La guerra de la galaxia tucumana

La guerra de la galaxia tucumana

Este año electoralísimo encuentra al Gobierno tucumano enfrentado en una batalla política contra la administración nacional. Pero apenas pase la batalla de las urnas comenzará el enfrentamiento de los poderes locales.

El domingo que viene los argentinos van a estar dando el primer paso (o PASO) para definir el poder en nuestro país. Pero en estos tiempos acelerados, violentos y etéreos, el poder se dirime en cada esquina, en cada declaración, en cada protesta y hasta en cada acto.

Mauricio Macri hizo lo de todos los años: se fue a Jujuy para rendirle homenaje a la Pachamama, pero también para fijar ideas en el norte, a sabiendas de que ayer iba a tener un baño de aplausos en la Sociedad Rural.

Alertado de esos movimientos, el gobernador Juan Manzur aceitó milimétricamente una “contracumbre” en el Jardín de la República. El jueves se rodeó del poder gremial para seguir en campaña, pero también para robustecer sus espaldas políticas.

“Chanta” e “irrespetuoso”

Macri y Manzur comenzaron a transitar sus relaciones poderosas en 2015. Arteramente, se tiraron con las deficiencias económicas de uno y con las hilachas institucionales del otro. Empezaron con el saludo formal que imponía el Bicentenario. Sembraron la cultura del diálogo y del respeto. Transitaron la comodidad del goteo de la coparticipación y caminaron por la tranquilidad social con dinero contante y sonante sin extorsiones que llegaba a la provincia. Esto es algo que no ocurrió en las gestiones anteriores. Esta tal vez sea la única sentencia en la que hoy coinciden alperovichistas y manzuristas que saben de largas esperas sin que los atiendan en el poder K.

La discusión política entre Macri y Manzur se fue agrietando al punto que apenas soportan el saludo personal. Desde el despacho presidencial califican de “chanta” la actitud del gobernador y desde el sillón que dejó en herencia don Lucas Córdoba, el Presidente es, cuanto menos, un “irrespetuoso”.

Manzur se subió al avión de la provincia y salió de campaña como escudero de Aníbal Fernández de Kirchner. Dejó en piloto automático una provincia que tiene las arcas apenas equilibradas para pagar los sueldos; además, el cañaveral se le incendia pero no por la mala costumbre de quemar la caña luego de la cosecha, sino porque los ingenios son cada vez menos ingeniosos para esta molienda. “Estamos en un escenario parecido al de 1966”, afirma el industrial Jorge Rocchia Ferro, preanunciando un “dulce” Apocalipsis. Hasta aquí sus palabras les entran por un oído y les salen por el otro a los funcionarios provinciales y también a los nacionales.

El piloto automático tampoco supo cómo resolver el conflicto del transporte público de pasajeros. La discusión se zanjó de la manera más fácil: poniendo más plata, dinero que aportan los ciudadanos todos los días cuando se suben al ómnibus o el Estado administrando lo que ingresa por impuestos cuando reparte los subsidios. El problema no está resuelto y como el nuevo Manzur dialoga poco y ataca mucho, será difícil que se siente a dirimir estas cuestiones con el intendente Germán Alfaro, por ejemplo.

Sacando músculos

Todos los caminos conducen a las elecciones.

Por eso Manzur ha tomado la decisión de subirse a esta campaña en forma muy distinta a la de los demás mandatarios provinciales. Si la fórmula FF gana, el tucumano será un hombre importante en la estructura de poder de su amigo Alberto aún cuando con Cristina no terminaron de limar asperezas. Pero le irá mejor aún si la fórmula MP termina imponiéndose para los próximos cuatro años. En ese caso, tanto a Manzur como a Macri no les quedará más remedio que cambiar de actitud y sentarse a hablar porque el gobernador no será el mismo. Tendrá muchísimo más poder, contará con las espaldas cubiertas por el gremialismo nacional y además, en esta hipótesis, no estarán ya ninguno de los Fernández, por lo tanto tendrá un camino allanado. Sin dudas ha venido construyendo el futuro, mejor dicho, su futuro.

La pelea de fondo

En el juego del poder no juega sólo el más poderoso. Hay una decisión tomada en el peronismo y es que no habrá reforma constitucional. El dato puede ser irrelevante, pero es un límite para la ambición de Manzur, del que no es inocente el vicegobernador Osvaldo Jaldo.

Es curioso que a lo largo de la campaña electoral provincial no haya habido candidato que no asegurase que debía reformarse la Carta Magna tucumana. Sin embargo, ahora que pasaron los comicios, nadie se anima a afrontar tamaña empresa. Mucho menos si altera los nervios de Jaldo.

El Poder Judicial es uno de los campos de batalla de la lucha silenciosa. Se informó que René Goane dejará la Corte. Falta que dé el último paso, ya que su anunciada -¿y presionada?- renuncia tiene plazo y no fijo, precisamente. El cuasi ex vocal hará efectiva su dimisión cuando su jubilación esté firmada. Salvo la increíble abdicación de Benedicto XV, las renuncias se han vuelto relativas. Y la relatividad es la única verdad que no puede admitir una dimisión. O se renuncia o no. Más allá de estas disquisiciones y del tiempo que acarrearán estos vericuetos burocráticos, ya se barajan nombres y género de quién ocupara el sillón cuando esté vacío. Los “sijuancistas” dicen que el gobernador elegirá a una mujer como vocal. En la servilleta del despacho principal del primer piso de la Casa de Gobierno ya se escribieron algunos apellidos.

Se mantendrán con prudencia porque no quieren que se caiga el juicio político contra el vocal Goane y porque tampoco quieren “pisar el palito” para que se suspenda el cuestionamiento en la Legislatura sin que se efectivice esa renuncia a plazo que hizo el vocal. Pero los nombres ya se escuchan.

Se habla de la fiscal de Estado, Eleonora Rodríguez Campos. Corre con ventaja porque está en el entorno del mandatario. Manzur ve a la Justicia como una entelequia, por lo tanto quiere asegurarse de descifrarla con gente de su mayor confianza.

El gobernador siente que la Justicia es un terreno hostil al que quiere fertilizar. Se acuerda de que una Cámara le anuló las elecciones cuando fue elegido. Tiene anotados los problemas por los gastos sociales en la Legislatura. Tuvo denuncias en contra en la Justicia penal. Aparecieron veedores nacionales para revisar causas preocupantes para el Ejecutivo. Por lo tanto, el gobernador ve un expediente de Tribunales y llora.

En aquella servilleta está también un nombre que parece escrito con tinta indeleble como el de Malvina Seguí, quien siempre lleva en la cartera la bendición del ex presidente de la Corte de la Nación, Ricardo Lorenzetti. También apareció el nombre de una relatora de la Corte provincial, así como de alguna magistrada a la que suelen votar sus colegas.

Manzur, de todos modos, es indescifrable a la hora de tomar decisiones. Podría contestarle a Lorenzetti que necesita a gente más de su entorno, como alguna vez lo hizo. El mandatario, por lo general sorprende hasta a su propio entorno, pero no deja de escuchar, y, por estos tiempos, es al bancario Carlos Cisneros a uno de los que más atención le presta.

Enredada madeja

La Justicia se encuentra enredada en la madeja del poder. Esta semana tuvo la incómoda protesta contra el ministro fiscal Edmundo Jiménez, y mañana comienza otra. La primera tiene dos fuerzas confluyentes: una es la gremial, encabezada por la dirigente Alejandra Rodríguez; y la otra son las víctimas de los atropellos que se cometieron en Tribunales. La de mañana será por la “causa Lucía”. Cuando la ciudadanía decide tomar cartas trasunta la desconfianza hacia las instituciones. Y, cuando surge una protesta se puede saber cómo y cuándo comienza, pero no cómo y cuándo finaliza.

La Corte mira desde sus balcones lo que afronta Jiménez, quien también ve que sus fuerzas dependen de los comicios nacionales. En los pasillos de Tribunales avalan aquello de que “a río revuelto, ganancia de pescadores”. Algunos especulan que si se sale fortalecido de estos embates, ¿por qué no pensar que Washington Navarro Dávila podría ser candidato a ocupar la silla que deje Goane? Todo esto siempre y cuando la discusión por el poder entre Manzur y el vice Osvaldo Jaldo lo permitan. Es que desde los ámbitos políticos ven más apetecible el Ministerio de la Defensa y sus facilidades para hacer nombramientos que una de las cinco sillas de la Corte.

Cuando se conoce el final de las elecciones suele respirarse aliviado porque ya no hay incógnita a develar, pero a juzgar por todo lo que está en juego en Tucumán, pareciera que apenas se conozcan los resultados, la guerra habrá comenzado en los tres poderes.

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