Ideas que inspiran: cascos amarillos para combatir el hambre

Ideas que inspiran: cascos amarillos para combatir el hambre

Un concurso de la Universidad San Pablo-T seleccionó el mejor proyecto de las escuelas para luchar contra la falta de alimentos.

SOÑADORAS. Lourdes Antolín, Mayra Brandán y Guadalupe Valda, del equipo ganador del concurso. SOÑADORAS. Lourdes Antolín, Mayra Brandán y Guadalupe Valda, del equipo ganador del concurso. LA GACETA / ANALÍA JARAMILLO

El hambre debería acabarse en 2030. O al menos ese era el sueño de los 193 líderes que el 25 de septiembre de 2015 aprobaron en Nueva York la Agenda para el Desarrollo Sostenible. Cuatro años después, el 25 de septiembre de 2019, 12 grupos de jóvenes tucumanos se han puesto manos a la obra y presentado 12 pequeñas ideas para cumplir con el gran objetivo. Ayer, en una ceremonia en la Universidad San Pablo-T, tres de esos conjuntos recibieron premios por sus proyectos, pero todos transmitieron su voluntad de cambiar el mundo.

Cinco chicas del Colegio Fasta Reina de la Paz ganaron ayer los $ 80.000 otorgados por la San Pablo-T a su programa para crear los Cascos Amarillos, un nuevo organismo de las Naciones Unidas (como los Cascos Azules, por ejemplo) que, de convertirse en realidad, se encargaría de diseñar y ejecutar la lucha contra el hambre. Guadalupe Valda, Lourdes Antolín y Mayra Brandán recibieron el cheque, pero con ellas también trabajaron las ausentes Julieta Suárez y Lourdes Santillán. Todas tienen apenas 17 años.

En su presentación ante el jurado, las chicas reprodujeron un cortometraje sobre los -por ahora imaginarios- Cascos Amarillos. “Serían jóvenes voluntarios de todo el mundo -cuenta Lourdes- capacitados para entender los problemas relacionados con el hambre y actuar en consecuencia. Nuestro lema sería: ‘hay que eliminar el hambre en todos sus sentidos: el hambre de no tener para comer, pero también el hambre de no tener educación, el hambre de no tener una familia constituida, el hambre de la infraestructura para vivir’”.

Por su parte, Mayra explicó: “lo de los Cascos Amarillos se nos ocurrió a partir de los Cascos Azules de las Naciones Unidas y los Cascos Blancos de la Cancillería argentina. Les pusimos el color amarillo porque está muy relacionado con las soluciones alimenticias rápidas: por eso McDonald’s, tiene ese color. Después los dividimos en comisiones: Finanzas, Logística, Planificación, Prensa y Capacitación de Voluntarios”.

Si bien las chicas primero admitieron que esta idea parece inalcanzable, después detallaron cómo piensan empezar. “En principio, la acción iría dirigida a la población de El Congo, donde ahí hay una sede de Fasta (Fraternidad de Agrupaciones Santo Tomás de Aquino), la comunidad de nuestro colegio. Entonces eso hace que el proyecto sea más realista. Además nos contactamos con un cura de El Congo y él nos ayudó evaluando si lo que proponíamos era viable”, relató Mayra.

“Gretas” locales

Hace tres días, la joven activista sueca de 16 años Greta Thunberg habló en la Asamblea de las Naciones Unidas y les exigió a los líderes mundiales que detengan el calentamiento global. Ayer, Catalina Lonac, presidenta de la Fundación para el Desarrollo de la San Pablo-T, evocó a esta adolescente para felicitar a los concursantes: “no es casual que hoy en el mundo jóvenes como Greta estén llamándonos la atención a los adultos. Me gustaría decirles a los chicos que no abandonen. Mi generación cometió errores: no hemos hecho lo que habríamos podido. Me parece que son los jóvenes los que van a dar el salto cualitativo y cuantitativo en este momento crucial”.

Del jurado formó parte, entre otros, la directora ejecutiva de la Organización Argentina de Jóvenes de las Naciones Unidas (Oajnu). “Es muy difícil plantear que el hambre, que es un problema mundial que no estamos ni cerca de solucionar, puede trabajarse a nivel local. Pero creemos que si los chicos comienzan a hacer cosas locales, en algún momento vamos a conseguir replicar los casos exitosos en distintos lugares del mundo y lograr ir de lo pequeño a lo grande”, expresó.

Uno de los 17 Objetivos de Desarrollo Sostenible es acabar con el hambre en 2030. Mientras tanto, según datos de las Naciones Unidas, en los cinco minutos de lectura que demanda esta breve crónica alrededor de 60 personas murieron en el mundo por causas relacionadas con el hambre.

Amaicha solidaria: el Instituto Avellaneda quiere que las mujeres crezcan por sí mismas

El Instituto Manuel Avellaneda ganó el segundo puesto por un proyecto social y económico para Amaicha del Valle. Ana Paula Velázquez y Francisco Barrionuevo, los dos de 16 años, explicaron que su idea consiste en otorgarles a las mujeres préstamos y educación financiera. “Cuando se beca a un hombre, se beca a un individuo, pero cuando se beca a una mujer, se beca a una generación. La que administra el hogar es la mujer y lo que queremos es que ella no dependa del hombre, sino que pueda conseguir contribuir a la economía familiar”, contaron.

Oportunidades iguales: en la Comercio Nº1 buscan ampliar las competencias de las escuelas públicas

La Escuela de Comercio Nº1 adaptó a la realidad tucumana el trabajo de Acción contra el Hambre, una ONG norteamericana que ayuda a países latinoamericanos. Andrés Gutiérrez, de 17 años, explicó: “nos parece que hay que darles a los jóvenes de bajos recursos las herramientas que igualen sus oportunidades con las de los demás para que puedan estudiar en la universidad. Nuestra idea es ir más allá de los comedores escolares y otorgarles a los niños la asistencia social y emocional y el apoyo educativo extra que por su situación muchas veces no reciben en sus casas”.

Talleres educativos: el colegio Santa Catalina diagnosticó las causas de la pobreza y ofreció soluciones

A las chicas del Colegio Santa Catalina la idea se les ocurrió mientras visitaban Trancas durante un voluntariado. Guillermina Díaz, de 17 años, relató: “ideamos cómo llevar a los lugares más necesitados talleres de huertas orgánicas, reciclaje, alimentación saludable, economía comunitaria y apoyo ante adicciones”. “Una de las causas de la pobreza es la falta de capacitación de las personas para emprender por sí mismas. Una propuesta como esta, basada en los talleres, puede ayudarlas a ganarse la vida por sí mismas y no depender de las ayudas del Estado”, consideró.

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