Ansiedad, la nueva epidemia urbana

Es la patología mental más extendida en el país.

Ansiedad, la nueva epidemia urbana
Lucía Lozano
Por Lucía Lozano 28 Julio 2019

“Tengo la sensación de que todo tiene que ser ya”.

“Sufro más por lo que imagino que por lo que realmente sucede”.

“Nada es suficiente, siempre falta algo, siempre encuentro un motivo para preocuparme”.

“Desde que me levanto siento que las cosas se pueden derrumbar, sufro y me angustio”.

Alrededor de una mesa, Mauro (44 años), Carolina (35), Rosario (31) y Ana (41) hacen causa común. Todos ellos recibieron el diagnóstico: “trastorno de ansiedad”. En más de una oportunidad estuvieron presos de sus malos pensamientos. Vieron sudar las palmas de sus manos. Se les cerró el pecho por la angustia. Se les atragantó un miedo inmanejable.

Lo bueno (o lo malo de la cuestión) es que no están solos. Los trastornos de ansiedad son la patología mental más frecuente en los argentinos. Lo confirma el último Estudio Nacional de Epidemiología en Salud Mental que se realizó en las ciudades más grandes de siete regiones del país, entre las que se encuentra nuestra provincia.

Más del 16 % de los mayores de 18 años padece este mal contemporáneo cada vez más extendido. En los consultorios, es la principal causa por la que la gente busca ayuda, detalla la psiquiatra Viviana Hansen, jefa de Unidad Salud Mental del hospital Avellaneda y profesora adjunta de la cátedra de Salud Mental de la Facultad de Medicina de UNT.

La ansiedad se presenta como una gran epidemia urbana. Los “virus” que rondan son muchos: van desde el estrés y la incertidumbre de los tiempos que corren hasta la inseguridad y la violencia con la que vivimos el día a día, admite la profesional.

¿Qué es la ansiedad? ¿Se origina por un tipo de personalidad o es más bien producto del contexto? Lo primero que aclara Hansen es que se trata de una emoción que tenemos todos y que es una respuesta natural del organismo ante una amenaza. Distinto es cuando ya hablamos de la patología: esto ocurre si la ansiedad me imposibilita cumplir con mi rutina, salir de mi casa, relacionarme con personas, ir al trabajo, etcétera. “Tiene distintas formas de expresión, desde crisis de pánico hasta reacciones exageradas de temor”, detalla.

Hay personas que viven en estado de alerta permanente. “Y suelen evaluar las situaciones de alarma de forma exagerada. Con la sensación de que algo malo va a pasarles a ellos o a sus seres queridos. No duermen bien, están cansados, fatigados y sufren crisis; empiezan a evitar situaciones para no pasar por eso. Ahí, yo digo que es el momento de buscar ayuda. El trastorno de ansiedad tiene cura y cuantos antes se llegue a la consulta, mejor”, describe la especialista.

A Mauro le ocurre eso con frecuencia. Se define como una persona muy estructurada. Es empleado bancario y tiene dos hijos, uno de los cuales es casi adolescente. Cuando el joven se demora más de la cuenta en sus actividades, se imagina que le pasó algo malo. “En el trabajo todo es para ayer. Siento que no paro nunca, vivo atado a mi agenda de los pendientes y no termino nunca. Además, todo el tiempo pienso que no llegaremos con la plata y vivo con la sensación de que voy a perder el trabajo”, describe.

Carolina, secretaria de una clínica, dice que toda la vida fue una persona ansiosa y acelerada. “Mis pensamientos iban muy rápido. Todo el tiempo quería que llegue el día siguiente y me gustaba anticiparme”, describe. Pero todo empeoró después de un asalto que sufrió hace dos años. Ahí empezaron la angustia permanente, la sensación de ahogo, de no poder respirar cuando salía a la calle. Entonces, tuvo que pedir ayuda profesional.

Algo similar le sucedió a Ana, que es empleada estatal. Su trastorno de ansiedad despertó después de padecer una intoxicación con monóxido de carbono. Cada vez que se encontraba con mucha gente en un lugar sentía que no le alcanzaba el aire para respirar.

¿Como influye el contexto?

La sensación de querer todo y lo más rápido posible sumado a la insatisfacción constante, a la necesidad de que tenemos que tener más y más cosas. Y la crisis. Todo eso, ¿influye en que haya cada vez más trastornos de ansiedad?

La respuesta de los especialistas es que sí. Lo confirma también el incremento en la venta de psicofármacos con los que en algunos casos se trata la patología. La comercialización de clonazepam, por ejemplo, creció un 132% en 10 años. Según el Sindicato Argentino de Farmacéuticos y Bioquímicos (SAFYB), ocho millones y medio de argentinos usan este tipo de medicaciones para tratar ansiedad, insomnio, nerviosismo y depresión.

Las exigencias de la vida contemporánea parecen ser un condicionante ineludible en la salud mental de todas personas. En el libro “Vivir a mil. La ansiedad en los tiempos que corren”, el médico psiquiatra Pablo Resnik, escribe: “vivir corriendo, agobiados y a mil ya resulta de lo más natural en nuestra vida urbana, sobre todo en las grandes ciudades. Las causas son, sin lugar a dudas, múltiples y complejas. Nos encontramos sumergidos en un clima de época caracterizado por la hiperinformación, la confusa multiplicidad de opciones a seguir y, por otra parte, los altos costos de nuestras necesidades, la novedad constante y la incertidumbre social, laboral y familiar. Ya no estamos alertas e insomnes solo en épocas de crisis, mudanzas, exámenes, conflictos laborales, pérdidas de seres queridos o divorcios. La ansiedad y el agobio se han constituido en un nuevo modo de vida.

> “La cabeza de un ansioso”
Rosario no soporta las esperas. Los turnos médicos son su peor pesadilla. Ella sufre cuando se reúne con alguien impuntual. Pero no sabe por qué padece. Su cabeza no se detiene. El pulso se acelera. A veces cree que toda su vida va a derrumbarse en un minuto. “Me tocó ser una de las coordinadoras de la Fiesta del Bicentenario para la Municipalidad. Esa noche traté de mentalizarme que debía estar bien. Y sufrí una crisis. No podía respirar. Tuve que llamar a mi psicóloga en medio de los festejos porque pensé que me moría”, cuenta la organizadora de eventos.  Según su pensamiento, nada es suficiente. Siempre cree que le falta algo. Duerme mal. La comida le cae mal la mayoría de las veces. Mira el celular a cada rato. “Todos somos ansiosos. Pero un ataque de ansiedad no es mirar varias veces el celular esperando que el otro responda a una historia publicada. Un ataque es sentir que se te cierra el pecho, que no podés respirar, que la gente te está quitando el aire que te corresponde a vos y, por ende, te vas a morir. Es sentir que el corazón late tan fuerte que va a explotar”, relata la joven de 31 años, quien para tratarse necesitó medicación y una terapia cognitivo-conductual.

Los chicos también sufren
“La ansiedad es una emoción saludable; tiene que ver con el sistema de supervivencia de las personas. Es un sistema de defensa ante un peligro. El hombre de las cavernas se ponía ansioso ante la posibilidad de que un animal lo devorara, el hombre de hoy lo hace por otros miedos: temor a no llegar a fin de mes, a no cumplir con todas las exigencias laborales...”, compara la psiquiatra Myriam Figueroa. Considera que las causas del trastorno de ansiedad pueden ser biológicas y también por el contexto en que se desarrollan y viven. Algunas personas puede ser más tranquilas y seguras que otras.
No hay edad para esta patología. Pueden sufrirla desde niños hasta adultos. Vivimos con más ansiedad porque necesitamos más cosas, estamos apurados, estresados, agotados; estamos pendientes de las redes sociales (sí influyen y mucho) y de mucha información. “Es algo que estamos viendo cada vez más en los consultorios. Muchos jóvenes y niños. Es preocupante porque no tratada puede ser una enfermedad discapacitante ya que es limitante y puede generar una depresión”, detalló.

Consejos
- Acudir a una consulta profesional si  los síntomas modifican nuestra rutina

Otros recursos son: respirar hondo, exhalar, contar hasta 10, hablar por teléfono con alguien sobre un tema en especial, apagar los aparatos encendidos alrededor.

Epidemia de ansiedad
Punto de vista de Arturo Gómez López, psicólogo

Los Factores que influyen en esta epidemia de ansiedad que viven las sociedades actuales son la necesidad de inmediatez: todo se plantea en busca de una pronta satisfacción, hay mucha presión de  cumplir objetivos. Todo debe ser práctico y breve. Lo que hoy es útil, mañana es descartable.

Además vivimos en un contexto de competitividad y de agresividad, seguido de una tolerancia baja a la frustración. No hay tiempo para corregir lo que sale mal. La prisa asociada al rendimiento genera ese exceso de presión que llamamos ansiedad.

Los problemas aparecen cuando por buscar lo inmediato perdemos cierta estabilidad. Cuando creo que no puedo hacer algo determinado o no puedo hacer nada. Cuando la ansiedad me impide desarrollar vínculos.

Le puede ocurrir a cualquier persona. Pero es más frecuente en los obsesivos, en quienes tienen personalidades más estructuradas y rígidas. La ansiedad es una sensación necesaria que ponen en actividad los mecanismos de alerta imprescindibles para la supervivencia. El problema es la intensidad, la frecuencia de aparición y la cantidad de situaciones a lo que se asocia.  Esto es lo que aumentó  enormemente en los últimos tiempos.

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