Con lo que otros desechan, él crea obras de arte, juguetes y superhéroes

Con lo que otros desechan, él crea obras de arte, juguetes y superhéroes

Historias de tucumanos que aportan su granito de arena a la ecología reciclando y reutilizando distintos productos.

CLAUDIO CAJAL. El artista muestra algunas de las obras que realiza con lo que otros desechan. CLAUDIO CAJAL. El artista muestra algunas de las obras que realiza con lo que otros desechan.

Botellas + papeles de diario + tapitas= un dinosaurio. Cada vez que Claudio Cajal ve algo que va a ir a parar a la basura piensa en cómo darle una segunda vida desde el arte. Su imaginación y su habilidad lo han llevado a construir desde superhéroes de tamaño real hasta una gran cabeza del perro familiar. En un cuarto de casa guarda pilas de periódicos y plásticos de todo tipo. Para él, la frase “nada se tira, todo se transforma” es ya una manera de vivir. Comenzó haciendo juguetes para sus hijos y ahora le encargan trabajos para todo tipo de eventos.

También Emma Lennis piensa cada día en cómo generar menos basura y en darle utilidad a aquellos plásticos que cualquier personas optaría por darle al recolector de residuos. En el último de cumpleaños de su hijo transformó más de 30 sachets de leche en vistosas cartucheras con personajes de la tele. Así, cada niño se llevó un souvenir ideal para guardar sus lápices y felpas. En la casa de Emma, que es veterinaria, separan la basura inorgánica de la orgánica, usan pañales de tela, jabones y productos de limpieza sin químicos. Ella misma desechó sus toallitas descartables para pasar a las de tela y a la copa menstrual.

El mismo camino siguió Malu Sorondo. Desde hace cuatro años viene incorporando prácticas sustentables. En su casa recolectan el agua de la lluvia, hacen sus propios productos de higiene personal, tienen una huerta ecológica y llevan los desechos inorgánicos a los puntos de ecocanje.

Como Emma y Malu, son muchos los que están comenzando a adoptar hábitos sustentables en sus rutinas de cuidado personal. En pos de reducir desechos, cuidar la salud y también ahorrar, las variantes de confección ecológica y libres de plástico y tóxicos van desde los ya mencionados pañales y toallitas de tela y la copa menstrual hasta champú sólido, jabón artesanal y productos de limpieza hechos en casa.

Estos rubros son los que más residuos y contaminación generan. Por eso, el activismo ecológico ha puesto sus ojos aquí. Una de las mayores luchas que enfrentan es contra los prejuicios. “La gente lo relaciona con lo sucio. O tiene la idea con los pañales, por ejemplo, que es volver al tiempo de las abuelas. Pero es algo totalmente distinto. Yo diseñé los pañales de mis hijos con un sistema de cierre con botones, con telas puro algodón y, por fuera, con impermeable especial que permite que la piel respire”, detalla Emma. “Con la copa menstrual también hay mucho recelo. Hasta ahora, solo encontré beneficios. Supera ampliamente todos los métodos que había probado”, resalta la joven mamá.

Los elementos de higiene personal suelen estar rodeados de prejuicios. “Mucha gente cree que si algo no hace espuma no limpia. Lo mismo si no tiene perfume. En realidad, ninguna de las dos cosas son necesarias. Cuando descubrís todos los químicos que evitás darle a tu cuerpo si te hacés tus propios productos, enseguida te cambia el chip”, cuenta Sorondo. Ella forma parte de “Sos Tierra Tucumán”, un espacio que propone el consumo consciente y responsable de recursos.

“Hacemos cursos en los que le enseñamos a la gente a prepararse sus propios desodorantes, bálsamos labiales, jabones y pasta de dientes con materiales como aceite de coco, arcilla blanca, miel, plantas medicinales y cacao natural, entre otros”, detalla. “Todo tiene pocos ingredientes y muy naturales”, sintetiza.

“Vemos cada vez más gente preocupada por la ecología. Otro de los talleres que despierta muchísimo interés es el que enseña a recolectar agua de lluvia en las casas”, resalta Sorondo.

Otra razón detrás de estas prácticas tiene que ver con rebelarse frente al sistema que generó la contaminación: “me parece importante cambiar la forma en la que consumimos y ser un ejemplo para los más chicos. Sabemos que el planeta corre riesgo; todos esperan que alguien salve el planeta, y la verdad es que hay que empezar por uno mismo”, resume Emma Lennis.

Su experiencia separando la basura fue increíble: redujo a menos de la mitad lo que tira. Ahora genera una bolsa de residuos por semana. Esto parece muy poco ante un contexto nacional que produce una tonelada de desechos cada dos segundos. La mayor parte de estos termina en rellenos sanitarios que están al borde del colapso. Sin embargo, para Emma es la única salida para salvar la tierra (según la ONU, solo le quedan 30 años de vida al planeta): que cada uno aporte su granito de arena.

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