Florencia, Homero y el Oso aterran en las peatonales tucumanas

Florencia, Homero y el Oso aterran en las peatonales tucumanas

Los perros atacan a los transeúntes, preferentemente, en horas de la siesta. Los polícias de la garita se ven obligados a intervenir.

HOMERO. Los perros se mueven cerca de la garita de la Policía. HOMERO. Los perros se mueven cerca de la garita de la Policía. FOTO LA GACETA / ANALÍA JARAMILLO
12 Septiembre 2019

A media mañana están echados al sol calentando sus cuerpos. Los perros de la peatonal duermen a sus anchas “como si no le debieran nada a nadie”, mientras la gente va de un lado a otro. Algunos tienen el pelaje amarillo; otros con un tono más oscuro: hay machos y hembras. Son ejemplares mestizos que eligieron las peatonales del microcentro como su propia morada. Entre los perros que más miedo provocan en las peatonales hay una perra que se llama Florencia. Atacó varias veces y, los habituales de la zona le llaman “Florencia, la mala”.

OSO. Los transeúntes, a veces, reaccionan mal por haber sido atacados y quieren golpearlos. OSO. Los transeúntes, a veces, reaccionan mal por haber sido atacados y quieren golpearlos. LA GACETA / FOTO DE ANALÍA JARAMILLO.

El problema empieza a la siesta, cuando disminuye la cantidad de gente que circula por las peatonales. Por alguna razón, los perros se alteran, cambian de carácter, y atacan a los desprevenidos transeúntes. Algunos reaccionan de inmediato, con un intento de devolver el ataque con una patada, pero los frena la presencia del agente de Policía de turno, que está en la garita de la Policía Urbana, ubicada en la esquina de las peatonales Isauro Martínez (ex Mendoza) y Muñecas.

"Amores perros"

“A veces la gente se enoja y tengo que intervenir –explicó Marcos Cáceres, agente de Policía de guardia en la peatonal-, porque también hay mascoteros que defienden a los perros y es una situación que se puede alterar”, agregó.

Mientras duermen, los perros generan miradas de ternura, pero cuando empiezan a moverse, algunos generan miedo. “Me tocó intervenir varias veces, porque hay una perra que ya mordió a varios –detalló el policía Cáceres-, y la gente cree que son míos los perros”, remarcó.

FLORENCIA. Cerca de la vidriera es otro sitio preferido para descansar. FLORENCIA. Cerca de la vidriera es otro sitio preferido para descansar. LA GACETA / FOTO DE ANALÍA JARAMILLO.

Hay varias mujeres “mascoteras” que llegan todos los días con alimento y agua para los perros de la peatonal. Les dejan el sustento diario y siguen su rutina. Sandra es una de las mascoteras que da de comer a los perros de la peatonal. Todos los días llega con su bolsa en la mano, dijo Cáceres. “Ella tiene 11 perros adoptados”, comentó.

El "prontuario"

Florencia es una perra mestiza, tiene el pelaje negro, corpulenta, de carácter fuerte. Ante el mínimo movimiento que la tome por sorpresa, Florencia muestra los dientes. Hay otro perro de color amarillo con pequeñas manchas blancas en las patas. Se llama "Oso" y le encanta perseguir a las palomas, que bajan a picotear migas de pan y galletas en las baldosas de la peatonal. "El Oso" tiene varios ataques en su "prontuario". Homero, es otro perro amarillo y musculoso. Tiene gran porte y suele moverse con aires de patrón en el microcentro. Muchos le temen por su apariencia de "perro malo".

Homero es conocido por ladrar a los ciclistas que pasan pedaleando. Los obliga a bajarse de la bicicleta para que caminen con la bicicleta al lado. Lo mismo sucede si algún delivery pretende “ganar tiempo” y pasa acelerando la moto por la peatonal.

Hay un macho de color negro con manchas blancas en el pecho que no tiene nombre. Es el más vagabundo de todos. Aparece de vez en cuando. A veces se pelea con los que tienen un puesto fijo en la peatonal Muñecas.

Florencia, Homero y el Oso aterran en las peatonales tucumanas FOTO LA GACETA / ANALÍA JARAMILLO

Al costado de la garita del policía, una perra descansa a la sombra. Todavía no tiene nombre. Con solo pararse una media hora, es posible contar entre seis y 10 perros que merodean por la zona, en medio de la gente.

Varios fueron atacados de sorpresa con una tarascada. A veces queda solo en un pantalón roto por los dientes del perro; en otras, algún rasguño. Pero el susto del momento es lo que queda en la memoria.

“Parecen perros polícías –dice el agente Cáceres-, pero no tienen nada que ver con nosotros”, aclara. “Cuando atacan, tenemos que intervenir y, muchas veces, quedamos en el medio de la gente que se enoja con nosotros”, admite.

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