la campaña proselitista. El camino hacia la reelección presidencial se hace más empinado.

La Argentina ha ingresado en la recta final rumbo al 27 de octubre. La Casa Rosada intenta por todos los medios disminuir la diferencia de sufragios que la fórmula del Frente de Todos le sacó en las PASO (15 puntos) y los Fernández (Alberto y Cristina) sólo intentan sostener ese margen, apostando a anuncios hacia los gobernadores de provincias.

Dos meses de inflación elevada precederán al turno electoral. Tal vez la expansión más alta del Índice de Precios al Consumidor (IPC), estimada en un 10% entre este mes y octubre, según los analistas privados.

La crisis cambiaria y las tensiones financieras ampliaron el nivel de incertidumbre respecto a la capacidad de la política económica sobre el control de la inflación, indica un reciente reporte del IAE de la Universidad Austral. Las proyecciones para este año sufrieron un aumento súbito para trasladarse a un nivel sustancialmente más alto. El Relevamiento de Expectativas de Mercado (REM) que realiza el Banco Central, establece un crecimiento de la inflación para los próximos 12 meses (agosto 2019-agosto 2020) de 47,7% promedio. La caída del poder adquisitivo es más que evidente y costará recuperarse, más allá de que el Gobierno nacional propicie el pago de un plus de $ 5.000 entre los trabajadores del sector privado. En Tucumán, las dos entidades más representativas de los empresarios y de los industriales han puesto el grito en el cielo frente a esta nueva obligación. Pusieron en dudas acerca de que los establecimientos fabriles abonen esta compensación. El diálogo de ejecutivos con gremios ya se está generando, pero sin resultados a la vista.

En el sector público también había incertidumbre respecto del cumplimiento de las obligaciones salariales. El gobernador Juan Manzur, recientemente llegado de su gira por Estados Unidos y por Mendoza, ha dicho ayer que no habrá inconvenientes para saldar esa deuda. El mandatario dijo que la Provincia cuenta con los casi $ 6.000 millones que se requieren para abonar los salarios a los empleados públicos, incluyendo la cláusula gatillo. Esa será la estrategia hasta el final de la campaña, tratar de llevar tranquilidad de que los salarios estatales seguirán abonándose en tiempo y en forma.

Más allá de eso, en el ambiente político local continúan las especulaciones acerca de qué recambios habrá en la estructura de poder. Manzur no ha comunicado nada todavía acerca de una reformulación de su organigrama de conducción. Hay varios aspirantes para cargos estratégicos en el gabinete. Pero el gobernador no ha dado aún el visto bueno por aquella cábala de que “equipo que funciona bien, no se toca”. En los próximos días puede haber novedades al respecto.

El gobernador prepara el acto de reasunción para los próximos cuatro años. Su intención es que Alberto Fernández llegue ese día a Tucumán, pero en calidad de presidente de la Nación, según comentó a algunos de sus colaboradores en la Casa de Gobierno. Su intención es hacer otro acto similar al del 17 de octubre del año pasado. Aceitó los contactos con sus pares de otros distritos para que lo acompañen.

El gobernador puso todas sus fichas para que la fórmula del Frente de Todos se imponga en los comicios del domingo 27 de octubre. Esa es una suerte de tabla de salvación para que Tucumán no comience a transitar aguas turbulentas en sus finanzas de 2020.

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