Conocer el mundo trabajando, una experiencia que te abre la cabeza y te cambia para siempre

Conocer el mundo trabajando, una experiencia que te abre la cabeza y te cambia para siempre

Cada vez más jóvenes tucumanos interrumpen su carrera universitaria o cuelgan el título para viajar y trabajar en puestos no calificados. Nueva Zelanda, Australia y Dinamarca, los destinos más elegidos.

Conocer el mundo trabajando, una experiencia que te abre la cabeza y te cambia para siempre

Pablo Fornaciari tenía 28 años y solo pensaba en la monótona vida que le esperaba con su título universitario en mano. Siempre había querido conocer otros países y aprender inglés. Lo reflexionó y se dijo: es el momento de dejar colgado el diploma y lanzarme a la aventura. Vendió su moto y se fue. Y aunque no sabía ni cambiar un foco, aprendió a hacer las labores más inesperadas: desde cosechar kiwis y empaquetarlos hasta ser mozo o lijar y pintar barcos. Lejos de lamentarse por no haber trabajado en lo que se había formado, logró ahorrar dinero, recorrer el sudeste asiático y conocer otras culturas. Estuvo primero en Nueva Zelanda y luego en Australia.

Fornaciari es uno de los tantos tucumanos, en su mayoría jóvenes y profesionales, que cada año consiguen viajar con el programa Working Holiday (trabajo y vacaciones, por su traducción en inglés). Eligen desde Dinamarca, Nueva Zelanda, Alemania, Australia y Francia hasta el tradicional EE.UU. (allí el programa se llama Work and Travel). En todos estos países (cada uno tiene distintas condiciones) los jóvenes pueden irse a vivir hasta un año con la posibilidad de conseguir un trabajo en forma legal.

La experiencia de vivir en otros estados, lejos de casa, con trabajos no calificados les abre un mundo de posibilidades: aprender un idioma, conocer gente nueva y otras culturas, vivir intensamente cada día y sentirse más libres, de acuerdo a lo que contaron para esta nota los tucumanos entrevistados. Algunos de ellos tenían ofertas serias de trabajo antes de irse. Pero no dudaron en armar las valijas y marcharse. En sus viajes pasaron por todo: vivieron momentos de soledad y angustia, extrañaron y quisieron volver en más de una oportunidad. Sin embargo, si ponen todo en la balanza, pesa más la felicidad que sintieron. Sostienen que recuperaron la vitalidad, la curiosidad y la alegría que la rutina les había arrebatado.

“Esto te abre la cabeza. Mi viaje me cambió la forma de pensar, de sentir y de actuar”, confiesa Pablo, que ahora tiene 36 años y pasa sus últimos días trabajando en Miami. En los próximos días regresa al país para encarar un nuevo proyecto profesional.

“Antes de irme no sabía ni dónde estaba Nueva Zelanda en el mapa. Además, prácticamente no podía hablar inglés. Fui un kamikaze total. Trabajé feliz en la cosecha de trigo y de kiwi. Era como estar de vacaciones. Y además allá se vive muy bien… Con el dinero que ganás te alcanza para todo, incluso para ahorrar y después estar tres meses de vacaciones recorriendo Asia. Estuve en Singapur, China, Vietnam, Tailandia y Malasia, entre otros lugares”, relata el joven.

Con su sueldo, incluso llegó a comprarse un auto. Para él, Australia es el mejor país del mundo: por sus paisajes, el clima y la gente. “Me sorprendió el respeto por los demás, nadie te juzga”, exclama. Pablo no siente que haya perdido el tiempo. “Al contrario, no cambiaría por nada su experiencia. Eso sí, hubiese empezado mucho antes de los 28 a volar por el mundo”, sostiene.

¿Qué tiene Dinamarca?

Dinamarca es un país que atrae cada vez más a los argentinos. Quizás porque es la visa más fácil de conseguir. Pero también por estos detalles: el sueldo que ganan en cualquier empleo les alcanza para vivir bien, para viajar y hasta para ahorrar para proyectos personales. Trabajar medio tiempo allá es como ser jefe de área en una empresa Argentina, comparan.

Aunque es uno de los países más felices del mundo, la corta duración de los días de invierno es el mayor desafío, sostiene Sofía González. Tiene 25 años y en 2017 consiguió su Working Holiday. “A los 18 había empezado a viajar y eso me abrió a un mundo nuevo, me ayudó a superar mi timidez y a entender qué era lo que quería para mi vida”, explica la joven. Cursaba el tercer año de la carrera de licenciatura en Turismo cuando leyó sobre la visa a Dinamarca. “En ese momento no había que pagar y te la daban rápidamente. Era justo lo que necesitaba, porque me sentía muy encerrada en la rutina. Mi familia pensó que estaba loca; pero yo estaba decidida a hacer un cambio. En Argentina me sentía atrapada en la nada misma, sentía que no podía crecer y no me quería quedar solo por un título universitario”, resume.

“Mi primer trabajo fue limpieza de casas particulares, algo que jamás se me hubiera pasado por la mente hacer en Argentina. Pero allá es distinto porque es un empleo que está a la misma altura que atender en un negocio de ropa, por ejemplo. También me desempeñé como moza en dos restaurantes, como niñera y como bartender”, describe. “Aunque el costo de vida es alto, los sueldos te alcanzan re bien: no te privás de nada y yo incluso ahorraba para viajar en mis días libres a varios países de Europa”, cuenta.

Aunque Sofía estuvo a punto de quebrarse en el invierno, decidió terminar con su visa. “Es durísimo; creo que fueron los meses más tristes de mi vida. Empecé a extrañar, me enfermé… lloraba todo el día y no quería salir. Pero si volvía me iba a arrepentir. Así que resistí. Pasado el frío y las eternas noches, conseguí trabajo de nuevo y salí adelante”, relata.

Nunca quiso aprender a hablar danés, pero con su inglés se las arreglaba perfectamente. También le costó adaptarse a la cultura escandinava. “Los daneses son muy educados, políticamente correctos y siempre cumplen con su palabra, pero son bastante fríos. Lo bueno es la seguridad que hay en los países europeos: podía andar sola a cualquier hora y no era un problema”, cuenta.

En agosto de 2017 se terminó su visa y debía volver a la realidad en Argentina. “Tenía todo revuelto adentro mío… Este viaje me había cambiado para siempre”, confiesa Sofía, que ahora está viviendo en Alemania. Mientras espera que en octubre salga su nuevo Working Holiday, está trabajando como niñera y aprendiendo el idioma.

Como Sofía y como Pablo, volver a la Argentina para los jóvenes que viven esta experiencia es el gran desafío. Después de haber vivido en el primer mundo no les resulta fácil habituarse a su antigua vida. Algunos vuelven a viajar y se terminan instalando en otros continentes. Otros, con los recuerdos bajo el brazo, retoman la rutina. Pero convencidos de que ya nunca serán los mismos.

De qué se trata

Requisitos, plazos y trabajos

La embajada de Australia en la Argentina emite 1.500 visas de Working Holiday por año que permite trabajar y viajar por 12 meses. Este cupo se duplicó. En 2017 eran 700. Dinamarca es otro de los países que atraen cada vez más. El año pasado 1.400 jóvenes argentinos viajaron con estas visas. ¿De qué se trata Working Holiday? Es un acuerdo entre dos países que otorga permisos de residencia de un año a menores de 30 años para que viajen con el objetivo de experimentar la cultura de otro país. Exige un tener un monto de dinero y pasaje de vuelta, en algunos casos. Los requisitos varían para cada país, sobre todo en el nivel de estudio e idioma. Casi siempre los jóvenes deben procurarse el trabajo y el alojamiento en el destino.

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